LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006GroussaquianasGroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006para lo cual, y dentro de los límites detiempo de una conferencia, recorreremosa vuelo de pájaro su vida, deteniéndonosen los hitos que lo muestran siempredigno, ajeno a todo “cálculo”, “estrategia”o “piolada”, animándose a enfrentarel poder, cuando la defensa de sus ideas ysus sentimientos se lo exigirían.Los pasajes más incisivos del ataquePero antes, a mucho más vuelo de pájaro,debo señalarles en este nuevo agravio, lospasajes que han generado mi reacción. Seentiende que el agravio parte, ya, desdeel título: “estratega intelectual”.Y ya adentrándonos en el libro, extraigoalgunas de <strong>las</strong> constantes referenciasprejuiciosas con que se presenta aGroussac como un calculador de movimientosy posiciones:• “Puso en práctica múltiples estrategiasque terminaron por otorgarle unapreeminencia indiscutida” (pág. 62).• “Ciertas ideas y acciones del personajenos permiten tipificarlo como unestratega intelectual, en la medida enque sistemáticamente diseñó y ejecutódiversas operaciones destinadas a modificarla dinámica de la esfera culturalen la que estuvo inmerso” (pág. 64).• “Centramos nuestra atención enalgunas estrategias articuladas por elpersonaje que nos ocupa” (pág. 67).Veremos que con frecuencia suele reaparecerlo que llamaríamos “la granLevillier”. Y esto, ahora, por la atribuciónque se hace de móviles íntimos.Leemos en la pág. 67: “Con el fin dejustificar su posicionamiento excepcionalGroussac partía de una premisa”.Acá le están atribuyendo fines no expresadospor el escritor. La autora sospecha,y se atreve a exhibir su sospecha,con una prejuiciosa aseveración, sin lamenor señal dubitativa de su parte. Sinprudencia, esto es “sin sabiduría”, disparasus tiros diciendo: “con el fin dejustificar su posicionamiento, Groussacpartía de una premisa”. Pero nosotrosdecimos que la tal premisa, en realidad,es hija del estado de sospecha, y de obsesivoprejuzgamiento serial con que semaneja esta tesis, pues tal premisa nuncafue declarada ni propuesta por nuestroametrallado pianista.Veamos lo que este libro hace permanentemente,como hilo conductor. Ylo haremos con <strong>las</strong> palabras textualesde la autora: “se presenta la reconstruccióndel itinerario vital de Groussac”,frase que yo he traducido para mí, yahora para ustedes: “se presenta la vidade Groussac”. Bueno, me adelanto adecirles que la autora se expresa siemprecon una frase lo más complicadaposible. Y digo yo: si la podés hacerdifícil, ¿para qué la vas a hacer fácil?Al respecto, permítanme Uds. unadigresión, que introduzco aquí paramostrarles cómo ha sido juzgada “lamala prosa de la autora”. Y para queasí ya quede este punto debidamenteanudado con un ejemplo. Al respecto,les decía yo, esta oscuridad, este defectode expresión, ya ha sido subrayadoen otra reseña sobre el libro, publicadaen el suplemento Cultura del diario LaPrensa, en el mes de abril de este año.Inicialada G. B., corresponde a GuillermoBelcore, quien parece crisparseante, y les leo textualmente:la cacofónica jerga de los claustros... y losripios narrativos en que incurre la malaprosa de la autora.A veces nos encontramos ante parrafadasrealmente intransitables. Yo he separadofrecuentes ejemplos; pero hoy les voy aahorrar a ustedes –al menos por ahora–el martirio de escucharlos, y, créanme,encima, quedarse sin entenderlos.¡Ay, Papá Paul! Parece que a setenta ycinco años de tu muerte te ha venidoa salir en Buenos Aires, egresada nadamenos que de la facultad de Filosofíay Letras de la UBA (cuyo ConsejoAcadémico también integraste), unanueva cultora del “floripondio”; un rebrotedel vicio, de la frase complicadaque tanto te empeñaste en desterrar denuestra lengua. Y bueno, parece que tefalló el herbicida y perduran algunasma<strong>las</strong> hierbas que han logrado rebrotarentre nosotros, porque te cuentoque no es éste el único caso de malalengua idiomática que nos invade.Los fundamentos de nuestra defensaPara rebatir la óptica de esta tesis, vamosahora a ir viendo la conducta de “nuestroestratega escalador de posiciones”.En primer lugar nos referiremos a esasdos acciones de Paul Groussac que latesis presenta como “maniobras de posicionamiento”.Son <strong>las</strong> que se refieren:1°) al uso de sus amistades;2°) a la artificial generación de polémicas.Nos parece estar de nuevo ante “la granLevillier”. El fantasma de quien en sumomento debió replegarse ante el sonarde sables, floretes y pisto<strong>las</strong>, paraterminar allanándose en forma incondicionaly retirar la ofensa, parece hoysobrevolar en estas páginas de la Prof.Bruno, por la manera en que se atreveella a adentrarse en el terreno moral,juzgando íntimos móviles. Repito:1°) los móviles por los que Groussacconstruía sus amistades;2°) los móviles con que generaba artificialespolémicas.Dos actitudes heroicas, no valoradaspor la tesisNuestro aspirante a trepador no dudaen arriesgar su vida en dos ocasionesnotables, ambas referidas a su intervenciónheroica –sí, heroica– durantedos epidemias que azotaron a BuenosAires: la del cólera (1868) y la de lafiebre amarilla (1871).Conducta heroica: así también la hancalificado Benarós y Páez de la Torre.Por supuesto, la tesis permanece insensible,y con opinión mezquina se limitaa decir que es Groussac quien narrael episodio con tono heroico.Conviene aquí recordar que, casi reciéndesembarcado, el joven