Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
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116 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />
integrados en lo que en esos momentos habían pasado a ser “sus”<br />
tierras. Al igual que hiciera Dostum, Ismail Khan también procuró que<br />
la enseñanza funcionara para los dos sexos. Pero él sí era partidario<br />
del burka. Aunque sin imposiciones. Lo que significa que era<br />
partidario de las reglas de moralidad, indumentaria y ocio que<br />
caracterizaban a los sectores más conservadores de la sociedad afgana<br />
(Rashid, 2009: 158). Así que en Herat las opiniones estaban más<br />
divididas que en Mazar-e-Sharif. Ismail Khan proporcionaba la misma<br />
seguridad. Pero no mucho más que eso.<br />
Claro que, como ya ocurriera en el viejo mundo feudal<br />
europeo, en Afganistán han proliferado también los pequeños señores<br />
de la guerra, que muchas veces sólo cuentan con unas pocas docenas<br />
de acólitos. En estos casos suelen dedicarse al pillaje, o al asalto de<br />
convoys (Marten, 2007: 58). En ocasiones operan gracias a algún tipo<br />
de acuerdo con los warlords más poderosos. En algunos casos se<br />
arriesgan a hacerlo desafiando su autoridad, a modo de precarios freelances.<br />
Se trata sólo de un botón de muestra que nos permite<br />
comprender el modo en que ante la carencia de un Estado sólido<br />
renacen los reinos de taifas y cada uno de ellos aplica su propia idea<br />
de la convivencia, operando como compartimentos estancos, sin<br />
respetar otra legalidad que la libérrima voluntad del señor de la guerra<br />
dominante en cada uno de ellos. Eso es en lo que se había convertido<br />
Afganistán después de la victoria contra la URSS. Victoria pírrica,<br />
pues.<br />
Pero volvamos a la capital de ese Estado que se descompone<br />
por momentos. ¿Qué sucedía mientras Rashid Dostum e Ismail Khan,<br />
cada cual por su cuenta y riesgo, trataban de consolidar sus<br />
particulares oasis de paz y seguridad? Sucedía que las inquinas étnicas<br />
todavía iban a dejar nuevas huellas en la capital y sus alrededores.<br />
Sabemos que los hazaras habían contribuido a la causa de forma<br />
significativa. Pues bien, desde el principio sintieron que no se les<br />
correspondía en la distribución del poder. No tardaron en circular<br />
rumores de que iban a ser marginados. Como siempre. Sayyaf se<br />
encargó de difundir dichos rumores. Como sunnita wahhabita estaba<br />
en su papel. Ciertamente. En realidad los roces entre los miembros de<br />
Ittihad-e-Islami y los de Hisb-e-Wahdat eran frecuentes en las calles