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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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CAPÍTULO 10 163<br />

2001: LA ODISEA DE AFGANISTÁN<br />

La verdad es que desde ese día hasta hoy se ha avanzado<br />

mucho. Quizá demasiado despacio, dadas las necesidades. Pero las<br />

dificultades inherentes al proceso lo justifican. Las fuerzas de policía<br />

aún despiertan recelos entre la población, pero las fuerzas armadas<br />

están bastante mejor consideradas. Claro que ni siquiera estas<br />

instituciones se han salvado de las rencillas étnicas. La población<br />

pastún se queja de que muchos oficiales son tayikos (Jones, 2009: 15).<br />

Lo cual, dicho sea de paso, es cierto 4 . A decir de algunos expertos, la<br />

solución pasa por fomentar el acceso de más pastún y, sobre todo, por<br />

crear unidades militares mixtas, es decir, interétnicas (Simonsen, 2009:<br />

49). Unidades que se identifiquen de una vez por todas con<br />

“Afganistán”, y no con ésta o aquella tribu. Estos objetivos se van<br />

cubriendo. Al ritmo de Afganistán, en que el reloj siempre corre más<br />

despacio que en otros lares. Pero la verdad es que, poco a poco, las<br />

fuerzas armadas nacionales han ido adquiriendo crédito. Participan<br />

con creciente éxito, junto a las fuerzas occidentales, en las operaciones<br />

destinadas a garantizar la seguridad sobre el terreno. Sus efectivos se<br />

han ido incrementando hasta alcanzar una cifra respetable. Los casos<br />

de infiltración de insurgentes talibán, o de sobornos por parte de éstos,<br />

se han ido controlando.<br />

De todos modos, las necesidades siguen siendo superiores a lo<br />

que dan de sí estos proyectos. Si tomamos como referente el<br />

despliegue en 2009, esto es, incluyendo en las cifras los últimos<br />

refuerzos, se calcula que en suelo afgano operan casi 100.000<br />

militares de las fuerzas internacionales, de los que 70.000 son<br />

estadounidenses. A su vez, las fuerzas armadas de Afganistán integran<br />

unos 70.000 efectivos más, aunque sólo la mitad de ellos son<br />

considerables como operativos para llevar a cabo misiones de<br />

contrainsurgencia (Fuente, 2009: 31). El primer inconveniente de estas<br />

cifras estriba en que, como acabo de indicar, se trata de los baremos<br />

alcanzados tras ocho años de conflicto. Pero durante los primeros años<br />

(sobre todo hasta 2006) el despliegue fue a todas luces insuficiente. El<br />

segundo inconveniente estriba que dada la extensión del territorio, su<br />

4<br />

Hay quee tener en cuenta que cuando Fahim asumió la cartera de defensa, en 2002,<br />

hizo todo lo posible por potenciar el papel de los tayikos en la cúpula castrense afgana,<br />

hasta llegar a extremos que rozan lo escandaloso. Así, de los 38 primeros generales del<br />

entonces embrionario ejército afgano post-talibán 37 eran tayikos y el otro era uzbeko.<br />

Este sesgo se ha ido corrigiendo… muy lentamente (Grymes, 2003: 19).

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