había trabajadocomo peón ovejero en San Antoniode Areco, pasantía que le da dosllaves importantes para el aquerenciamentodel futuro argentino: empiezael aprendizaje del idioma, aun “entrevascos y paisanos”. Y aprende a montara caballo, transporte en aquellostiempos imprescindible para quien,después, recorrerá el país a caballo oa lomo de mula, como “Inspector deEnseñanza Secundaria”. Bien se ha dichoque la patria se hizo a caballo.Epidemia de cólera (1868)En esos días vive en una finca del oeste,posiblemente Morón, contratadocomo preceptor para los tres hijos deun rico comerciante francés. Y simultáneamente,todos los días que tienec<strong>las</strong>e viene al centro, al Colegio Nacional(después el Buenos Aires) dondedicta Matemáticas, aun careciendo detítulo. Sucede que antes de aventurarsea su viaje a Buenos Aires, a los 17 añosacababa de aprobar el ingreso, severísimo,a la Escuela Naval de Brest, con tal370 37106. Groussaquianas.indd 370-371 13/11/06 21:44:12
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006GroussaquianasGroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Ante una pregunta del ministro,el joven francés (Groussac)responde que ya está dispuestoa regresar a Francia. Avellanedase interpone en la decisión, proponiéndoleque antes conozca elJardín de la República. Le ofrecehoras como profesor del ColegioNacional de Tucumán, que eljoven acepta. Ninguno de losdos escalones fueron premeditadospor Groussac: ni la entrevista,que nació por iniciativa delministro; ni el nombramientode profesor en Tucumán, quetuvo el mismo origen.nivel en su estudio de <strong>las</strong> Matemáticasque, en verdad, estaba intelectualmentehabilitado para enseñar<strong>las</strong>.Volvemos a Morón. Uno de los chicosenferma de cólera (1868) y el jovenGroussac, ante la huida de todo el personalde servicio, permanece y colaborasin desmayojunto al enfermo.Aquí tieneoportunidad deaplicar su destrezade jinete, ensillandoy volandoal pueblo a buscarlos remediosque el médico vaprescribiendo, ensucesivas visitas.Felizmente el chiquilínse recupera,y, gracias a Dios,el joven preceptorno se contagia.Y pregunto yo:esta acción de haberse expuesto a caerél también alcanzado por el cólera, ¿nohabría sido un primer peldaño de la escaleraa la fama? Ahora me hacen dudar.Bromas aparte, digamos que desde entonceslos dueños de casa lo presentarána sus amigos con esta frase invariable:“Es de la familia”.Lo convoca AvellanedaPero antes del caso de la fiebre amarilla,cronológicamente, nuestro joven“trepador”, por entonces profesor dematemáticas en el Colegio Nacional,se encuentra con el ministro Avellaneda.El joven “escalador” acaba depublicar su primer trabajo literario(su ya famoso estudio sobre José deEspronceda) en la Revista <strong>Argentina</strong>de Miguel Navarro Viola. Avellaneda,ministro de Instrucción Pública de Sarmiento,lo hace llamar a su despachopara conocerlo. Al encuentro concurreacompañado por el rector del colegio,el profesor Alfredo Cosson. Ante unapregunta del ministro, el joven francésresponde que ya está dispuesto a regresara Francia. Avellaneda se interponeen la decisión, proponiéndole que antesconozca el Jardín de la República.Le ofrece horas como profesor delColegio Nacional de Tucumán, queel joven acepta. Ninguno de los dosescalones fueron premeditados porGroussac: ni la entrevista, que naciópor iniciativa del ministro; ni el nombramientode profesor en Tucumán,que tuvo el mismo origen.A todo esto, nuestro joven “escalador”,en vez de esforzarse por prolongar lavisita al riñón del poder, según él mismonos cuenta en Los que pasaban,literalmente no ve la hora de que Avellaneda“la corte” –diríamos hoy– deuna buena vez y lo largue, pues para éles mucho más importante volar al encuentrode una joven, con quien tienecita apalabrada en la Recoleta. ¡Vaya,pues, con el estratega alpinista, urgidopor dejar rápido al ministro para poderllegar a tiempo a su cita!De nuevo heroico. La fiebre amarillaBueno, entramos ya al episodio de lafiebre amarilla. Nuestro “trepador” dejala escalera a un costado y colabora consu amigo y colega del Colegio Nacional,el médico inglés David Lewis, queacaba de ser nombrado inspector dehigiene de Catedral al Sur. “Groussacaceptó sin vacilar –nos dice Páez de laTorre– la función que lo ponía en riesgode contagio” (pág. 37). El joven de23 años, secundando a Lewis, se internaen los conventillos hasta que contraela enfermedad, que le produce severacefalea y afasia. El rector Cosson loenvía al campo, a Morón, donde, muybien atendido, logra recuperarse. Sobrela fiebre amarilla nos ha dejado una de<strong>las</strong> páginas más impactantes de su prosaevocativa, en el capítulo dedicado a suamigo José Manuel Estrada, en Los quepasaban. Es en verdad una página deantología que se conoce, precisamente,como “el cuadro de la fiebre amarilla”.Vimos cómo ya en dos oportunidadesnuestro joven escalador de posicionesdesdeña conservarse sano, intacto ycon vida para, en cambio, precisamentearriesgar su vida en contacto con tan gravesenfermedades infecto-contagiosas: elcólera y la fiebre amarilla. ¿Qué pasó porsu cabeza? ¿No calculó? ¿Nuestro especuladordejó de especular por un tiempoy no midió el peligro? Dejamos <strong>las</strong>preguntas abiertas. ¿O acaso contraer lafiebre amarilla habría sido también unajuvenil maniobra especulativa? Respondemos:posponer el apego a la propiavida, para en cambio arriesgarla en dosactitudes de solidaridad social, no pareceuna conducta propia de un hombre conpasta y fibras de calculador.