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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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Nombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006146Bianco, lector de ProustPor Guillermo DavidLa propia soberanía de la crítica, defendidapor Bianco, se deconstruye en función de ungran desplazamiento de razonamientos: desdela novela a la vida y desde la vida a la moral,representando la hoja de ruta de los extravíosimplícitos en una vocación epigonal por la obraproustiana. Ella se lee en Bianco a partir de componentesintrospectivos, demarcatorios de zonascuyo alcance escapa a la vocación de ambosautores. Esos componentes revelan, al menos,restos de diálogos presentes en la escritura deBianco, quizá como el efecto menos deseado desu propia búsqueda.Guillermo David descubre un poco conocidolector de Proust en fuga, como lo fue el jovenBianco. Acaso Bianco, acaso el propio David,desean transmitirnos que a la obra de Proustsólo se llega queriendo escapar de ella, como si<strong>las</strong> biografías literarias tuvieran que transitaresta paradoja para poder ensayar inspiradorasmodalidades del vínculo narrativo y vital.Sucedido en el período de entreguerras,el diálogo crítico con la obra de MarcelProust en <strong>Argentina</strong> fue acompañadodesde los primeros momentos por unavocación narrativa epigonal. Baste ver<strong>las</strong> obras de Manuel Gálvez 1 , RobertoMariani 2 , Max Dickmann 3 , EnriqueAnderson Imbert 4 y Juan Pablo Ramos 5(y obsérvese el arco ideológico que cubreese espectro, que va desde la derechanacionalista católica al izquierdismo socialistapasando por el fascismo y el vanguardismosocial) para corroborar en susensayos de aproximación al texto proustianoel paralelo con sus emulaciones ficcionales.José Bianco no constituye unaexcepción a esta experiencia de abordaje.Quien estaría destinado a ser uno de losmás finos escritores argentinos y almasecreta del grupo Sur publicará en su juventud–apenas a los 24 años– un librode exquisitos relatos, algunos de los cualesanticipara en La Nación, titulado “Lapequeña Gyaros”, texto con que dabainicio a su larga y prolífica relación conel autor francés. Compuesto por seis narracionescuya atmósfera común remedael tono de sociedad declinante propio de<strong>las</strong> invenciones de Proust (aunque pordiversos motivos –el primero de ellos:el formato breve que les conferirá–, lostextos del volumen recuerdan más bien aLos placeres y los días, así como La pérdidadel reino, su gran novela de la madurez,remitirá a En busca del tiempo perdido enmás de un sentido), la presencia en ellosde un narrador que permanece como unespectador solitario más o menos pasivo,ingenuo y espantado, oscilando entre laapatía y el solaz apaciguado por el lugarde testigo incómodo que se adjudica,propone –demanda– la complicidad deun lector específicamente proustiano.Esto es, un lector que acepte esa condiciónde espectador incluido en la trama,inclusiva y a la vez distanciadora, propinadapor el yo narrante; ese yo que essiempre otro, un otro próximo y distinto.Al recorrer sus relatos se tiene la sensación,lograda pocas veces incluso poraquellos autores que se propusieron condeliberación alevosaaparecer comoémulos declarados,de que se estáleyendo, aun, páginasque podríanhaber sido escritaspor el mismísimoProust si éste hubieraposeído elespañol –y vividoen <strong>Argentina</strong>–, oque podrían incluirseentre suspapeles como unaprolongación letánicay apócrifa,compuesta conrestos autónomos expurgados de susnove<strong>las</strong>. Situación que, desde ya, por símisma desmerecería los resultados –yde hecho lo hace con no pocos de losescritores que habrían de proponerse eldesafío de respaldar su prosa en la deProust– al imponer su condición subsidiaria,supérstite, como vicio de origen.Pero que en el caso de Bianco, y he aquísu mérito, a mi entender único entrequienes se mantuvieron apegados al espírituproustiano en su narrativa, triunfade su propia vocación epigonal 6 .Acompasando esta incursión narrativa,el joven Bianco escribirá uno de susprimeros ensayos críticos destinado a laprensa titulado Stendhal y Proust, editadoen La Nación de Buenos Aires el 9 abrilde 1933. Denotaba así, con ese empardey mutua contaminación entre crítica yficción, sus operaciones de lectura deltexto proustiano a través de <strong>las</strong> cualesse autorizaba y constituía escritor. TodasAl recorrer sus relatos se tiene <strong>las</strong>ensación, lograda pocas veces,incluso por aquellos autoresque se propusieron con deliberaciónalevosa aparecer comoémulos declarados, de que seestá leyendo, aun, páginas quepodrían haber sido escritaspor el mismísimo Proust siéste hubiera poseído el español–y vivido en <strong>Argentina</strong>–, oque podrían incluirse entre suspapeles como una prolongaciónletánica y apócrifa, compuestacon restos autónomosexpurgados de sus nove<strong>las</strong>.14702. Nombres, linajes y recorrido146-147 146-147 13/11/06 21:31:48

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