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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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160 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />

patrocinadores, al serlo de su política de apoyo a los warlords (Jones,<br />

2008: 25-26). Lo peor del caso es que ello obedece a una mala<br />

inteligencia, ya que este proceso no es novedoso. Al contrario, medido<br />

en clave histórica, puede demostrarse que “cuando a los señores de la<br />

guerra se les entrega dinero, armas y el control de territorios, ellos<br />

usan esos recursos para apoyar sus intereses particulares en<br />

competición con los demás señores y desafiando a la autoridad<br />

central” (Marten, 2007: 72).<br />

La verdad es que, algún tiempo después de la defección de los<br />

talibán, el afgano medio observa en sus propias carnes que las cosas<br />

tienden a cambiar poco. Siguen existiendo, por ejemplo, cárceles<br />

privadas en manos de los señores de la guerra. Como antaño. Siguen<br />

proliferando impuestos extravagantes que no se sabe muy bien de<br />

donde vienen ni a donde van los ingresos correlativos. De hecho, en<br />

sus primeros tiempos en el poder, Karzai no cesa de pedir a los<br />

Estados Unidos que le ayuden a terminar con lo que venía a ser una<br />

reedición de los feudos heratis y uzbekos de los tiempos más grises de<br />

la guerra civil. No es esa, desde luego, la visión de las cosas que el<br />

propio Karzai tiene en mente para el futuro de Afganistán. Pero, ¿le<br />

dejarán ir mucho más allá? Muy pronto se da cuenta de que aquello no<br />

puede funcionar.<br />

Es preciso dar un giro a la situación y Karzai decide crear el<br />

andamiaje de un Estado que merezca tal nombre. Para ello debe<br />

garantizar que estará en condiciones de mantener la paz y la seguridad<br />

en el interior de Afganistán. Es el mínimo indispensable. Así que opta<br />

por reclamar el desarme de las milicias dispersas por todo el territorio.<br />

No sólo talibán, que también (en la medida de lo posible). Sino, sobre<br />

todo, de aquellos grupos guerrilleros que ante la situación de guerra<br />

civil permanente se habían hecho con arsenales nada desdeñables y<br />

que, por ende, siguen constituyendo una amenaza potencial a su<br />

autoridad. Pero, como era de esperar, los señores de la guerra no están<br />

por la labor. La cuestión es que los Estados Unidos tampoco lo están.<br />

De hecho, los primeros se van a amparar en los segundos para<br />

resistirse a las pretensiones de su propio Presidente.<br />

Es verdad que hasta las políticas más discutibles tienen algún<br />

sentido. En este caso, hay que decir que en Washington surge un<br />

temor que es hasta razonable: si se procede al desarme de las milicias

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