<strong>Las</strong> maniobras de posicionamiento(según la tesis)Ya habíamos adelantado <strong>las</strong> dos principales“maniobras de posicionamiento”que esta tesis le inventa a Groussac. Recordamosque son –su relacionarse con elpoder, buscando calculadamente amigosen esa esfera– la generación de sus célebrespolémicas. Así dice la Prof. Bruno:“salir al ruedo provocando a personajesconspicuos de la intelectualidad porteñaen los periódicos de mayor difusión deBuenos Aires”, para cobrar notoriedad.A ambos ítems nos referiremos ahora.Su relación con el poderEn el prólogo a la selección de la Prof.Bruno titulada Travesías intelectuales...,leemos en la pág. 62: “su explícito galanteocon los hombres del poder”.¡Ay!, nos reaparece el fantasma del Sr.Levillier que, en el artículo ya mencionado,se animó a querer presentara Groussac como un cortesano, conestas textuales palabras: “supo hacer sucorte, como privado del rey”.La sospecha, el infundio y la difamación,en definitiva, son <strong>las</strong> mismas enel artículo de ayer y en la tesis de hoy:decir “privado del rey” es como atribuirle“galanteo con el poder”.Es verdad que gran parte de sus amigosfueron ministros, ministeriables,presidentes y presidenciables. Pero noporque Groussac los buscara. TantoAvellaneda como Pellegrini, son elloslos que piden conocerlo.Tampoco todos sus amigos fueron exclusivamentede tan importante nivelde poder como pretende la tesis. Porejemplo, los Estrada, destacadísimosen el mundo cultural y social de la época,no eran la encarnación del poderpolítico, ni mucho menos: ni Ángel,ni Santiago, ni José Manuel. De habersido así, a José Manuel no lo hubierandejado cesante de sus cátedras en laFacultad de Derecho. Aquella cesantíaque generará el emotivo despedirse desus alumnos, con estas bellísimas palabras,pronunciadas por el brillanteorador que fue este Estrada:De <strong>las</strong> astil<strong>las</strong> de <strong>las</strong> cátedras destrozadaspor el despotismo haremos tribunas paraenseñar la justicia y predicar la libertad.372 37306. Groussaquianas.indd 372-373 13/11/06 21:44:13
- Page 2 and 3:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006
- Page 4 and 5:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 6:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 11 and 12:
La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 13:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 16 and 17:
La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 18 and 19:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 20 and 21:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 22 and 23:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 24 and 25:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 26 and 27:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 28 and 29:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 30 and 31:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 32 and 33:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 34 and 35:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 36 and 37:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 38 and 39:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 40 and 41:
La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 42 and 43:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 44 and 45:
Un crítico se mide frente asu moti
- Page 46 and 47:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 48 and 49:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 50 and 51:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 52 and 53:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 54 and 55:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 56 and 57:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 58 and 59:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 60 and 61:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 62 and 63:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 64 and 65:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 66 and 67:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 68 and 69:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 70 and 71:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 72 and 73:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 74 and 75:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 76 and 77:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 78 and 79:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 80 and 81:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 82 and 83:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 84 and 85:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 86 and 87:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 88 and 89:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 90 and 91:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 92 and 93:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 94 and 95:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 96 and 97:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 98 and 99:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 100 and 101:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 102 and 103:
Trazos malditosComo cualquier otra
- Page 104 and 105:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 106 and 107:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 108 and 109:
Trazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 110 and 111:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 112 and 113:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 114 and 115:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 116 and 117:
Trazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 119 and 120:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 121 and 122:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 123 and 124:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 125 and 126:
Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 127 and 128:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 129 and 130:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 131 and 132:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 133 and 134:
Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 135 and 136:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 137 and 138: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 139 and 140: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 141 and 142: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 143 and 144: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 145 and 146: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 147 and 148: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 149 and 150: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 151 and 152: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 153 and 154: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 155 and 156: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 157 and 158: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 159 and 160: Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 161 and 162: Reflexiones sobre lacondición inte
- Page 163 and 164: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 165 and 166: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 167 and 168: Reflexiones sobre la condición int
- Page 169 and 170: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 171 and 172: Reflexiones sobre la condición int
- Page 173 and 174: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 175 and 176: Reflexiones sobre la condición int
- Page 177 and 178: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 179 and 180: GroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 181 and 182: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 183 and 184: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 185 and 186: GroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 187: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 191 and 192: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 193 and 194: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 195 and 196: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 197 and 198: Cada voz que emergió de lacrítica
- Page 199 and 200: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 201 and 202: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 203 and 204: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 205 and 206: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 207 and 208: Tribunas literarias, memoria editor
- Page 209 and 210: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 211 and 212: Tribunas literarias, memoria editor
- Page 213 and 214: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 215 and 216: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 217 and 218: Tribunas literarias, memoria editor
- Page 219 and 220: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 221 and 222: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 223 and 224: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 225 and 226: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 227 and 228: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 229 and 230: Tribunas literarias, memoria editor
- Page 231 and 232: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 233 and 234: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 235 and 236: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 237 and 238: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 239 and 240:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 241 and 242:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 243 and 244:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 245 and 246:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 247 and 248:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 249 and 250:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 251 and 252:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 253 and 254:
LaborbibliotecológicaDesde sus or
- Page 255 and 256:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 257 and 258:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 259 and 260:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 261 and 262:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 263 and 264:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 265 and 266:
Labor bibliotecológicaLA BIBLIOTEC
- Page 267 and 268:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 269 and 270:
Labor bibliotecológicaLA BIBLIOTEC
- Page 271 and 272:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 273 and 274:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 275 and 276:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 277 and 278:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 279:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006S