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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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CAPÍTULO 2 57<br />

UNA NACIÓN CON UN PARTO COMPLICADO<br />

puertas de la consolidación como Estado. Con el lastre, claro, de un<br />

proyecto demasiado pastún para un país en el que los pastún ya ni<br />

siquiera eran mayoría.<br />

Así que, a pesar de los pesares, Abd-al-Rahman ha pasado a la<br />

historia como el “Emir de Hierro”. Su gobierno fue dictatorial,<br />

algunos opinan que maquiavélico. En realidad, se trató de una<br />

monarquía a la vieja usanza, forjada mediante un férreo control<br />

directo de las fuerzas armadas y mediante el fomento del<br />

cesaropapismo en clave religiosa. Nada nuevo bajo el sol, si lo<br />

comparamos con lo que durante siglos hicieron las monarquías<br />

cristianas europeas. Quizá la novedad, vista con ojos occidentales, es<br />

que este modelo alcanzara el siglo XX. Pero esa es una novedad muy<br />

relativa. Sea como fuere, desde entonces las bases de un nuevo Estado<br />

ya están sentadas. En muchos aspectos, Abd-al-Rahman interpretó<br />

adecuadamente la realidad. Se opuso a la extraña y a veces<br />

inextricable mixtura de señores feudales, asaltantes de caminos y jefes<br />

tribales que hasta entonces impedían la consolidación de una<br />

administración eficaz. O, a veces, simplemente, de una administración<br />

(Dupree, 1997: 419). A cambio, generó una red de funcionarios<br />

públicos que llegaba a todas las provincias y estableció los primeros<br />

tributos estatales auténticamente operativos (Fitzgerald y Gould, 2009:<br />

50). Con ellos y las ayudas británicas logró poner en pie un ejército<br />

conscripto que pudo mantener el orden interno durante años. Es<br />

destacable el hecho de que también se opusiera a la maraña de mulás<br />

que con su discurso entorpecían esa acción unificadora de gobierno,<br />

Corán en mano. Los consideraba ignorantes del Islam y contrarios a<br />

los principios de Mahoma (Ewans, 2002: 101). Así que él mismo se<br />

erigió como el supremo intérprete de los textos sagrados. De esta<br />

manera, Afganistán pudo iniciar el despegue como Estado y se vio con<br />

fuerzas para ocupar un lugar propio en la escena internacional.<br />

Consecuentemente, el protectorado británico tenía las horas<br />

contadas. Su extinción se formaliza en 1919, a través del Tratado de<br />

Rawalpindi, no mucho después de la finalización de la primera guerra<br />

mundial y tras una breve guerra anglo-afgana 8 . Los últimos años de<br />

8<br />

Hubo, en total, 3 guerras anglo-afganas. La primera en 1839-1842, la segunda en 1878-<br />

1880 y la última, como se ha indicado, en 1919, de la cual surge la plena independencia<br />

de Afganistán. Las dos primeras tuvieron que ver con el recelo de los británicos ante la

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