LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006La imaginación críticaLa imaginación críticaLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006En la medida en que todo discursopolítico –que carga conel peso de la práctica política yse confunde con ella– muestrasu sentido y opera su funciónordenadora y garantizadora delquehacer social por su caráctercrítico, lo que llamamos “actitudcrítica” pasa de lo volitivoa ser marca constituyente, casicondición de su especificidad yaun de su existencia.En segundo lugar, la actitud críticaque, acaso sin saberlo, “actúa” la crítica,posee un triple alcance. Por unlado tiene una aspiración descriptivay heurística, intenta saber “cómo sonrealmente <strong>las</strong> cosas” o “qué se ocultaen <strong>las</strong> declaraciones”, siempre,desde luego, a partir de los mencionadosrespaldos,sociales y filosóficos.Por el otro,al describir sacudela inmovilidadde lo fáctico o elpeso de <strong>las</strong> afirmacionesy poneen evidencia que“están en crisis”,o bien, al forzar<strong>las</strong>a reconsiderarel dominio quepretenden, <strong>las</strong>hace “entrar en crisis” con la finalidadde lograr una modificación, tanto delo que se entiende acerca de el<strong>las</strong> –sise trata de cosas, y, por lo tanto, de loque podría ser eso que se denomina la“realidad”– como de lo que se buscasi se trata de discursos. La actitudcrítica tiene que ver, por lo tanto, conuna ética, sean cuales fueren sus finesy sus fundamentos. Pero, y por fin,para ejecutarse no le basta a la actitudcrítica con dejar que la recorran <strong>las</strong>diversas savias que la alimentan, lees preciso concentrar todo eso en unmecanismo o aparato que podemosdesignar como “interpretativo”: deaquí se desprende un rasgo que parecemuy propio de la actitud crítica,la “opinión”, que remite a su vez alorden de la libertad o la subjetividad,que es donde la ética, precisamente,dirime su mayor combate.En tercer lugar, la actitud críticase ejerce, cuando ello ocurre, en elorden de <strong>las</strong> simples relaciones sociales,desde <strong>las</strong> privadas –valga comoejemplo la conversación (piénsese enla incidencia del psicoanálisis comofilosofía fundante en <strong>las</strong> interaccionesinterindividuales)– a <strong>las</strong> públicas (porejemplo en los esquemas de transmisióndel saber), pero también endeterminadas prácticas que parecenno sólo exigirla sino que la tendríancomo punto de partida y principiorector: la política sobre todo y, tambiénen el último siglo, el periodismoy los medios en general.Vale la pena detenerse un instante eneste último punto. La política, tantoen su aspecto de articulación de lavida social como en el de propuestade modificación, se constituye desdeuna actitud crítica, lo que se ponesobre todo en evidencia en el discursode oposición, pero también, aunqueintentando disminuir su caráctervistiéndose de una objetividad quetrata de confundirse con la necesidadsocial satisfecha, en el del poder. Esmás, en la medida en que todo discursopolítico –que carga con el pesode la práctica política y se confundecon ella– muestra su sentido y operasu función ordenadora y garantizadoradel quehacer social por su caráctercrítico, lo que llamamos “actitudcrítica” pasa de lo volitivo a ser marcaconstituyente, casi condición de suespecificidad y aun de su existencia.En cuanto al periodismo y los medios,la “actitud crítica” comparte con la“información” lo esencial de su discurso,son <strong>las</strong> dos “marcas” predominantesde su identidad. Es evidente quetambién en este campo hay una historiade alzas y bajas de una marca enrelación con la otra; la prensa del siglopasado era eminentemente crítica, eiba en paralelo con los discursos políticos;avanzado este siglo y a partir delsurgimiento de la noción de “público”,que hace retroceder la de “ciudadano”,avanza la información y la actitud críticase recluye en <strong>las</strong> entrelíneas, en <strong>las</strong>intaxis periodística y en la elección,u omisión, de los núcleos semánticosinformables. Es muy probable queestas idas y venidas tengan alguna relacióncon los avatares de la democraciay su teleología, siempre en definición:si la democracia es la posibilidad deuna acción colectiva, la “actitud crítica”reaparece por sus fueros puestoque los destinatarios son consideradosciudadanos libres; si, en cambio, sedefine sólo como el derecho al accesode toda c<strong>las</strong>e de bienes, incluso simbólicos,predomina la información, esen ese punto en el que la noción de“público” se impone.A veces, como ocurre en la actualidad,hay una conciliación entre ambasmarcas: se trata de informar paraque el público opte pero, al mismotiempo, se le proporcionan los elementoscomo para que pueda hacerloejerciendo al mismo tiempo su propia“actitud crítica”, aunque en los hechoseso es una ilusión porque en verdad loque se intenta es inducirlo a seguir unsolo camino. Por lo general, la actitudcrítica, en este caso, reviste el carácterde “opinión” y aunque se supone –ysobre esa suposición se construye– queposee una autorización mayor así seaporque está escrita, disfraza en nuestrostiempos su poder mediante unaargumentación tan abundante y aveces tan eficaz que sustituye de maneraconvincente a un discurso políticoque arrastra su decadencia hasta elpunto de la disolución de su sintaxis.Asistimos pues, en el orden de <strong>las</strong> prácticasordenadas por el principio de la“actitud crítica”, a un desnivelamientoimportante: el discurso político parecehaber perdido incidencia y capacidadde penetración; el del periodismo ylos medios, en cambio, en especial latelevisión, parecen haber<strong>las</strong> ganado.Faltaría, por lo tanto, determinar eneste discurso en qué consisten y cuálesson los fundamentos de la actitud críticaque parece serles la propia.Para concluir con este punto, quierovolver a una zona anunciada y dejadade lado al comenzar a discurrir sobrela “actitud crítica”; me refiero a <strong>las</strong>relaciones sociales simples de <strong>las</strong> cualespuse como ejemplo la conversación.Desde una perspectiva lingüística, sediría que la conversación es algo asícomo la culminación de la dimensióndel habla; es el lugar en el que se ponena prueba todas <strong>las</strong> capacidades pragmáticasde la lengua y de los hablantes y, almismo tiempo, es el campo en el que <strong>las</strong>finalidades dan sentido a la situación;en la conversación se trata de comunicación,de intercambio, de interaccióny, por lo tanto, los actos conversacionalesestán saturados de condiciones paraestimarlos exitosos, o sea, en el plenoalcance de tales finalidades.En tal sentido, existe una historia de<strong>las</strong> formas que adoptó la conversaciónen diversos momentos de la historia dela humanidad; podríamos afirmar queninguna de esas formas ha desaparecidoy que todas conviven o, al menos,que sus restos pueden ser reconocidosen <strong>las</strong> formas actuales.2. Si, como parece, la crítica actúa enla filosofía hasta el punto de alimentarlo que llamamos “actitud crítica” y proveerlade los instrumentos para ponersea prueba en cada instancia de <strong>las</strong> relacionessociales, estos dos campos poseencierta universalidad y están presentes,de manera directa o por mediaciones,18 1901. La imaginación crítica .in18-19 18-19 13/11/06 21:29:11
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006La imaginación críticaLa imaginación críticaLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006en esa actividad específica, consagradacon el nombre de “crítica” y que, a causade los objetos también específicos sobrelos que actúa, ha logrado el privilegiode recibir adjetivos que la distinguen.A uno de ellos, “crítica literaria”, quieroreferirme en adelante, en el entendidode que ha logrado tal grado de autonomíaque, a su vez, atrae otros adjetivosoriginados en los instrumentos de losque se vale para llevar a cabo su acción:“crítica histórica”, “crítica sociológica”,“crítica psicoanalítica”, “crítica paradigmática”,“crítica filosófica”, etcétera.Puedo, de igual modo, consignar, en undesplazamiento importante –la conversióndel sustantivo, “crítica”, en adjetivo,junto a un sustantivo que adquiriría poreso más relieve, “trabajo”–, un intentode rescatar lo esencial de la crítica literariacomo discurso para potenciarla yclarificar una función o una posiciónllena de ambigüedades, en permanentebúsqueda de una definición imposible.Si nos remitimos, así sea vagamente, alorigen, podríamos