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Descargar PDF - Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado

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218 ¿QUO VADIS AFGANISTÁN?<br />

entre ambos Estados o el contencioso de Cachemira son las<br />

principales. Esto provoca complicaciones adicionales que revierten en<br />

Afganistán. En este sentido, el asunto de Cachemira es especialmente<br />

controvertido, porque Afganistán ha sido base de entrenamiento para<br />

los fundamentalistas islámicos pro-pakistaníes que tenían<br />

precisamente ese destino. Tal era la situación, sin ir más lejos, en la<br />

época dorada de los talibán. E India lo sabe. Pero, más allá de esto, la<br />

tensión en Cachemira provoca, a su vez, que Pakistán qua Estado esté<br />

intranquilo ante la posibilidad, no del todo descartable, de una<br />

furibunda reacción militar india para poner freno a las periódicas<br />

provocaciones pakistaníes. Aunque esa reacción se produzca<br />

utilizando sólo armas convencionales. Porque no podemos olvidar que<br />

en este apartado la India posee unas fuerzas armadas muy superiores a<br />

las que Islamabad podría llegar a movilizar. Así que el fantasma de<br />

una guerra contra un vecino más poderoso siempre sobrevuela las<br />

mentes de la elite político-militar punjabi. Indudablemente, es el peaje<br />

que tiene que pagar por alimentar temerariamente la causa cachemir.<br />

Pues bien, en este escenario de crisis potencial, los pakistaníes<br />

siempre han visto Afganistán como su tabla de salvación.<br />

Efectivamente, ante un hipotético ataque de la India sobre suelo<br />

pakistaní, el territorio afgano le concedería más margen para una<br />

eventual retirada y recomposición de fuerzas propias, además de<br />

proporcionarle una ruta segura para el acceso a los suministros y<br />

municiones necesarios para continuar la guerra. Eso es lo que en clave<br />

castrense podríamos definir como tener “profundidad estratégica”.<br />

Pero es evidente que todo ello sólo sería factible en caso de que el<br />

gobierno de Kabul estuviese por la labor (Hallinan, 2009: 70). Ya que<br />

Afganistán es un Estado independiente que, en otras circunstancias,<br />

bien podría optar por cerrar su frontera con Pakistán, poniendo a los<br />

punjabis contra la espada y la pared (nunca mejor dicho). De ahí que<br />

la insistencia de los sucesivos gobiernos pakistaníes vaya mucho más<br />

allá de poder entrenar a yihadistas en los campos afganos. En realidad,<br />

este extremo es precisamente el que puede oscilar de un gobierno a<br />

otro. En cambio, la obsesión por tener la retaguardia asegurada es<br />

bastante transversal a los dirigentes de Islamabad. Y esa retaguardia se<br />

llama Afganistán.<br />

Con todo, es evidente que la opción de que Islamabad maneje<br />

los hilos de la política de su vecino no es fácil de llevar a la práctica.

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