Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
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CAPÍTULO 3 69<br />
UN ESTADO MULTIÉTNICO SIN NACIONALISMOS PERIFÉRICOS<br />
revolución industrial, se caracteriza por dificultar el contacto entre los<br />
diferentes grupos etno-culturales (allá donde los haya, que es en casi<br />
todas partes) residentes en el interior de cada Estado. Tampoco facilita<br />
el contacto entre cualquiera de ellos y el centro de poder político que,<br />
en general, acostumbra a ser el portavoz de uno de esos grupos. Como<br />
se ha dicho, la base de la riqueza no era otra que una economía<br />
agropecuaria de mera subsistencia. Por lo tanto, apenas había<br />
necesidad de relación entre las gentes que habitaban los diferentes<br />
valles, las depresiones de las cordilleras o las riberas de los ríos. Y,<br />
cuando ese contacto existía, traía causa de alguna transacción<br />
comercial que no era prolongada en el tiempo, ni en el espacio (Rubin,<br />
2009: 20). Si a ello le unimos las conocidas dificultades del Estado<br />
para trasladar las costumbres de la corte y de sus provincias<br />
adyacentes al conjunto de su territorio -no había educación pública<br />
obligatoria, por poner un ejemplo, ni medios de comunicación de<br />
masas- nuestra ecuación empieza a despejarse. Así que el retrato de<br />
esa situación magistralmente dibujado por Ernst Gellner nos invita a<br />
pensar en una yuxtaposición de “pequeñas comunidades separadas<br />
entre sí verticalmente que forman los miembros legos de la sociedad”,<br />
entre los cuales, ciertamente, “la diferenciación cultural está muy<br />
marcada”, sin que eso sea un grave inconveniente (en el sentido de<br />
provocar disputas, recelos o choques entre esos grupos) debido a que<br />
esas comunidades campesinas “suelen llevar una existencia vuelta<br />
hacia sí mismas” (Gellner, 1997: 24).<br />
Efectivamente, creo que la situación por la que ha pasado<br />
Afganistán a lo largo de los últimos 200 años se ajusta a esta<br />
descripción de los hechos (que debe ser considerada ideotípica en el<br />
sentido weberiano, por supuesto). Y, en buena medida, con los<br />
matices que irán surgiendo de la explicación de la realidad actual, creo<br />
que todavía están pasando algunas de estas cosas. En este sentido,<br />
Afganistán se adapta bien, desde un punto de vista empírico, a la<br />
explicación de Gellner. Es más, creo que si yo no hubiera dicho, desde<br />
el principio, que esa explicación se refiere a Europa, el lector podría<br />
haber pensado que me estaba refiriendo a la economía de Afganistán.<br />
Allí, como también en Europa durante varios siglos, no era usual que<br />
se produjeran roces fundamentados en una lógica, digamos,<br />
nacionalista (o, simplemente, etnocultural), primero porque ese<br />
discurso ni siquiera se había articulado pero sobre todo, en última<br />
instancia, porque no había ninguna necesidad de articularlo. De forma