Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006290La creación es el verdadero poder.César Aira y la tenacidadde lo imposiblePor Evelyn GaliazoSi en todo escritor hay un crítico que destilavaloraciones y relee desde su propia escritura<strong>las</strong> obras que dialogan con él, es posible –comopropone Evelyn Galiazo– considerar la obra deCésar Aira bajo el prisma de un crítico.Enigmático y sustraído de <strong>las</strong> visibilidades públicascuando éstas reclamaban exceder la propiaescritura, Aira evadía su inscripción en los tranquilizadoresconsensos del mundo literario alimentandoun aura misteriosa sobre sus silencios,sólo interrumpidos para emprender violentosjuicios sobre la obra de escritores argentinoscontemporáneos. Pero sus reflexiones tambiénorillaban los clásicos a quienes examinaba porsu afinidad con <strong>las</strong> vanguardias: Pizarnik leídadesde el surrealismo, Arlt desde el expresionismoy Kafka desde Duchamp y el exotismo.El escritor reúne un conjunto de fugaces pensamientos.Emite una mirada dispersa sobre loshechos que en su dinámica van diluyendo lossignificados en procura de nuevos símbolos. Unamirada que, cuando rebasa los límites de la imaginación,otorga vida a la experiencia.Independientemente de aquello a loque en particular se dedique, todoescritor es de alguna manera un crítico.Sea cual sea su métier, la escritura,esa pulsión por transmitir la sutilezaque cada cosa oculta, dejará traslucir,más o menos explícitamente, tanto losjuicios del autor sobre otros escritores,sobre la literatura y su función, comosobre la crítica misma. En el caso deCésar Aira no es necesario tomarse eltrabajo de rastrear estas concepcionesen el apabullante volumen de su obra;al margen de que también se hallandispersas en todas sus nove<strong>las</strong> y relatos,sus postulados críticos aparecendelineados con nitidez en el conjuntode ensayos que desde fines de los 80viene publicando. Entre la experienciade la lectura y la práctica de la críticafue conformándose una constelaciónde reflexiones literarias que aparecierony siguen apareciendo en suplementosculturales, revistas especializadas, librosde otros autores –a modo de introducción–,y en forma separada, como eltemprano Copi o el más reciente <strong>Las</strong>tres fechas, donde expone un personal ynovedoso método de análisis.La mayoría de estos textos abundanen declaraciones terminantes: Aira esincisivo, polémico y muchas vecesenigmático. Quizás, éste haya sido unode los motivos por los que se puso demoda. En uno de sus últimos libros,Tomás Abraham destaca esa relacióninversamente proporcional que se daentre su producción escrita y su imagenmediática. La desaparición suposer una de <strong>las</strong> principales característicasdel escritor, que se mantuvo ocultohasta la década del 90. No se dejabaver ni daba entrevistas, era casi undesconocido. Esta evasiva estimuló elsurgimiento de un mito: comenzarona propagarse ciertos rumores en tornoa su talento, e incluso en algunos círculosespecializados llegó a afirmarseque guardaba escritos en un cajón.Junto a Laiseca, Peyceré y Zelarayánera parte de un submundo de <strong>las</strong> <strong>letras</strong>que brillaba en la oscuridad”, cuentaAbraham 1 . A la seducción que ejercela clandestinidad se le agregó despuésotro entusiasmo: el de la indignación.Cada vez que aparecía un artículo suyorodaban unas cuantas cabezas. En unanota de 1981 donde esboza el mapade la narrativa argentina contemporánea,descalifica en un solo movimientoa Luisa Valenzuela, Rodolfo Rabanal,Juan Martín Real, Jorge Asís y RicardoPiglia. Según su diagnóstico, nuestranovelística es en términos generales, “unaespecie raquítica y malograda 2 .