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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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56 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />

minoría mayoritaria en el seno de un Estado étnicamente fraccionado.<br />

Ni menos, ni más. En el siguiente cuadro recojo algunos datos<br />

indicativos de esta realidad multicultural. A sabiendas de que las<br />

cifras exactas son muy difíciles de cerrar ante la práctica ausencia de<br />

censos fiables. Y ante las dudas que arrastran algunos censos<br />

elaborados en la época soviética. De ahí las horquillas empleadas.<br />

Minorías étnicas afganas % sobre población total<br />

Pastún 38-42%<br />

Tayika 25-27%<br />

Hazara 10-12%<br />

Uzbeka 9-10%<br />

Otras 9-18%<br />

Todo eso complica más, si cabe, la ya de por sí difícil<br />

viabilidad del dominio durrani, al menos tal y como parecía<br />

entenderlo el emir. Un emir que, dicho sea de paso, insistía en que ese<br />

tratado fronterizo se trataba tan solo de un acuerdo provisional entre<br />

dos Estados soberanos y en que dicho pacto sólo se refería a una<br />

distribución de responsabilidades relativas a la gestión y el control de<br />

las fronteras (Raich, 2002: 68). Con lo cual, pretendidamente, esa<br />

coordinación se seguía efectuando sobre suelo enteramente afgano.<br />

Pero lo cierto es que hoy en día esa frontera “provisional” sigue<br />

formalmente vigente aunque, lógicamente, ya no separa Afganistán de<br />

la India británica, sino de Pakistán.<br />

Eso sí, digo “formalmente” vigente porque para muchos pastún<br />

esa frontera ha sido papel mojado, sigue siéndolo y, desde luego, a día<br />

de hoy ellos se comportan de forma coherente con esta postura,<br />

desafiando a dos Estados que a estas alturas ya deberían ser algo más<br />

que proyectos de Estado. Es más, después de los años transcurridos,<br />

muchos pastún consideran que la pasividad de Abd-al-Rahman,<br />

demasiado preocupado por no soliviantar al Reino Unido, constituye<br />

un acto de traición (Ghaus, 1988: 16). Las malas lenguas añaden que<br />

quizá tuvo algo que ver en ello el hecho de que en aquellas fechas, tan<br />

decisivas, el subsidio que los británicos le entregaban al emir pasara<br />

subrepticiamente de 1,2 millones a 1,8 millones de rupias (Ewans,<br />

2002: 108). De esta manera, cuando Abd-al-Rahman fallece de muerte<br />

natural en 1901, deja un balance ambivalente. Pero eso no empece el<br />

hecho de que, gracias a su gestión, por fin Afganistán estuviera a las

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