decir que la “críticaliteraria” se constituye a causa del interésque tienen en general los objetos simbólicosy, dentro de ellos, en un proceso,por más primitivo y embrionario quesea, de laicización de <strong>las</strong> sociedades, losque se sustentan en elementos sensiblesy logran encarnar representaciones significativasde imaginarios sedientos yhambrientos. Por eso, porque alcanzanesa dimensión, son enigmáticos y paraesclarecer ese enigma, toma forma yconsistencia un discurso que aspira antetodo a describirlos. Podemos llamar aese discurso “crítica literaria” o, puestoque se hace preguntas en general acercade la consistencia de esos objetos, “teoríaliteraria”. En una instancia posterior,pero muy cercana en el tiempo, y comohabiendo comprendido que describiractividad tan importante no garantiza laestabilidad de su desarrollo, al establecerpreceptivas que por supuesto se codificanen retóricas, se pierde algo de teoríay se gana en crítica, en la medida en quese debe considerar una obediencia y uncumplimiento de tales retóricas. La crítica,de este modo, adquiere una funciónde control que encarna el control que<strong>las</strong> sociedades intentan ejercer sobre elfluyente universo simbólico.En el proceso de configuración del conceptomoderno de crítica, ese cambioes importante y da lugar a una nuevaconversión: el cumplimiento de <strong>las</strong>normas por parte de <strong>las</strong> obras es consideradofuente de un “valor”; reconocerlodefine la posición del discurso de lacrítica y, en consecuencia, el poder delcrítico, sancionador, corrector, admonitorio,en la medida en que puede decirrespecto de un texto que es “sublime”o “nefasto”. Ha de ser obvio, sin duda,que la idea de valor tiene algo que vercon el predominio que va adquiriendoel discurso económico en la constituciónde la modernidad; ese “algo quever” no me parece que sea un efecto desobredeterminación sino que se sitúaen una red interdiscursiva que iluminaprocesos aparentemente alejados en susemiosis unos de otros.Apegado a <strong>las</strong> reg<strong>las</strong> y los códigos decomposición, a los que los textos seatienen, el crítico halla el valor en suobservancia pero ese campo de accióncrítica se modifica en el momentoen que los textos se rebelan contrael dominio de la retórica y sitúan suimaginación productora en otro uotros lugares, el referente y la personalidad.La virtud de los textos se desplaza,pues, hacia el llamado “creador”y hacia la realidad referenciada y en elmodo eficiente de presentarse uno yde presentar la otra, el crítico opera,juzga y consagra o jerarquiza. Se diríaque hay algo más, acaso tambiénevaluable, pero huidizo: el efecto delleno significante, también consideradocomo la trascendencia de un texto,respecto de lo cual la adjudicación devalor no puede sino ser adjetiva dadala índole misma de esta cualidad.Es muy posible que todas estas líneas deacción se hayan conjugado en <strong>las</strong> operacionescríticas más famosas; algunaspredominan y otras se oscurecen perosuelen no desaparecer: en lo que va dela crítica romántica a la estructuralista,si ese arco traza una evolución “moderna”,se puede ver de qué modo todasestas marcas se entretejen, resaltan depronto más algunas en detrimento deotras pero están todas, unas y otras, ylo que cambia son <strong>las</strong> vías de acceso,no los campos. Así, por ejemplo, si loque la crítica histórica o sociológica haayudado a buscar y a seguir buscandoes el referente, o sea lo que consideranla realidad en la representación, no otracosa persigue la crítica estructuralistaen su empeño por describir la organizaciónsemántica de los textos; quizá sedesplaza hacia la representación, dondeimplícitamente reconoce un valor, endetrimento de lo representado, pero elcampo es el mismo. ¿Y no es esto acasolo que ocurre entre la crítica romántica,que trata de hallar en los textos personalidadesexcepcionales, y la estilística queintenta encontrar rasgos personales en<strong>las</strong> inflexiones textuales? La diferenciaconsiste en que para una todo estáfuera del texto y el texto es un meroEl fantasma de Marx,por Juan Rearte20 2101. La imaginación crítica .in20-21 20-21 13/11/06 21:29:14
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