<strong>Las</strong> voces críticas que por aquellaépoca comenzaron a hacerse oír fueronefecto de estas características, yaque buscaban develar el misterio deAira, corregir sus injusticias, o ambascosas a la vez. Más o menos obnubiladapor sus encantos, escandalizadaen mayor o menor medida, del ladode la aprobación o del reproche, labibliografía que hasta la actualidadcontinúa circulando se congrega entorno a una cuestión respecto de laque hay consenso: <strong>las</strong> vanguardias históricasconstituyen la clave interpretativacon la que el prolífico escritorlee. Resultaría difícil negarlo porqueun primer acercamiento a los textoscorrobora esta afirmación comocierta y evidente: para Aira, Pizarnikse comprende desde el surrealismo,Arlt desde el expresionismo, Kafkadesde Duchamp, y el exotismo, desdeRaymond Russell y la lógica del readymade.Entender por qué <strong>las</strong> vanguardiasse le imponen como necesidad29104. Ficciones críticas.indd 290-291 13/11/06 21:41:55
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Ficciones críticasFicciones críticasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006requiere, en cambio, encarar un rodeoque reponga el circuito a través del queAira considera la historia de la literaturaen general, y particularmente, lade nuestro país. Una fugaz genealogíade lo que esta impronta vanguardistaimplica en su pensamiento permitirá,a su vez, dar cuenta del aparato críticoque Aira establece a la hora de enfrentarseno sólo con la tradición sinotambién con sus contemporáneos ysimultáneamente, atisbar el alcance dela controvertida discusión que establececon ellos.1. Un hábito crepuscularBelleza, ¿por qué todo es tan cálidocuando está perdido?¿Por qué seremos nosotros tan de últimomomento?Ariel SchettiniLa creación es todo, y más que todo porquees la fuente de la que mana todo.César AiraConvertirse en clásico consiste,Adorno señalaentonces, en superar algénero desde el cual se escribe. que una obraforma parte delDe este modo, la relación entre canon cuandogénero y clásico se asemeja a la no es reconocidaque establece un buen discípulocomo pertenecientecon su maestro: para corro-borar el talento del segundo, elprimero tiene que traicionarlo,porque los mejores epígonosson siempre apóstatas.a un génerodeterminado y ala inversa, porquecanon y génerosuponen aparatosde lectura diferentes3 . Borges no debe ser consideradocuentista ni Shakespeare dramaturgo,porque no sólo son mucho más que esosino que son algo distinto de eso. SegúnAira, si al hablar de nove<strong>las</strong> mencionamoscomo ejemplo al Quijote, cometemosuna gran injusticia contra esa obra.Referirse a <strong>las</strong> peripecias del ingeniosohidalgo de la Mancha como a unanovela implica sacar<strong>las</strong> de contexto yubicar<strong>las</strong> en la estantería del museo odel supermercado.El Quijote –afirma– no es una novelaentre otras sino el fenómeno único e irrepetible(...) del que deriva la definiciónde la palabra ‘novela’.” 4Convertirse en clásico consiste, entonces,en superar al género desde el cualse escribe. De este modo, la relaciónentre género y clásico se asemeja a laque establece un buen discípulo consu maestro: para corroborar el talentodel segundo, el primero tiene que traicionarlo,porque los mejores epígonosson siempre apóstatas. Es probableque tengan razón quienes afirman queel don de la imaginación proviene dela perversidad del espíritu. Si es así,el laberinto viviente de la literaturase levanta sobre <strong>las</strong> ruinas de todoslos impulsos generosos. Ya lo decíaAira: de los buenos discípulos nuncapodrán surgir buenas nove<strong>las</strong>. 5Por otra parte, cada género tienen suhistoria particular; un devenir que obedecetanto al momento concreto en elque los textos se producen como aquelen el que se leen. Durante el siglo XIX,la novela alcanza su forma plena y en elXX da un paso más en esa misma dirección.Con Flaubert –esa mano profesionalque pule perseverante <strong>las</strong> per<strong>las</strong> delestilo– la novela realista arriba al cenitde la literatura. Pero sigue avanzando.