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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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CAPÍTULO 1 41<br />

DESDE LOS ORÍGENES HASTA LA APARICIÓN DEL ESTADO<br />

tanta conquista, se consiga la estabilización de algo que se asemeje a<br />

un Estado, de acuerdo con la definición que venimos manejando. En<br />

realidad, el primer proyecto de Estado afgano era sólo eso, un<br />

proyecto. Y no podía ser otra cosa. La sensación que se tiene es que su<br />

arquitectura básica qua Estado, con un sistema tributario, un ejército<br />

formado por tropa o, al menos, por una oficialidad profesional y<br />

permanente, un derecho positivo y un sistema judicial que alcancen<br />

todo el territorio y demás atributos, estaba lejos de poder alcanzarse en<br />

tan poco espacio de tiempo, con el añadido de tantas y tan dispares<br />

anexiones. Como así fue. La (prácticamente inexistente) estructura<br />

estatal no estaba preparada para tanto esfuerzo. Y Afganistán –ese<br />

primer proyecto de Estado afgano- apenas va a poder controlar, de<br />

facto, muchos de los territorios que oficialmente quedan bajo su por<br />

otra parte enclenque caparazón.<br />

Muy al contrario, Ahmad Sha Durrani no logró en ningún<br />

momento que sus conquistas fueran provistas del entramado<br />

institucional que permitiera que sus herederos las sostuvieran.<br />

Algunos analistas consideran que eso no tiene nada de extraño. Sobre<br />

todo si recordamos que, en el fondo, el monarca no era más que un<br />

líder tribal, que aplicaba la lógica tribal, según la cual las conquistas<br />

descansan sólo sobre el genio del líder y se asume que pueden declinar<br />

al mismo ritmo que desaparece esa circunstancia (Tanner, 2009: 123).<br />

De hecho, a medida que Ahmad Sha Durrani avanzaba, solía buscar<br />

acuerdos con los gobernantes de los territorios que iba incorporando a<br />

su deletéreo reino, de modo que les permitía seguir en sus puestos a<br />

cambio de un vínculo que recuerda al vasallaje feudal. Así aconteció,<br />

por ejemplo, con Mir Mannu (mongol) en Lahore, o con Alamgir<br />

(también mongol) en Cachemira, o con Shah Rukh (persa) en<br />

Khorasan… Estos hechos, y otros similares, podrían ser leídos,<br />

benevolentemente, como un signo de la magnanimidad del monarca.<br />

Quizá. Pero dadas las circunstancias y atendiendo a lo sucedido desde<br />

entonces hasta el día de hoy, parece más razonable interpretarlos<br />

como una señal evidente de su impotencia. Sea como fuere, lo cierto<br />

es que la agonía del efímero imperio de Ahmad Sha Durrani comenzó<br />

al mismo tiempo que su creador pasaba a mejor vida, hecho acaecido<br />

en 1772.

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