Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
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CAPÍTULO 5 107<br />
EL DRAMA SE LARVA DE NUEVO: LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL PDPA EN EL PODER<br />
Unión Soviética que todavía no les había ofendido gravemente. Ni<br />
siquiera está muy claro si en este caso la alusión a que el dominio de<br />
Moscú habría sido peor, casa con la realidad. Pero su apuesta fue<br />
firme. En el transcurso de la guerra contra la URSS consolidaron sus<br />
posiciones en el Hazarajat, su tierra natal, de difícil acceso,<br />
estableciendo su particular feudo a imagen y semejanza de la<br />
revolución islamista de Jomeini (Marsden, 2002: 133). Lo cual da<br />
buena idea de las características del partido, así como de las ayudas<br />
internacionales que, con cuentagotas, podía recibir. Su líder en<br />
aquellos tiempos era Abdul Ali Mazari. Un hombre de prestigio a<br />
quien ocasionalmente se le dio trato de ayatollah. Tras su muerte,<br />
acaecida algunos años más tarde en manos de los talibán, el líder de<br />
Wahdat pasó a ser Khalili, que es considerado por algunos expertos<br />
como más claramente pro-iraní, si cabe, que su antecesor (Gohari,<br />
1999: 25).<br />
Pues bien, a esta yuxtaposición de grupos dispares le<br />
acompañaría, en el último momento, un nuevo socio. Un socio que<br />
todavía hoy muchos afganos de los demás colectivos consideran<br />
indeseable (enseguida descubriremos los motivos). Pero que se ha<br />
vuelto poco menos que imprescindible, dado el precario equilibrio de<br />
fuerzas en el país. Me refiero a Rashid Dostum. Dostum, de origen<br />
uzbeko, era general del ejército afgano. Durante toda la guerra contra<br />
la URSS permaneció fiel al gobierno de Kabul que es tanto como<br />
decir a la propia URSS. Así que, paradójicamente, combatió a los<br />
muyahidín. Dostum era, digámoslo así, el enemigo común de todos los<br />
anteriores movimientos. Es más, cuando las tropas soviéticas se<br />
fueron de Afganistán, él siguió siendo fiel al presidente Najibullah que,<br />
como hemos visto, todavía gobernaba en Kabul, aunque en precario.<br />
Tanto es así que sus tropas, bien entrenadas y más disciplinadas que<br />
los propios muyahidín, tuvieron buena parte de culpa en el hecho de<br />
que éstos no lograran entrar en Kabul para destituir a Najibullah y<br />
terminar con los restos del PDPA hasta 1992, casi tres años después<br />
de la huída soviética.<br />
Pero si la historia terminase aquí, simplemente, Rashid<br />
Dostum no pasaría de ser la antítesis de la insurgencia afgana. En<br />
cambio, una nueva variable entra en escena. Este líder uzbeko fue<br />
esencial para la victoria final al abandonar a Najibullah y, en el último<br />
momento, poner sus tropas a disposición de la coalición. Más