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CAPÍTULO 6 113<br />

LA GUERRA CIVIL 1992-1996 Y LA APARICIÓN DE LOS TALIBÁN<br />

económica- a escala estatal. En esta dirección, mientras que la imagen<br />

de un consejo de líderes tribales en la búsqueda de soluciones<br />

comunes no sólo tiene lógica en su dimensión teórica sino que además<br />

suele ser una realidad práctica, es altamente improbable que se puedan<br />

generar (y menos aún estabilizar/institucionalizar) tendencias<br />

semejantes entre señores de la guerra.<br />

Pues bien, Afganistán ha tenido y tiene una fuerte propensión<br />

a abrazar este modus operandi. Rashid Dostum va a establecer su<br />

propio feudo. En realidad, por paradójico que pueda parecer, se<br />

trataba de algo bastante más parecido a un Estado que lo que<br />

realmente era entonces el simulacro de Estado afgano en bancarrota.<br />

Ubicado en las provincias del norte, refugio uzbeko por definición, se<br />

mostraba abierto a otros grupos étnicos, sobre todo a sus convecinos<br />

tayikos. En cambio, siempre mantuvo una postura desconfiada y hasta<br />

hostil hacia los pastún que habitaban “sus” tierras. Por lo demás, es<br />

conveniente indicar que ese sentimiento era mutuo. Aunque él, por su<br />

parte, nunca dejó las confabulaciones palaciegas con los políticos de<br />

Kabul. Probablemente porque siempre ha estado convencido de que<br />

ésa era la mejor manera de garantizarse esa cuota de poder.<br />

Su modelo feudal incluía un ejército privado de miles de<br />

hombres. Hasta 40.000 en sus mejores momentos. Estaban bien<br />

uniformados (cosa rara en Afganistán) y eran disciplinados. Poseía<br />

cientos de vehículos blindados, incluyendo carros de combate, así<br />

como dos docenas de cazabombarderos de fabricación soviética que<br />

todavía daban que hablar. No está nada mal para un señor feudal. Con<br />

esas poderosas razones garantizaba la seguridad en el interior de su<br />

oasis político. Siempre lo había hecho. En realidad, su gran mérito<br />

consiste en que supo mantener a ciudades tan emblemáticas como<br />

Mazar-e-Sharif alejadas de la destrucción tras más de una década de<br />

guerra (Rashid: 2001: 96). Supongo que a Dostum le interesaba su<br />

gente, los uzbekos, y le daba relativamente igual quién mandara en<br />

Kabul, ya fuesen soviéticos o islamistas. Lo importante es que<br />

respetaran sus intereses en el norte. Pero, por esa misma razón,<br />

deseaba estar al tanto de los politiqueos de la capital. Probablemente,<br />

pues, a Dostum el gobierno de Kabul le interesaba poco… salvo para<br />

poder controlar desde dentro que no molestara demasiado (Jawad,<br />

1992: 12).

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