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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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CAPÍTULO 4<br />

LA MONARQUÍA DE ZAHIR SHAH (1933-1973)<br />

Zahir Shah llegó al poder muy joven. Demasiado joven.<br />

Sólo contaba 19 años de edad. Así que el verdadero protagonismo<br />

recayó en los sucesivos primeros ministros del gobierno de Kabul.<br />

Más curioso es que esta situación terminara prolongándose<br />

prácticamente hasta su exilio, en 1973. De hecho, arreció a medida<br />

que pasaban los años. Sin embargo, es lícito referirse a este período<br />

aludiendo al nombre de su monarca, ya que su figura ha sido<br />

bastante respetada por casi todos los afganos de diferentes etnias.<br />

Es más, su longevidad le ha permitido llegar al siglo XXI y presidir<br />

el renacer post-talibán del Estado, en época reciente. Aunque sea de<br />

un modo simbólico. De ahí el encabezamiento.<br />

Su reinado, lato sensu considerado, no dejó un mal recuerdo.<br />

Es más, en ocasiones es recordado con auténtica nostalgia. Aunque<br />

quizá haya contribuido a ello el hecho de que muchos afganos<br />

consideran que tras su mandato la tónica predominante ha sido una<br />

nefasta intercalación de guerras civiles y de invasiones extranjeras.<br />

Es decir, que ese juicio positivo es directamente proporcional a los<br />

deméritos de sus sucesores. Con todo, el reinado de Zahir Shah<br />

también conoció momentos dulces cuya apreciación no depende de<br />

tener que jugar a contraluz con los fracasos posteriores. En efecto,<br />

Afganistán conoció una estabilidad interna sin precedentes. Las<br />

fuerzas policiales y las fuerzas armadas hacían acto de presencia en<br />

todas las grandes ciudades y controlaban las principales carreteras<br />

y aeropuertos sin mayores problemas. La seguridad estaba<br />

garantizada. Mientras tanto, las tribus de las zonas rurales, que<br />

seguían siendo en gran medida autosuficientes, mostraban su<br />

aquiescencia o, al menos, una pasividad delatadora de la misma, sin<br />

ofrecer resistencia alguna al poder central (Jones, 2009: 8). Así que<br />

la maquinaria del Estado rendía, dentro de sus posibilidades,<br />

aceptablemente bien.

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