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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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70 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />

que, aunque lo hubiese sido, apenas hubiese tenido destinatarios<br />

dispuestos a escucharlo. No en vano, podemos preguntarnos ¿a qué<br />

género de desconocidos tenía que enfrentarse cada colectivo<br />

étnicamente identificable? 2<br />

Si esto es así, procedo a elaborar una ligera reinterpretación de<br />

Gellner, que en realidad no consiste más que en traer a colación uno<br />

de sus mensajes últimos, algo solapado tras el debate que vertebra a su<br />

libro. La explicación puede parecer contraintuitiva, pero es la que se<br />

deduce de las premisas anteriores. En este sentido, creo que<br />

Afganistán, como otros Estados que no eran más que proyectos de<br />

Estado, logra cierta estabilidad interna (o, al menos, evita la<br />

politización de la cuestión étnica) debido a su propia debilidad. En<br />

otras palabras, el hecho de que el brazo del Estado no fuese lo<br />

suficientemente fuerte como para tratar de imponer su lógica a<br />

territorios dispares en lengua, tradiciones, y a veces religión, unido al<br />

hecho de que los diferentes colectivos étnicamente identificables se<br />

mantuvieran encerrados en sus tierras de siempre (y hasta<br />

internamente fragmentados) propiciaba el mantenimiento de un statu<br />

quo caracterizado de consuno por la escasa entidad de las relaciones<br />

transversales y un acomodamiento mutuo favorecedor de la paz.<br />

De hecho, cuando el emir Abd-al-Rahman, a finales del siglo<br />

XIX, pone en marcha su política de pastunización de las tierras del<br />

norte, expropiaciones de tierras incluidas, los hazaras no se van a<br />

quedar con los brazos cruzados. Por el contrario, en esas fechas surgen<br />

las primeras inquietudes que, empleando lenguaje occidental, cabría<br />

calificar como nacionalistas (Moussavi, 1998). Este rechazo será el<br />

2<br />

En realidad, del discurso de Gellner se deduce que la situación interior de esos Estados<br />

era tan precaria que ni siquiera esos colectivos que con la perspectiva actual<br />

identificamos como posibles naciones o nacionalidades o grupos étnicos lo eran en sus<br />

inicios. O, para ser más concisos, no poseían el grado de homogeneidad interna que a<br />

veces se les presupone erróneamente. Y no lo eran porque la fragmentación era tan<br />

grande que, por ejemplo, hasta los vascos, o los bretones, o los escoceses habitantes de<br />

diferentes valles podían tener graves dificultades para entenderse hablando entre sí sus<br />

respectivas lenguas vernáculas –o lo que de ellas quedara- a lo largo del siglo XVII o<br />

XVIII.

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