Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
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CAPÍTULO 7 129<br />
EL IMPACTO DE LA IRRUPCIÓN DE LOS TALIBÁN EN CLAVE NACIONAL<br />
andaba a la zaga. Es más, en algunos extremos rivalizaban en crueldad.<br />
Y no siempre era la sharia la que ganaba este particular tour de force.<br />
Ocurre que la tradición pastún siempre había dado una enorme<br />
importancia al honor. Mientras que las mujeres eran las principales<br />
depositarias de ese honor. Del suyo propio, pero también del honor de<br />
sus maridos y hasta del de sus familias en un sentido más amplio. Por<br />
ese motivo, ambos códigos restringían sus movimientos y su<br />
capacidad para decidir libremente en cuestiones de moral doméstica. E<br />
incluso en cuestiones profesionales. Un observador occidental definió<br />
lo sucedido en esos años en la zona pastún afgana de forma lacónica,<br />
pero rápidamente entendible: ahí las mujeres siempre habían estado<br />
igual de mal (Weber, 2001: 191). La irrupción de los talibán no<br />
empeoraba mucho las cosas con respecto a un modus vivendi ya de por<br />
sí complicado para algunos sectores de esa sociedad. Sin ir más lejos,<br />
la represión de los delitos mediante la aplicación de la ley del Talión<br />
era frecuente entre los pastún del sur mucho antes de la aparición de<br />
los talibán. En ese aspecto tampoco se llevaron grandes sorpresas.<br />
Salvo, quizá, en la espectacularidad del formato (v.gr. ajusticiamientos<br />
en los estadios de fútbol). Pero, de nuevo, eso no afectaba al fondo de<br />
la cuestión.<br />
Finalmente, debe reconocerse que los talibán actuaron con<br />
cierta habilidad, dentro de sus parámetros. En realidad, al menos en<br />
los primeros tiempos, relajaron algunas normas de policía que en<br />
teoría estaban vigentes. Por ejemplo, aunque a ellos les disgustaba<br />
sobremanera que las mujeres trabajaran fuera de sus casas, admitían la<br />
tradicional labor femenina en el campo. La explicación más segura es,<br />
precisamente, porque era algo que formaba parte de las costumbres<br />
del lugar. Y si eso significaba tener que flexibilizar un poco,<br />
paralelamente, la rigurosidad de las reglas de indumentaria, no había<br />
grandes inconvenientes para transigir, dada la necesidad de continuar<br />
esa labor con manos femeninas. Supongo que ahí se podía defender la<br />
tesis de que estaban en sus tierras, rodeadas por varones de sus<br />
familias. Protegidas por ellos. Con lo cual no se vulneraba ninguna<br />
regla sustantiva. Veremos que en las grandes ciudades las cosas iban a<br />
ser muy distintas. De acuerdo. Pero eso no afectaba a las gentes del<br />
suroeste (Marsden, 2002: 185) que era el escenario de su inicial<br />
expansión. Igualmente, aunque los talibán se propusieron controlar el<br />
ocio de los kandaharis y aunque sabemos que eran reacios a las cintas<br />
de video, o a la televisión, es sabido que en 1995 en Kandahar todavía