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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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46 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />

arquetípico de dicho fenómeno, que tampoco es compartido con sus<br />

vecinos). Por lo tanto, parece que adhiere bien al concepto volkgeist<br />

de nación. Otro debate, en el que no entraré, se refiere a si los pastún<br />

ya podían ser calificados como “nacionalistas”. Eso es más<br />

complicado por otros motivos, pero básicamente por el hecho de que<br />

en aquellas fechas (mediados del siglo XVIII) es posible que el<br />

nacionalismo, entendido como ideología, no existiera en ninguna parte<br />

del mundo (tampoco en Europa, por cierto). Con todo, es<br />

perfectamente posible que la nación, entendida como dato objetivo (o<br />

empírico, si se prefiere) ya exista de acuerdo con las indicaciones de<br />

la tradición volkgeist, que aquí hemos recogido a efectos analíticos.<br />

De hecho, esta es la hipótesis de trabajo de la cual parten Herder y<br />

Fichte, que a fin de cuentas son los creadores del modelo. Si esto es<br />

así, aún podríamos tratar de salvar una posible nación afgana por la<br />

sencilla razón que el proyecto inicial era un proyecto pastún, y los<br />

pastún constituirían una nación volkgeist, incluso con independencia<br />

de la conciencia que tuvieran de ello. Esto es, al menos, algo encajable<br />

en la ortodoxia académica.<br />

Quizá sea así. Pero la realidad es que, como hemos visto, los<br />

pastún encabezados por Ahmad Shah Durrani tuvieron mucho éxito.<br />

Demasiado. Y si los pastún son una nación (habría que estudiarlo más,<br />

pero hemos visto que al menos disponen de esos mimbres a los que<br />

aludíamos), parece evidente que el Afganistán que surge de esa<br />

expansión ya no se sujeta bien, para empezar, al concepto de nación<br />

volkgeist. Es imposible, a todas luces. Cada grupo con su lengua, con<br />

sus tradiciones (no sólo ni principalmente derivadas de la religión), y<br />

con su religión también diferente, en ocasiones. E, incluso, en algunos<br />

casos, con marcadísimos rasgos físicos diferenciales. Al ampliarse, los<br />

dominios pastún pierden la homogeneidad necesaria para el caso. La<br />

nueva realidad es multicultural. Objetivamente considerada. Así que el<br />

primer concepto de nación ya no nos sirve. O, dicho de otra manera, lo<br />

que ocurre es que ese Afganistán agrandado forjado por Ahmad Shah<br />

Durrani –que es muy parecido al actual Afganistán- sería susceptible<br />

de integrar varias naciones volkgeist diferentes. Así ocurre si se desea<br />

ser consecuente con el discurso volkgeist y sus propias exigencias.<br />

Pero, ¿qué ocurre con el segundo concepto de nación? Al ser<br />

más flexible en lo etnográfico, ¿podría ser útil para afrontar el caso<br />

afgano? Podría ser, desde luego. Porque la ventaja del segundo

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