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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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128 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />

importante es que sus tesis parecen corroborarse en la práctica, siglos<br />

después de que escribiera su obra más famosa. Como si,<br />

repentinamente, sus pretensiones de cientificidad se vieran avaladas<br />

empíricamente. Es verdad que a nadie se le ocurriría plantear la<br />

intervención de los talibán como el resultado de un contrato previo<br />

con la población del lugar. A no ser que se trate de un acuerdo tácito,<br />

lo cual no sería nada descabellado en el contexto de esa guerra civil.<br />

El mismo contexto que alimentó la imaginación de Hobbes, por cierto.<br />

En todo caso, parece evidente que es debido a esa anarquía<br />

previa –a esa subrepticia vuelta al estado de mera naturaleza, en<br />

definitiva- que los talibán se arrogan la potestad de decidir sobre los<br />

presuntos derechos de sus nuevos súbditos, mientras que éstos apenas<br />

presentan resistencia al recorte, siempre y cuando la nueva autoridad<br />

cumpla su promesa, que es también su deber (su único deber, en clave<br />

hobbesiana) de asumir la protección de sus súbditos –pues ya no cabe<br />

hablar, en ninguno de los dos casos, de auténticos ciudadanos- frente<br />

al riesgo de muerte, tortura o desaparición que se respiraba en el<br />

ambiente en el momento de su llegada al poder. Además, como en el<br />

contrato citado, la lógica de los talibán implica un camino sin retorno.<br />

En palabras del intelectual inglés: una vez instituido el soberano, los<br />

súbditos ya no podrán deshacerse de ese pacto “sin su permiso”. Y, si<br />

alguno lo intentara podría, “en justicia, ser muerto o castigado por el<br />

soberano” (Hobbes, 1992: 143). En este sentido, el paralelismo es<br />

enorme. Incluso si atendemos a otras particularidades del discurso<br />

hobbesiano, como es el caso de la unificación de la autoridad política<br />

y la autoridad religiosa en una misma cabeza para evitar lo que a ojos<br />

de nuestro autor sería una desintegración del Estado (Hobbes, 1992:<br />

269) 7 . En esta línea podría adurcirse que los talibán operaron a modo<br />

de Leviatán. Y que, dadas las circunstancias, eso formó parte de su<br />

encanto.<br />

Por otra parte, si bien es cierto que el código ético de los<br />

talibán era muy estricto, no lo es menos que el pashtunwali no le<br />

7<br />

El matiz radicaría en el hecho de que Hobbes es cesaropapista, mientras que ese rasgo<br />

puede discutirse en el caso del mulá Omar y su proyecto político. Aunque,<br />

probablemente, ese rasgo consistente en manipular la religión en pos de algún objetivo<br />

político esté presente en los talibán, tal y como se expone en el cuerpo principal del<br />

texto.

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