Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
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CAPÍTULO 1 39<br />
DESDE LOS ORÍGENES HASTA LA APARICIÓN DEL ESTADO<br />
En lo que a religión se refiere, el panorama tampoco iba a ser<br />
fácil de gestionar. Por una parte, la mayoría de los tayikos eran tan<br />
sunníes como los pastún, aunque entre ellos también se había<br />
desarrollado una versión del chiísmo, conocida como ismaelismo que<br />
era considerada como heterodoxa entre el núcleo más numeroso de<br />
seguidores de Alí. Los reductos ismaelitas más importantes se hallan<br />
en la provincia de Badakhsan, la más oriental de Afganistán. En<br />
ocasiones se alude a ellos como los “tayikos de las montañas”. Y,<br />
además de su peculiar práctica religiosa, se caracterizan por hablar<br />
dialectos locales que, de por sí, los diferencian del grupo central de<br />
tayikos afganos.<br />
Por su parte, los hazaras sí eran, en su inmensa mayoría,<br />
partidarios de la rama principal del chiísmo 9 . Con lo que estamos ante<br />
unos descendientes de los mongoles que profesan la religión que<br />
terminó abrazando Persia. Una muestra excelente de la amalgama<br />
afgana. Y un signo inequívoco (uno más) de que la tarea que<br />
emprendían los pastún iba a estar repleta de incertidumbres. Por no<br />
recordar el caso, ya esgrimido, de los nuristanos. Pero los pastún no<br />
desfallecieron. Como quiera que sus jinetes al mando de Ahmad Shah<br />
Durrani no se detenían y el río Amu Daria era la referencia hacia el<br />
Norte, llegaron también a zonas habitadas por pueblos turcómanos,<br />
siendo el más numeroso de ellos el de los uzbekos. Estos, por lo<br />
menos, no parecía que fuesen a plantear graves dilemas religiosos al<br />
resto de colectivos –salvo los hazaras, claro-, pues también son<br />
sunnitas. Sin embargo, hablaban su propia lengua, que nada tenía que<br />
ver ni con el pastún, ni con el dari. Además, sus tradiciones eran<br />
completamente diferentes a las de sus vecinos. En este sentido,<br />
tendremos ocasión de ir comprobando como los turcómanos de<br />
Afganistán han contribuido (y siguen haciéndolo) a que esta suma de<br />
aportaciones permita que algunos analistas vislumbren Afganistán<br />
como una auténtica “pesadilla antropológica” (Arney, 1990: 4). Pero<br />
el caso es que Ahmad Shah Durrani pudo con todo. Y con todos. Al<br />
menos de momento.<br />
Finalmente, allí donde las monturas agotaron su cabalgata<br />
triunfal, en la ribera sur del río Amu Daria, el rey victorioso llegó a un<br />
9<br />
Aunque no podemos omitir que también existen algunos hazaras sunnitas, sobre todo<br />
en las provincias de Badghis y Baghlan.