Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
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CAPÍTULO 15 221<br />
EL CASO DE LOS ACTORES REGIONALES<br />
Afganistán en un Estado títere de Pakistán. Temor fundamentado, por<br />
otra parte. Aunque eso no justifique, se mire como se mire, la inquina<br />
pakistaní.<br />
Pero el fracaso de Hekmatiar no iba a significar el final de la<br />
presión que Islamabad ejerce sobre Afganistán. Al fin y al cabo,<br />
Hekmatiar sólo era una pieza de una política mucho más ambiciosa.<br />
De modo que en Pakistán sólo tenían que buscarle un relevo adecuado.<br />
O ni siquiera eso. Es decir, ni siquiera tenían que buscar mucho. No en<br />
vano, quienes habían arrinconado a Hekmatiar, los talibán, también<br />
reunían bastantes condiciones de las previstas por Islamabad para<br />
liderar la transformación de Afganistán en la dirección pergeñada.<br />
Eran pastún. Eran islamistas antes que nacionalistas. No planteaban su<br />
intervención en términos de solidaridad tribal (aunque pudieran<br />
servirse de ella, claro). Además, los talibán tenían muchos contactos<br />
con las madrasas pakistaníes. Eran conocidos por el ISI. De hecho, se<br />
rumorea que algo más que conocidos. Es más probable que los<br />
servicios de inteligencia pakistaníes tuvieran mucho que ver con los<br />
primeros éxitos talibán, ya en suelo afgano. Entonces, dados estos<br />
antecedentes, ¿qué más se puede pedir? En ese contexto, Pakistán lo<br />
tiene claro. Los talibán pueden reemplazar a Hekmatiar con ventaja<br />
para llevar a cabo ese viejo pero difícil proyecto de control de la<br />
política afgana.<br />
Así se hizo. Y al mismo nivel de compromiso que antes se<br />
tuvo con Hekmatiar. En la práctica, el compromiso pakistaní llega al<br />
extremo de que ante las primeras dificultades económicas de los<br />
talibán en el recién estrenado gobierno de Kabul, los pakistaníes van a<br />
pagar los salarios de los funcionarios afganos. Se tiene constancia de<br />
que así se hizo, al menos, en 1996, 1997 y 1998 (Rashid, 2001: 281).<br />
Es curioso. El mismo gobierno que un año antes propiciaba el<br />
bombardeo de la capital, ahora asumía hasta el pago de las nóminas.<br />
Cosas de la política internacional. Lo cierto es que, por fin, Islamabad<br />
estaba a punto de culminar uno de sus proyectos más ambiciosos.<br />
Gracias al mulá Omar y sus huestes.<br />
Pero las cosas se complican más pronto que tarde. Sin que los<br />
talibán logren el control de todo el territorio, las fuerzas tayikas,<br />
uzbekas y hazaras van a recibir ayuda de otras potencias regionales.<br />
Rusia, Irán y la India, cada cual con sus propias motivaciones,