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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Trazos malditosTrazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Al final del siglo y después delfin de <strong>las</strong> nove<strong>las</strong> de Puig, Airalo condena a ser un clásico:ahora es demasiada literatura.Aira lo remite a una culturadel pasado y le da un lugarhíper literario.Pauls descubrir en Puig una máquinanarrativa como nunca antes se conocióen la cultura argentina. Una máquinaque involucra al cine de Hollywood,tanto desde la revisión de génerosdiscursivos en el policial y el chisme,en el diario íntimo y <strong>las</strong> cartas, comoen el modo de construir personajes yla construcción de un star system y susmitologías que discuten el límite entrela vida privada y la vida pública.De esa adscripción del universo dePuig a <strong>las</strong> artes visuales y a <strong>las</strong> formasmodernas de reproducción esde donde parte la tesis de GracielaSperanza para repensar la obra “despuésdel fin de la literatura” 11 .Speranza pone el foco en ese aspectode la obra de Puig que había sido soslayado:lo lee como un erudito de lacultura pop. Puig es entonces el másconspicuo representante de un nuevomodo crítico de evaluar la cultura quepuede releer toda la literatura y todoel arte desde nuevas tecnologías. Perotomar en cuenta el nuevo universode la tecnología pone, entonces, a losautores en unanueva instanciapolítica. La culturapop mezclay rechaza categoríascomo <strong>las</strong>de lo alto y bajo,lee el psicoanálisiscomo una de<strong>las</strong> formas del melodrama y disuelvemediante el pastiche <strong>las</strong> fronteras entrela cultura popular y la cultura de elites.El gesto hace de Puig un autor con unsello personal y un estilo propio de <strong>las</strong>dimensiones de Borges en la literaturaargentina. Después de su obra sólo sepuede pegar un salto hacia adelante.Cuando Onetti descartó la novela dePuig, se trataba del gran escritor latinoamericanoque ocupando su lugarmagistral no puede ver el canon delfuturo. Muchos años después, el nuevoescritor canónico le rinde el homenajenecesario y lo convierte, entonces, enel héroe de toda la literatura; pero eseespacio de “indiscutible consagrado”Manuel Puig no lo ocupó jamás.César Aira hace de Puig un escritorclásico 12 . Sea bajo la forma de larepresentación de la escena originariade la literatura y la muerte en “Elsultán” (El beso de la mujer arañavendría a reponer el vínculo mortíferoentre Sherezada y el Sultán, elintercambio de narración que poneen juego la vida) o bajo la forma deuna figura retórica (La prosopopeya)que le sirve a Puig para hacer hablara una cultura (y al universo moral deesa cultura): el mundo visto a travésde los ojos de la madre joven o, mejordicho, del universo simbólico querodea a la madre joven. La obra dePuig es un ejercicio de justicia poéticaen la que el mundo de los objetossale a contar historias para impartiruna moral sobre los personajes y unamoraleja sobre <strong>las</strong> narraciones.Como si se tratara entonces de un puroacto de magia, la literatura de Puigencuentra ahora su “modo de ser” en lahistoria de la cultura occidental. Aira locompara con Diderot (Jaques el fatalistay El sobrino de Rameau), con <strong>Las</strong> mil yuna noches, con Kafka, con el Quijote ycon el Tristram Shandy de Sterne.Cuando Puig comenzó a escribir,Onetti lo condenó por haber construidoun objeto dudosamente literario...como si hubiera padecido de undéficit de literatura.Al final del siglo y después del fin de<strong>las</strong> nove<strong>las</strong> de Puig, Aira lo condena aser un clásico: ahora es demasiada literatura.Aira lo remite a una cultura delpasado y le da un lugar híper literario.Entre lo insuficiente y el exceso, la obrade Puig perdura como objeto inagotabley consecuentemente magnético, dela literatura argentina. Nunca en el centroni en la proporción exacta; siempreuna fuerza desequilibrante y una prosafluctuante entre el objeto vacío y laexuberancia de identificación; aquelloque los lectores no han dejado, desdela primera vez, de puntualizar con suslecturas: desasosiego y felicidad.NOTASManuel Puig,por Juan Rearte1. Almada Roche, Armando, Buenos Aires, cuándo será el día que me quieras, Buenos Aires, EditorialVinciguerra, 1992.2. Schmucler, Héctor, “Los silencios significativos”, Revista Los libros N° 4.3. Piglia, Ricardo, ”C<strong>las</strong>e media cuerpo y destino” en Nueva Novela Latinoamericana (Jorge Lafforgue comp.)Buenos Aires, Paidós. T. II.4. Viñas, David, “Después de Cortázar: historia y privatización” en Cuadernos Hispanoamericanos, N° 234,Madrid, junio 1969.5. Ludmer, Josefina, “Boquitas Pintadas, siete recorridos” en Actual. Revista de la Universidad de Los Andes,enero-diciembre de 1971, Año II, N° 8/9.6. Ver Amícola, José, Manuel Puig y la tela que atrapa al lector. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina,1992; y Giordano, Alberto, Manuel Puig. La conversación infinita. Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2001.7. Panesi, Jorge, “Manuel Puig, <strong>las</strong> relaciones peligrosas” en Críticas, Buenos Aires, Norma Grupo Editorial, 2000.8. Amícola Ibíd.9. Link, Daniel, C<strong>las</strong>es. Literatura y disidencia. Buenos Aires, Norma Grupo Editorial, 2005, Parte 4, cap. 1973.10. Pauls, Alan, Manuel Puig: La traición de Rita Hayworth. Buenos Aires, Hachette, 1986.11. Speranza, Graciela, Manuel Puig. Después del fin de la literatura. Buenos Aires, Norma Grupo Editorial, 2000.12. Aira, César, “La prosopopeya”, 1994, en www.beatrizviterbo.com.ar/ineditos; Aira, César, “El sultán”, enRevista Paradoxa, 1991, VI, 6, pp. 27-29.214 21503. Trazos malditos.indd 214-215 13/11/06 21:39:19

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