Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
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CAPÍTULO 13 197<br />
EL DILEMA NACIONAL. AFGANISTÁN, UNA NACIÓN… PERO ¿QUÉ NACIÓN?<br />
El panorama no es halagüeño porque, efectivamente, todas las<br />
opciones tienen ventajas e inconvenientes. Pero parece que éstos<br />
predominan. La opción yihadista constituye un buen ejemplo. En<br />
Afganistán ha sido empleada hasta la saciedad. Creo que se ha<br />
abusado de ella. Hasta el punto de desprestigiarla. Hekmatiar, sin ir<br />
más lejos, declaró la yihad contra el gobierno de Hamid Karzai. Pero<br />
con anterioridad había hecho lo propio contra… ¡los talibán! Aunque<br />
esto pueda parecer extravagante, es así. Ocurrió en 1996 cuando él<br />
decide sumarse al esfuerzo de Rabbani y Masud para detener la<br />
ofensiva de los seguidores del mulá Omar contra Kabul. De esta<br />
manera es complicado hacer patria. Pensemos también en el líder<br />
uzbeko Dostum. Contra él los demás han estado en permanente guerra<br />
santa, por ser considerado demasiado “comunista”. Así las cosas, no<br />
es tan fácil que el colectivo que lidera, dentro del cual siempre ha<br />
habido buenos musulmanes y musulmanes no tan buenos, se sume a<br />
esta iniciativa.<br />
En general, el criterio de la yihad plantea también el<br />
inconveniente de que, dados estos antecedentes, no hay que ser muy<br />
avezado para corroborar que suele ser empleado con otros fines. Léase,<br />
con la intención de ser la cobertura de una lucha de corte étnico<br />
(Rashid, 2001: 139). No lo ven de forma muy diferente los chiítas, que<br />
correlacionan la algarabía yihadista con la expropiación de sus tierras<br />
por parte del colectivo pastún (Raich, 2002: 95). Desgraciadamente<br />
para sus intereses, ambas cosas suelen ir de la mano en la historia<br />
reciente de Afganistán. Pero en esas tierras es relativamente normal<br />
que la yihad se haya confundido con el pashtunwali de forma<br />
absolutamente interesada (Marsden, 2002: 135). Las conexiones<br />
existen, empleando al colectivo pastún como relé de comunicaciones<br />
entre ambas lógicas, pero eso no tiene porqué gustar, y de hecho<br />
disgusta, a los miembros de otras etnias. Así que podría aducirse que<br />
el yihadismo, en Afganistán, separa más que une.<br />
Tampoco contribuye a esta causa el hecho de que los<br />
diferentes actores identifiquen la yihad afgana con la injerencia de<br />
potencias vecinas que deseaban cualquier cosa a excepción de un<br />
Estado-Nación afgano fuerte e independiente. Pensemos en el papel<br />
jugado por Pakistán. Siempre marginó a Hamid Karzai.<br />
Probablemente porque era demasiado propenso a defender la idea de<br />
un Afganistán fuerte. En cambio, empleó el criterio de la guerra santa