Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
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182 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />
optan por la que quizá no sea la mejor solución, sino más bien la única<br />
posible. Se trata de una financiación que les proporcionan esas<br />
mismas redes delictivas. En la actualidad, el opio es la única garantía<br />
admitida en el mercado del microcrédito afgano, dado su valor y el<br />
hecho de que no es un producto perecedero (Felbab-Brown, 2005: 57).<br />
De esta forma se aseguran su lealtad por vía coercitiva –los créditos<br />
deben ser devueltos en tiempo y forma- . Muchos de ellos quedan<br />
atrapados de por vida en este círculo vicioso. En puridad de conceptos,<br />
esos campesinos no son talibán, y menos todavía partidarios de Al<br />
Qaida. Claramente, esa es otra historia.<br />
En los últimos tiempos la presión ejercida sobre estos<br />
campesinos es tan grande y descarnada que los talibán, que vienen<br />
enviando a los aldeanos unas shabnamah o mensajes nocturnos en los<br />
que se les compele a no cooperar con las fuerzas armadas extranjeras,<br />
ni con el gobierno de Karzai, han dado otro paso adelante en su<br />
estrategia y “han distribuido folletos donde se ordena a los<br />
agricultores locales cultivar adormidera” (Kern, 2006: 3; Jones, 2009:<br />
9-11). Sea como fuere, la verdad es que llueve sobre mojado. Me<br />
explico. Como era de esperar, el cultivo de opio es, de por sí, un<br />
cultivo capaz de reportarles a estos campesinos más rentas que el<br />
cultivo de otros productos alternativos. Por ejemplo, el salario diario<br />
medio del personal dedicado al cultivo ilegal asciende como mínimo a<br />
7 dólares al día, mientras que cuando esa misma gente cultiva trigo<br />
obtiene sólo 3 dólares, o incluso menos. Algunos analistas hablan de<br />
que aunque los cultivadores de opio nunca se llevan más del 20% del<br />
beneficio, pueden llegar a quintuplicar las ganancias de otros<br />
agricultores dedicados a cultivos legales (Rashid, 2009: 406). Esto es<br />
más relevante, si cabe, a sabiendas de que el 70% de la población<br />
afgana vive bajo el umbral de la pobreza. Hay que tener en cuenta que<br />
el cultivo de la amapola apenas requiere gastos en fertilizantes, ni en<br />
pesticidas, ni ulteriores cuidados, a diferencia de lo que ocurre con<br />
otras plantaciones. El caso es que, visto en términos conductistas, se<br />
aprecia que la suma de los refuerzos negativos y positivos que he ido<br />
exponiendo ha provocado que actualmente la población afgana<br />
implicada en el tráfico de drogas se sitúe, según algunas fuentes, en<br />
torno al 10% de las familias (Smith, 2009: 67). Pero esa cifra se<br />
refiere, con toda seguridad, a los campesinos que trabajan la tierra. En<br />
realidad, si se añaden aquéllos que colaboran en el negocio del opio,<br />
en cualquiera de sus fases, la población afectada podría acercarse al