LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Labor bibliotecológicaLabor bibliotecológicaLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Portada de la obra DeOrtu et progressu artistypographicæ. Arriba, en elóvalo, el autorso sustrato económico, me refiero ala Reforma que también impulsó eldeseo de saber, incorporando sectoreshasta entonces no incluidos.Cuanto se diga sobre la primeraépoca de los impresos producidos conel empleo de tipos móviles, no necesariamenteestá referido con exclusividadal libro, como erróneamente sesuele interpretar. Desde la puesta enmarcha de la imprenta europea hastael año 1500 inclusive, a todo cuantode ella salió le fue dada la denominaciónde incunable, precisamenteporque eran trabajos que aparecieroncuando el arte tipográfico estabaen su cuna. Con algún margen deexcepción, coincidimos con HugoAcevedo que, en su Incunables de laBiblioteca Nacional (<strong>Argentina</strong>) juzgaque se mantiene esta consideracióncon criterio insalvablemente eurocentrista.Los historiadores del arte tipográfico,en conjunto casi monocorde,no aceptan que en otros continenteshubo también una etapa previa ala madurez en el desarrollo del artetipográfico: en Hispanoamérica estoes demostrable.Este criterio terminante y eurocentrista,es el sustentado en diccionariosy enciclopedias, a los cuales acude comúnmentey en principio toda personacon avidez por saber el significadode este vocablo. En general, tambiénlos estudiosos acatan la definiciónque se impuso, aunque algunas vocesdisidentes se alzaron fundamentandosu discrepancia.Agustín Millares Carlo, ya por el año1924, en su trabajo sobre Los incunablesde la Biblioteca Universitariade La Plata, publicado en la revistaHumanidades de esa universidad, afirmabade manera terminante, y sinmargen de concesión, que incunablesen sentido estricto, son únicamente <strong>las</strong>[ediciones] anteriores a 1501.Enrique Sparn, otro especialista enel estudio de la historia del libro yautor de una obra dedicada a pormenorizarla distribución geográficade los incunables y cuales son <strong>las</strong>bibliotecas que poseen más de cienejemplares, editado por la AcademiaNacional de Ciencias (de Córdoba),advierte en 1927 que es imperativopara una obra que se apellide incunablehaber sido impresa en el siglo XV(el año 1500 incluso), fuere en dondefuere y por quién fuere.Sin embargo la Real AcademiaEspañola de la Lengua no es tanestricta y prefiere hacer extensiva taldenominación a <strong>las</strong> ediciones hechasdesde la invención de la imprentahasta principios del siglo XVI. <strong>Las</strong>voces disidentes golpearon y fuerontenidas en cuenta. La Academia porsu condición de tal es conservadora y-hasta no hace mucho tiempo- pocorevisionista, pero los fundamentosexpuestos por quienes no aceptaronel criterio tradicional llegaron aconmoverla, optó por no finalizar laetapa de incunable en el último díadel mes de diciembre de 1500, sinoa principios del siglo XVI, sin precisarhasta cuándo llega para ella el principiodel siglo o cuándo la imprentadejó de estar en pañales.Cuando se habla de <strong>las</strong> edades en lahistoria, de sus períodos, todos partimosdel supuesto de que se tratade una división convencional. Perollegado el caso no siempre se tieneen cuenta que éstas son arbitrarias.No tanto en lo que se refiere a lacaracterización del período como ala ausencia de tiempos intermedios:nadie se acostó en la Edad Media paradespertar a la mañana siguiente en laEdad Moderna.Al tratar El período de los incunables, S.H. Steinberg en su obra Five hundredyears of printing, que llegó a nosotrostraducida al castellano por RaimundoPortella en la década del 60, afirmaque pocas de estas divisiones arbitrariashan sido tan perjudiciales para la realcomprensión de un sector importantedel progreso humano como la restriccióndel término incunabula a la época quetranscurre entre la primera producciónde Gutenberg y el día 31 de diciembrede 1500. Esta fecha -explica Steinbergseencuentra situada en medio del períodomás fértil del nuevo arte, y parte porla mitad la vida de algunas de sus másgrandes personalidades.Otros estudiosos aportan más razones.Es decir que se coincide en rechazarla delimitación tajante del períodoy, además, se aportan más argumentos.En su Orígenes del arte tipográficoen América, especialmente en laRepública <strong>Argentina</strong>, que vio la luz en1947, