Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
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48 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />
seculares realmente desean vivir juntos -políticamente hablandotodos<br />
tienen que poner algo de su parte. Entonces, la última pregunta a<br />
plantear sería algo así como: ¿fue ésta la apuesta de los rectores de la<br />
política afgana? O, lo que es lo mismo, ¿fue ésta la apuesta del<br />
Afganistán de los Durrani? Para tratar de responderla, será preciso que<br />
recuperemos el hilo conductor de la historia de Afganistán donde lo<br />
habíamos dejado.<br />
Lo cierto es que los pastún en el poder no hicieron mucho por<br />
generar aquiescencias entre sus súbditos no-pastún. De hecho, suele<br />
decirse que no hicieron mucho, ni siquiera, para contentar a los pastún<br />
Ghilzai, tradicionalmente marginados a la hora de ocupar los cargos<br />
públicos de la incipiente y enclenque administración. Por lo pronto, sí<br />
se dieron cuenta de que dada la subrepticia ampliación de la<br />
monarquía neo-nata, sería conveniente trasladar la capital de<br />
Kandahar a Kabul, evento que se producirá en 1774, bajo el reinado<br />
del hijo y sucesor del fundador -Timur Shah- 3 . Kabul es otra cosa.<br />
Todavía está cerca de la zona pastún pues, a través del no muy<br />
distante paso del Khyber, conecta con Peshawar. Pero ya no es parte<br />
de su tierra natal. Por el contrario, pronto devendrá la típica capital<br />
multicultural. Con el tiempo se ha llegado a hablar de la existencia de<br />
una identidad “kabulí”, por ejemplo. Eso sí, el dominio que los durrani<br />
han ostentado en los círculos de poder ha sido siempre avasallador. Lo<br />
fue desde el primer momento. Los durrani ocupaban los cargos<br />
públicos de forma casi exclusiva. Los tayikos estaban demasiado lejos<br />
y los hazaras estaban muy mal considerados, en parte por motivos<br />
religiosos, en parte debido a que se encontraban entre los colectivos<br />
más pobres y menos influyentes. Otras minorías residentes en las<br />
cercanías, como los nuristanos o kafires, se encontraban en una<br />
situación similar.<br />
Así que, en general, el siglo XIX no fue una buena época para<br />
el proyecto de Estado afgano salvo, quizá, sus últimos veinte años 4 .<br />
3<br />
4<br />
De hecho, Kabul recibía los honores, pero sólo era la capital “de verano”, mientras que<br />
Peshawar pasó a ser la capital “de invierno”.<br />
Aunque este libro no pretende reconstruir la historia de Afganistán, puede ser<br />
interesante para el lector saber que Timur Shah, quien gobernó hasta su muerte,<br />
acaecida en 1793, se caracterizó por ser un monarca apático, más preocupado por<br />
disfrutar de los placeres de la corte que por asentar antiguas conquistas. Pero a sus<br />
sucesores no les fue mucho mejor. Las mismas dificultades por determinar los mejores