LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Ficciones críticasFicciones críticasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Julio Cortázarmismo tiempo la función que Borgessignó para el género prólogo. Pues haceposible la buena relación entre su objetoy su receptor: <strong>las</strong> apelaciones continuasal lector, sea en términos de una increpacióndirecta, “tú”, sea en la condiciónneutral de la tercera “sepa el lector” 18 ;y porque establece <strong>las</strong> pautas a <strong>las</strong> quetodo prólogo debe ajustarse.En concreto, tanto desde el punto devista de los contenidos como de laforma, este prólogo performativiza <strong>las</strong>funciones a <strong>las</strong> que todo prólogo debeaspirar, y los compromisos que todoprólogo debe contraer. Habría entoncesaquí una estética del prólogo, unapoética, que a su vez vuelve a hacervivo, presente, el linaje que comenzaríacon el Museo de la novela de laEterna 19 . Allí como aquí, en la dimensiónpara y metatextual, se trata de unafunción literaria y normativa, prácticay teórica, en tanto el prólogo-nouvelle,se constituye en un paradigma de creación,de teoría y de crítica literarias.Después de la presentación de ese umbral,todo lo que sigue en el relato es laconstrucción paradójica de un discursoque oscila en el vacío: se vuelve difusoel límite entre ficción y realidad, entrenarración e imposibilidad de narración,entre escritura y su negación, entre enunciacióny enunciado, entre registro escritoy memorización, entre diégesis y mundo,entre manuscrito y libro, entre paratextoy texto. <strong>Las</strong> puestas en abismo acosan allector, lo intranquilizan; haciéndolo entrary salir fatigosamente de los circuitosde estas dimensiones que acabo de enumeraren forma de pares. En fin, que lafusión y fisión de los mundos intra y extratextuales, ponen en escena la confusión:Debo advertir que M. R. no es una escritora.Hasta diría que casi no sabe escribir (9).A partir de estas primeras marcas paratextuales–en <strong>las</strong> que lo extra e intratextualse conectan como por una bandade Moebius–, se desencadena la nouvellede Martínez Estrada atravesada por laimposibilidad “extra” e “intratextual”:se diría que Marta Riquelme previó tantasdificultades en un estado de clarividenciaprofética... Aunque éste es episodioextraño al texto, no lo es en cuanto coincideen su semántica con el destino de laautora y aún refleja una faceta pavorosade su misteriosa existencia (Ibíd 10).De lo que está consignado como extratextualpor el narrador, sus estrategiasde verosimilización, señalo el mundoeditorial, con sus etiquetas semánticas,sus espacios, sus funcionarios, con nombrespropios, parlantes y enciclopédicos(“Martínez Estrada”, el editor-prologuista;“Finderalte”, en alemán “el viejoencontrador”; “Orfila Reynal”, editor porexcelencia; el linotipista, el gerente, etc.).Allí es por donde el narrador busca: porlos laberintos kafkianos de depósitos yoficinas, como un detective iría tras elautor de un delito (de acuerdo a lo quenos sugiere Eco en su relectura de Peirce,para quienes la captura del sentido de untexto seguiría por los senderos detectivescosde Sherlock Holmes) y/o del rastreoabductivo de un Freud tras los dichos dela subjetividad inconsciente.En tanto continúo diligencias para rescatarel original de sus indignos poseedores...Fui la semana pasada repetidas veces a lacasa editora y de allí a la imprenta, sinpoder dar con la copia dactilografiaday corregida por última vez en juradoreunido en pleno, para evitar lapsus (queaparecieron a pesar de todo demasiadonumerosos por desgracia). En la editorialdaban a entender que no tenían la másremota idea del libro... (Ibíd).Nadie tenía conocimiento de <strong>las</strong>Memorias de Marta Riquelme, ni delibro ninguno de la índole del que yo lesexplicaba (Ibíd,11).–Discúlpeme –le dije– ... Necesito cotejaralgunos pasajes del libro de MartaRiquelme, Memorias de mi vida, de laEditorial Tierra Purpúrea. Es estúpidoque me lo oculten a mí, desde que yo soyel verdadero editor responsable (11).Se trata del mundo que va a contener (odes-contener) lo intratextual, el texto,el manuscrito perdido, extraviado entodos los sentidos de la palabra; unextravío signado por la contradicción:pues por una parte los manuscritosya han sido un libro¸ ahora perdido,extraviado, lo mismo que el destino deextravío que acusa la memoriosa autorade <strong>las</strong> Memorias y sus personajes.Mundo a su vez que contiene la multiplicidadequívoca de los entramados yperipecias oscuras de sus vidas, enlazadasal