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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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166 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />

proceso es visto como un éxito. Lo es, de hecho. Pero es insuficiente.<br />

El incipiente Estado afgano no da más de sí 8 .<br />

En síntesis, creo que el gran error se comete en los primeros<br />

meses de campaña, al movilizar muy pocos recursos materiales y<br />

humanos en la reconstrucción de Afganistán, precisamente cuando la<br />

ventana de oportunidad estaba bien abierta. Es más, algunos expertos<br />

comentan que en el transcurso del primer año a partir del inicio de la<br />

intervención estadounidense, Afganistán ni siquiera tuvo un auténtico<br />

gobierno. En esa fase, las fuerzas armadas norteamericanas se<br />

limitaron a perseguir terroristas de Al Qaida, mientras que las fuerzas<br />

desplegadas por la OTAN apenas superaron los 5.000 efectivos hasta<br />

2004 9 . Y, eso sí, aparecieron sobre el terreno no menos de… ¡3.000<br />

ONGs!, cuyos respectivos programas a duras penas estaban<br />

coordinados, mientras que en muchas ocasiones exacerbaban una<br />

competencia contrapudecente entre sí (Goodson, 2005: 27-28). Este<br />

fue el triste escenario de los primeros y esperanzadores tiempos.<br />

Por lo demás, el empeño puesto por Karzai y la sociedad<br />

internacional en reforzar el aparato coercitivo del Estado, lejos de ser<br />

sometible a críticas o ser considerado contraproducente, merece la<br />

mayor de las aprobaciones. No me refiero sólo a su necesidad en aras<br />

de la eficacia inmediata del proyecto político en ciernes. No. Eso es<br />

evidente. Me refiero, más bien, a su robustez a largo plazo. En esta<br />

dirección, ni siquiera planteo este comentario como juicio de valor, o<br />

como sensación personal. No he optado por esa vía a lo largo del texto,<br />

y no voy a empezar a hacerlo ahora. Al revés. Lo planteo como juicio<br />

de hecho. O como constatación emprírica. Realmente, la mejor<br />

literatura existente acerca de los orígenes de los Estados demuestra<br />

que la potenciación del aparato militar ha sido, normalmente, el<br />

auténtico acicate del proceso. De nuevo, puede ser de utilidad repasar<br />

sucintamente lo comentado por Charles Tilly, quien insiste en que el<br />

Estado ha sido, históricamente, el “producto secundario de los<br />

8<br />

9<br />

Más adelante se intenta llevar a cabo una segunda fase de este programa de desarme y<br />

desmovilización conocida como Disbandment of Illegal Armed Groups. Pero esta vez<br />

la iniciativa va peor. Porque dado el incremento de actividad talibán desde 2006<br />

muchos de los implicados razonarán que necesitan esas armas para su autodefensa, a<br />

falta de mejores garantías ofrecidas desde las instituciones públicas afganas.<br />

Hasta esta fecha, las fuerzas de los Estados Unidos sobre el terreno apenas superaban<br />

los 10.000 efectivos.

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