¿Hacia dónde? Hacia su propio abismo,evidenciando que todo punto cúlminesuele ser, también y simultáneamente,un punto culminante.Sin embargo, lo que ha muerto no es lanovela sino su forma clásica. La decadenciadel realismo burgués está lejosde revelar el fin de la literatura; másbien anuncia la irrupción de una nuevarealidad, sustentada por <strong>las</strong> vanguardias.Al cuestionarse el agotamiento delgénero la institución literaria gira sobresu propio eje y da otra vuelta de tuercaa la maquinaria combinatoria de <strong>las</strong>posibilidades narrativas. Y del colapsode una forma se alimentan otras, comoquien hace leña del árbol caído, o entérminos de Aira, como quien aprovechael reloj de un pariente difunto 6 .<strong>Las</strong> vanguardias históricas se abrenpaso fagocitando la crisis del realismoy de sus pretensiones representativas.El movimiento vanguardista hace de lareacción estética y política su programa.Repudia el estilo individual, la obra yla autonomía artística; desacraliza laesfera del arte; lleva sus convencionesal absurdo y, parodiadas, <strong>las</strong> transformaen literatura de último momento.Pero, al mismo tiempo, transgrede losantiguos interdictos en pos de la utopíade decirlo todo: su proyecto tambiénsupuso enunciar el inconsciente y elsueño (tentativa surrealista), el sin sentidoy la locura (tentativa de Artaud),la imposibilidad y la nada (tentativa deBeckett y de Blanchot).A esta altura de <strong>las</strong> circunstancias pareceque no quedara nada en pie ni nada pordecir. Amanece entonces la pregunta:¿cómo seguir escribiendo después delfinal? Por un lado, ante la magnitud de labiblioteca surge la melancólica sospechade que ya todo está escrito, inmejorablementeescrito. “Algunos de los autorescanónicos son desalentadores –diceAira–. Son casi demasiado buenos” 7 . Porotro, cuando la vanguardia se canoniza,es decir, cuando la institución flexibilizay modifica su propia identidad hasta elpunto de absorber la protesta e incorporarlaa su seno, el gesto vanguardista dejade funcionar como tal. “Una vez que laescurridera firmada ha sido aceptada enlos museos, la provocación pierde sentido,se convierte en lo contrario”, resumeBürger 8 . Del mismo modo, Aira denuncia:por más subversivos que sean losenunciados, la Historia se encargará deasimilarlos serenamente, ya que en esoconsiste su ser: la historia [de la literatura]es una acumulación apabullante deenunciados desprovistosde todopoder subversivoo innovador 9 .Su lectura deAlejandra Pizarnikes consecuenciade esta perspectivaaparentementedesalentadora.Para Pizarnik, la calidad es un mandato.Este requisito cualitativo determina <strong>las</strong>elección del tono, de <strong>las</strong> palabras, y delos temas con los que la poeta ensayarásus inquietudes. Construida exclusivamentede términos elevados, su poesíatrata siempre de la noche o el amor, de<strong>las</strong> sombras o la muerte. En vano rastrearemosen sus versos la presencia de uncolectivo, un cigarrillo o un desayuno. Niuna sola trivialidad en su discurso, quesólo admite intensidades.Para Alejandra, el trabajo poético erauna búsqueda, y estaba convencidade que buscar no es un verbo sino unvértigo, un arrebato peligroso que nopuede ni debe ser empobrecido por lainercia opaca y el aburrimiento de lavida cotidiana. Derivadas de la temáticanocturna y angustiada, tales restriccionesimponen una práctica basadaen la constante reescritura, es decir,en la reaparición de los bosques, losmuros y los ojos tatuados, que vuelvenen distintas configuraciones una y otravez. Limitándose a un número acotadoPor otro, cuando la vanguardiase canoniza, es decir, cuandola institución flexibiliza ymodifica su propia identidadhasta el punto de absorber laprotesta e incorporarla a suseno, el gesto vanguardistadeja de funcionar como tal.292 29304. Ficciones críticas.indd 292-293 13/11/06 21:41:56
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