Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
CAPÍTULO 2 49<br />
UNA NACIÓN CON UN PARTO COMPLICADO<br />
Como tampoco lo fue para un proyecto de nación afgana. Ni siquiera<br />
en esos últimos veinte años. A lo largo de este período, la debilidad<br />
intrínseca a la administración sólo provocó algunos retrocesos en las<br />
conquistas previas y, sobre todo, la falta de control efectivo sobre<br />
buena parte del territorio. Lo de que el brazo militar del gobierno de<br />
Kabul llegaba al Amu Daria era poco más que un eufemismo. Lo cual<br />
no impedía la organización de alguna expedición a Cachemira de vez<br />
en cuando, a sabiendas de que era muy complicado abrazar<br />
definitivamente dicho territorio. Pero esta combinación asimétrica de<br />
ambición y debilidad podía significar que la Rusia zarista advirtiera<br />
que podía proseguir su expansión hacia el Sur con más facilidad. Así<br />
que muy pronto llegaron los primeros emisarios británicos con la<br />
mirada puesta en poner un poco de orden en Asia Central así como<br />
para tratar de que Moscú tomara nota de cual iba a ser el límite de su<br />
codicia.<br />
Como consecuencia de estas maniobras de alta diplomacia<br />
internacional, en fecha tan temprana como 1809 se firmó un Tratado<br />
al que se dio un título como mínimo curioso: el “Tratado de Defensa<br />
Mutua”, entre Afganistán y el Reino Unido. Claro que, como casi<br />
siempre, lo importante no es el nombre sino su contenido. En realidad,<br />
la defensa lo era respecto de Francia pero, sobre todo, respecto de la<br />
Rusia zarista. En este sentido, ese tratado ya configura lo que será el<br />
futuro inmediato del proyecto de Estado afgano: una tierra de nadie<br />
cuyo control era objeto de la codicia de una retahíla de enemigos –<br />
pese al rimbombante nombre de los tratados- que indefectiblemente<br />
resultan ser mucho más poderosos; un “Estado-tapón” entre los dos<br />
imperios más briosos de la época, cual es el caso de Rusia y el Reino<br />
Unido; una especie, pues, de frontera común con forma de Estado, de<br />
derechos sucesorios entre los candidatos llevaron al territorio a una situación de guerra<br />
civil permanente, así como a una refeudalización. El más activo de los emires<br />
decimonónicos fue Dost Mohammed. Sin embargo, cuando en 1826 se plantó en Kabul,<br />
sólo controlaba una pequeña área que se extendía hasta Ghazni. Es decir, de nuevo<br />
tenía que partir de cero. Poco antes de morir, en 1863, había recuperado Herat. Pero ya<br />
no podría hacer lo propio con Peshawar. Además, pese a la recuperación de parte de los<br />
territorios ya ocupados por sus predecesores, el balance de su state-building no puede<br />
ser demasiado favorable, habida cuenta de que “él hizo poco para reformar o<br />
modernizar tanto la economía de Afganistán como su propio gobierno (…) su<br />
administración fue extremadamente rudimentaria y allí no había funcionarios y había<br />
pocos registros públicos” (Ewans, 2002: 78). Es evidente que hay cosas que en<br />
Afganistán operan como constantes…