tronco memorioso de la escritura dela autora. Mundo textual que enlaza laaventura de su descifrado por parte de losverosímiles descifradores de la caligrafía,de los sentidos, del orden, los establecedoresde la compaginación. Del jurado,en seminario, que capitulando, capitulaante el sinsentido de la historia.Otro aspecto interesante de esta aventuraes la de descifrar el manuscrito, y todo estan endiablado en ella que hasta el papely la tinta pareceríaque se hubiesenpuesto al serviciode los demonios.El trabajo de descifrarla letra o loslogogrifos de esemanuscrito de cercade dos mil páginasha sido unatarea superior a <strong>las</strong>fuerzas humanas,y yo no hubierapodido realizar<strong>las</strong>in el auxilio y lacolaboración deun grupo de amigos que, interesados profundamente,tanto en el contenido delmanuscrito como en el ejercicio de la pacienciaque significaba ir descifrándolo,no me hubiesen ayudado. Su colaboraciónha sido heroica (17).La historia contenida en esas monstruosasmemorias nos introduce en el mundode la familia, de sus vicisitudes siniestras,ambiguas, inquietantes, en la que abundanincestos, seducciones, suicidios, robos,estafas, según uno de los derroterossignificantes atribuibles al escrito.Durante tres años nos hemos reunido casidiariamente para realizar en comisión,o mejor dicho en seminario, ese trabajo.Aunque a la verdad, muchísimas de esasnoches la tarea, que se prolongaba hasta elAllí es por donde el narradorbusca: por los laberintoskafkianos de depósitos y oficinas,como un detective iríatras el autor de un delito (deacuerdo a lo que nos sugiereEco en su relectura de Peirce,para quienes la captura delsentido de un texto seguiríapor los senderos detectivescosde Sherlock Holmes), y/odel rastreo abductivo de unFreud tras los dichos de <strong>las</strong>ubjetividad inconsciente.250 25104. Ficciones críticas.indd 250-251 13/11/06 21:40:50
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Ficciones críticasFicciones críticasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006La novela M. R. propone en suprólogo una instrucción parasu lectura que está construidasobre la pura paradoja; es decirla imposibilidad de articular unsentido que permita la pacificaciónimaginativa del lector desplazándosepor un camino queempieza, sigue, y concluye.amanecer, giraba más bien que sobre el textosobre alguna interpretación o comentarioque se nos ocurría y que nos llevaba hastalos mismos lindes de la metafísica (17).La caligrafía, ilegible, y causa de laintervención del grafólogo, origina <strong>las</strong>ituación de enigma, de secreto, quequeda, sin embargo, irresuelto en elplano del verosímil, aunque justificadoen el de la ficción, explícitamenteenunciada en la siguiente cita:Era una letra imposible, y de ahí que hayaanticipado que la autora no sabía escribir.No solamente su letra representaba grafológicamente<strong>las</strong> infinitas complicaciones dellaberinto de su alma, una de <strong>las</strong> más complejasy diabólicas de <strong>las</strong> que se conocen en lahistoria de la literatura, sino que <strong>las</strong> grafíasamontonadas y en trazos muy personales, dificultabanla tarea hasta convertirla en unasolución de acertijos. La f, por ejemplo, la gy la p están escritas con un trazo tan semejanteque si se <strong>las</strong> considera aisladamente, nopodrían ser discernidas. Y lo grave fue queen muchas ocasiones confundir una con otraletra significaba alterar por completo tantola palabra como elsentido total de lafrase. Por lo demás esuna “letra fingida”,acaso trazada conla mano izquierdao con el deliberadopropósito de enredarla interpretación,dificultandola lectura con lapsusy ambigüedades que ponían en los pasajesdecisivos una insalvable alternativa. Sincontar <strong>las</strong> páginas sin numerar, sueltas, quepueden ser colocadas en diferentes lugaressin alterar el orden lógico del discurso, perosí el sentido, y esto de modo fundamental.Otras veces, nos deteníamos en una especiede éxtasis, sin decir palabra, horas enteras,rumiando una frase aparentemente absurdapero que prometía, una vez captada afondo, revelaciones que compensaran tantacavilación (17-18).5. Marta Riquelme-Rayuela:versiones intertextualesSegún otra de <strong>las</strong> posibles lecturas alentadaspor el mismo texto, ahora establecido,nada de eso ocurre y se trata másbien de <strong>las</strong> peripecias de una familiade un barrio de Buenos Aires que sonpura inocencia carente de toda perversióno tinte sexual. Todo depende dequé parte del manuscrito se coloca o seinserta junto a qué otra para ser leídoen algún sentido según un probable –oimprobable– “tablero de dirección”.Lo cierto es que muchas noches <strong>las</strong> hemosperdido jugando al ajedrez. Porque cuandoya nos fatigaba el trabajo de c<strong>las</strong>ificar ydescifrar, tomábamos el tablero y los trebejospara alejarnos de nuestras preocupacionesmás que para distraernos. Y así ocurríaque, al mover una pieza, en vez de anunciarel jaque dijéramos: “Debemos entenderhebilla en vez de temblaba”; a lo queel otro le respondía, cubriendo el jaque conun alfil: “Yo estaba pensando en trastornada;tiene más sentido” (M. R. 34).Para no abusar de una causalidad genealógicaentre una y otra novela, propongo establecerun sitio para hacer dialogar a ambasobras apelando a ciertas analogías y a ciertasdiscrepancias. Por ejemplo, el principiode incertidumbre y de indeterminaciónpresente en ambas obras, es decir su condiciónde abiertas, constaría, sin embargo, dedistintas salidas que a mi juicio terminanoponiéndose o bien divergiendo.La novela M. R. propone en su prólogouna instrucción para su lectura queestá construida sobre la pura paradoja;es decir la imposibilidad de articular unsentido que permita la pacificación imaginativadel lector desplazándose por uncamino que empieza, sigue, y concluye.Si bien el tablero de M. R. es una figuramaterial que podría organizar, estructurar,por el contrario empuja al lectorhacia el delirio, tomando el término ensu significado literal: apartamiento delcamino. Llevando al extremo la bifurcaciónborgeana, e iconizando los senderosde la memoria, M. E. hace del tablerouna multifurcación infinita de los sentidos-senderosde la obra de M. R.El lector habrá caído en la cuenta –despuésde tener presente la integridad deltexto–, que según el sitio en que se laintercale altera inclusive el sentido de lahistoria que se refiere al personaje de quetrata. La supresión era inacatable, portratarse del pasaje de mayor inspiración,por decirlo así, dentro de la veracidaddel tema. Mas, adviértase, por sí mismaesa página no dice nada –no aclaranada–, y sin embargo, ¡cuan profundoes el trastorno que provoca según el lugaren que se la lea! Podría decirse que másque altera, perturba el sentido de uno delos “destinos”, como Marta dice, de esepersonaje tan atrayente (M. R. 35).De esta manera se instituye el tambaleodelirante del sentido y se pone encuestión toda coherencia narrativa enla que podría refugiarse el lector haciendouso de sus competencias paraandar por un camino indicado:Haga la prueba el lector, leyéndola primerodonde va inserta y después leyéndola acontinuación de la línea 6 de la página422; de la línea 26 de la página 105; de lalínea 9 de la página 14. En todos los casosel texto concierta perfectamente tambiéncon lo que sigue en el párrafo sucesivo. Perocon esta diferencia: donde está, significa queel hurto de la billetera debe atribuirse aque Florindo era jugador, había contraídodeudas y no encontró mejor recurso quepenetrar de noche en la habitación de D.Indalecio y sustraerle la cartera donde guardabael sueldo y los ahorros; en la página422 indicaría que Florindo, al jugar alpoker en un garito habría ganado la fortunade que lo vemos poseedor, no se sabecómo, en ese pasaje; en la página 105, quefue el quien pudo salvar, mediante el socorroen dinero, a la pobre muchacha que fue apedir un préstamo de urgencia para evitarque remataran un campo del padre, y en lapágina 14, sería simplemente un episodioen la vida del joven disipado, pero quetanto podría ser Florindo, como se coligeque es, como Mario. Y con eso variaría porcompleto el concepto que se nos da de él en elresto del manuscrito.(M. R., 33-34).Rayuela por su parte propone una disoluciónde <strong>las</strong> causalidades narrativas y delos dispositivos del género, aunque acompañaal lector en el diseño de dos caminosposibles, lo que se ve claramente en esteparatexto, la contratapa del libro:La clave de su ruptura con el orden clásicodel relato radica en la postulaciónde una estructura inorgánica y lúdicaen la que el lector juega un papel deprimera importancia 20 .Sin embargo, el enunciado “estructurainorgánica” no equivale estrictamentea una inorganicidad tal que el lectorpudiera quedar confundido, totalmentedespistado. Se añade además:Este espacio abierto a <strong>las</strong> sugerencias y resonanciasinternas de la novela, a la búsquedade la complicidad de quien recorre sus252 25304. Ficciones críticas.indd 252-253 13/11/06 21:40:51
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