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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Labor bibliotecológicaLabor bibliotecológicaLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006En los países nórdicos, donde laimprenta se inició hacia finesdel siglo XV, se considerabanincunables los libros impresoshasta el año 1550. (Víctor Nep)Por el costoso proceso sufridoen el quehacer tipográfico ypor cuánto demoró la introduccióncon carácter permanentede la imprenta en muchas de <strong>las</strong>importantes ciudades europeas,debiera aceptarse incluir en elperíodo de la cuna la primeramitad del siglo XVI.Philippe Labbé quien tiene en su haberel establecer el concepto arbitrarioque llega a nuestros días para determinarsi un impreso es o no incunable.Bernard von Mallinckrot, deán dela catedral de Münster, publicó unfolleto titulado De ortu et progressuartis typographicae en Colonia,allá por el año1639. Con estetrabajo su autorno pretendiómás que aportaruna contribuciónal segundocentenario dela invención deGutenberg. Sinembargo ésteaporte con eltiempo adquiriócelebridad,pues es este autorquien al describirel período que va del célebreinvento de los tipos móviles hasta elaño 1500 se refirió a él adjetivándolocon un término hasta entonces noempleado. Von Mallinckrot dijo quese trataba de la prima typographicaeincunabula, es decir la época en quela tipografía estaba en pañales.Años después, en 1653, el sacerdotejesuita francés Philippe Labbé, en suNova bibliotheca librorum manuscriptorumempleó la palabra incunabulacomo equivalente a período de la imprentaprimitiva, hasta 1500, es decirque ya la empleó equivocadamente.Partiendo de lo sostenido por Labbé,entiende Steinberg:Hombres cuyo latín era considerablementedeficiente aplicaron el término a los librosimpresos durante este período, y varios escritoresdel siglo XIX, que no sabían enabsoluto latín acuñaron el singular inkunabel,incunable o incunabulum, paradesignar el ejemplar surgido de <strong>las</strong> prensasde imprimir del siglo XV.Con el tiempo, los argumentos de partede aquellos que no comparten la definicióndada por Labbé indican algomás que una actitud de simple desacuerdo.Es cierto que entre quienesaceptan el criterio tradicional se encuentrael mayor peso, numéricamentehablando, pero hasta el presente labibliografía por ellos producida carecede fundamentos para sustentar la definicióndel término incunable, que establecepara el arte tipográfico un períodode 50 años, que va desde 1450 aun día antes de iniciarse el 1501.Para los heterodoxos en el tema, unaimprenta que no llegó a alcanzar elgrado de desarrollo y perfeccionamiento,como para ser consideradaen una etapa superior, produjo impresosincunables aunque su fechade edición sea posterior al año 1500.Agreguemos a esto la noticia que traeVíctor Nep en su Historia gráfica dellibro y de la imprenta:En los países nórdicos, donde la imprentase inició hacia fines del siglo XV, se considerabanincunables los libros impresoshasta el año 1550.Por el costoso proceso sufrido en elquehacer tipográfico y por lo que demoróla introducción con carácterpermanente de la imprenta en muchasde <strong>las</strong> importantes ciudades europeas,debería aceptarse incluir en elperíodo de la cuna la primera mitaddel siglo XVI.A partir de la segunda mitad del sigloXVII se comenzaron a estudiarlos libros incunables y mucho despuésfueron valorados como tesorossumamente apreciados por <strong>las</strong> grandesbibliotecas; más tarde surgirá unairresistible apetencia por ellos. Esosviejos y a veces pesados ejemplaresencuadernados, con tientos resistentesy gruesas tapas de madera forradascon piel labrada y reforzadas con brochescantoneras de bronce, se fuerontransformando en objeto codiciadopor eruditos, instituciones, coleccionistas,libreros y anticuarios.A tal punto se llegó a sobrevalorarestos primeros impresos, editados en<strong>las</strong> cinco primeras décadas despuésde la invención en Occidente de lostipos móviles, que para bien conceptuarcualitativamente una bibliotecase solía exigirle a ésta poseer aunquemás no fuera un incunable. Sin él,recuerda Raúl Mario Rosarivo en suHistoria general del libro, debía comparárselacon un camino sin punto departida o un silogismo al que le faltabasu premisa mayor.La imprenta europea y los impresos deesa media centuria merecieron de losestudiosos especial dedicación. MillaresCarlo afirma que <strong>las</strong> publicacionesconsagradas a este solo aspecto de la historiadel arte tipográfico son numerosísimas.Este interés en los estudiosos seha visto facilitado por la gran cantidadde ejemplares incunables custodiadosen bibliotecas públicas. El Viejo Mundoposee la mayor cantidad. Le siguenEstados Unidos, pero en un muy distantesegundo lugar. Un reducido númerose halla en otros países.Sobre el particular, de acuerdo con unvoluminoso ensayo, publicado en <strong>Argentina</strong>durante <strong>las</strong> primeras décadasdel siglo XX, de los aproximadamente450.000 ejemplares incunables, entoncesexistentes en el mundo, cercade 360.000 estaban en bibliotecas conmás de cien ejemplares en cada una.A esto podríamos sumar algunas coninferior cantidad. Esto da una idea de<strong>las</strong> escasas posibilidades de adquirirlosen el mercado librero y anticuario y,también, de su costo. En este últimoaspecto la digitalización, al saciar elinterés de los estudiosos y popularizarla obtención de reproducciones, limitael interés por estos impresos exclusivamentea los coleccionistas.Desde entonces, <strong>las</strong> muchas guerrasocurridas y los numerosos hechos decarácter político, económico, delictivo,sin excluir los siniestros, variaronlo registrado en este cuadro: si en algunasbibliotecas mermó la cantidad,en otras se incrementaó. No obstantelo advertido, éste era el detalle poraquellos años de los países, <strong>las</strong> bibliotecas,y en qué cantidad se encontrabandistribuidos.Respecto al resto de ejemplares incunables,que entonces se encontrabanrepartidos en colecciones privadas,pasaron a ser objetos de persecuciónpor parte de bibliófilos y particularmentepor los bibliómanos, provenientesde <strong>las</strong> nuevas c<strong>las</strong>es sociales enascenso. Este entusiasmo por los incunablestomó gran incremento en elsiglo XIX y continuó durante el sigloXX con el concurso de los comerciantesde antigüedades.(*) Sobre incunables el autor ha publicadootros estudios en: Revista de laFacultad de Lenguas Modernas [de la]Universidad Ricardo Palma (Lima-Perú)p. 199-204, noviembre 2004; DesarrolloIndoamericano (Barranquilla, Colombia)a. 37 N° 115 p. 58-61, julio 2003; Historia(Buenos Aires, <strong>Argentina</strong>) a. 23 N° 90 p.46-69, junio-agosto 2003.(**) mariotesler@yahoo.com.ar536 53708. Labor bibliotecológica.indd536-537 536-537 13/11/06 21:48:35

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