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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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CAPÍTULO 12 191<br />

LA APARICIÓN DE NUEVOS PROBLEMAS DE SEGURIDAD<br />

patronazgo” (Yánez, 2008:30). De esta manera consiguen una<br />

legitimidad añadida ante la población local. Una legitimidad con la<br />

que difícilmente puede competir el Estado, dadas sus actuales<br />

posibilidades. En la misma línea pueden observarse otras cifras<br />

preocupantes, que tampoco tienen mucho que ver con el islamismo, ni<br />

con las reyertas de base étnica. Es el caso del secuestro de empresarios,<br />

la gran mayoría locales, que se viene disparando de un tiempo esta<br />

parte. En el período 2006-2008 se registran 173 denuncias. Pero es<br />

evidente que muchos más secuestros y muchísimas extorsiones no han<br />

sido denunciados, por temor a las represalias (Jones, 2009: 11). Una<br />

consecuencia añadida de la desconfianza de una sociedad hacia sus<br />

propias instituciones.<br />

Bien es verdad que un análisis desagregado de la violencia<br />

sectaria obliga a ser cautos. Porque esa violencia no se reparte a lo<br />

largo de todo el territorio por igual. Por el contrario, existen zonas de<br />

Afganistán muy estabilizadas. Por ejemplo, en el noreste de<br />

Afganistán, en el área de Badakshan. O en las zonas, también norteñas,<br />

de Jawzjan y Balkh. No es que no se registren crímenes, o robos. Pero<br />

las cifras son conmensurables a las de otros países de la zona que no<br />

se hallan en conflicto. En cambio, la situación se está volviendo a<br />

complicar en la provincia de Herat y, especialmente, en la de Farah.<br />

Finalmente, en algunas provincias la situación es crítica. Sobre todo<br />

en el sur, en las zonas de mayoría pastún: desde Nimruz, Kandahar,<br />

Helmand y Uruzgan hasta Wardak y casi hasta los arrabales de la<br />

propia Kabul. Se trata de los territorios en los que se produce el cóctel<br />

explosivo entre el irredentismo talibán, el cultivo de opio y el paraíso<br />

de la delincuencia común, ante la tardanza en levantar una estructura<br />

estatal o para-estatal realmente sólida. El problema estriba en que con<br />

las fuerzas disponibles sobre el terreno a duras penas es factible<br />

ejercer una mayor presión sobre estos territorios. Pero lo peor es que<br />

cuando eso sucede, los talibán parecen contar con apoyo suficiente en<br />

provincias menos hostiles a la coalición y tienen facilidad para migrar<br />

temporal o definitivamente hacia esas zonas. Sería el caso, en los<br />

últimos tiempos, de la provincia de Badghis (Colom, 2009: 23-24).<br />

Probablemente no sea extraño a este hecho que la presión occidental<br />

contra el cultivo de opio en las zonas en que tradicionalmente se daba<br />

haya provocado cierto desplazamiento del mismo hacia la zona de<br />

Farah y la propia Badghis, con lo cual se demuestra de nuevo la

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