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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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224 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />

captura de activistas. Por otro lado, se trataba de ayudar a los talibán a<br />

esconderse y a rehacerse. Pero hacia 2001 había muchos talibán que<br />

tenían tratos con Al Qaida. Entonces, ¿dónde encasillarlos? Se trata de<br />

un auténtico encaje de bolillos. Pero este doble juego es el resultado<br />

de esas ambiciones. Y aunque Pakistán no lo había buscado<br />

intencionadamente, desde entonces se encuentra atrapado en sus<br />

efectos perversos. Perversos, finalmente, para la estabilidad del propio<br />

Pakistán.<br />

La sociedad pakistaní está rota por dentro. Las tensiones entre<br />

islamistas y los sectores más modernizadores del país se acercan a una<br />

situación de pre-guerra civil. Mientras estuvo en el poder, Musharraf<br />

fue bastante cauto a la hora de perseguir a los ciudadanos afganos y<br />

pakistaníes sospechosos de colaborar con el terrorismo internacional.<br />

Pero se vio forzado a hacer concesiones a los Estados Unidos. Así que<br />

mandó arrestar a varios militantes árabes de Al Qaida y los entregó a<br />

las autoridades estadounidenses. Ni que decir tiene que esta delicadeza<br />

es irrelevante (en el mejor de los casos) a ojos de los dirigentes<br />

panislámicos de Al Qaida. De hecho, a lo largo de sus últimos años en<br />

el poder fue blanco de las iras de ese mismo extremismo islámico que<br />

él (y sus antecesores) había contribuido a fortalecer. El propio<br />

Musharraf fue objeto de varios atentados. En diciembre de 2003 sufre<br />

uno que está a punto de costarle la vida. En este sentido, no podemos<br />

obviar que desde el año 2002 Bin Laden y Al Zawahiri venían<br />

lanzando una serie de filípicas en contra suya, tildándolo<br />

sistemáticamente de “traidor” y de “vergüenza” para el Islam (Rashid,<br />

2009: 287).<br />

Finalmente, en julio de 2007, él es el responsable de la<br />

sangrienta represión en la conocida mezquita roja de Islamabad. Se<br />

trata de lo que los economistas describen como una “huída hacia<br />

delante”. Un gesto desesperado ante un problema que le supera. La<br />

respuesta de los islamistas pakistaníes ha sido declararle la yihad a su<br />

propio gobierno. En todo este cúmulo de desaciertos, quizá cabría<br />

decir que Musharraf fue víctima de su propia ambigüedad. Pero sería<br />

injusto. Porque detrás de él existe toda una intelligentsia que ha<br />

decidido jugar a un juego demasiado arriesgado. Musharraf fue<br />

víctima de una ambigüedad estructural. A lo sumo fue su portavoz. Y,<br />

en ocasiones, su portavoz a regañadientes.

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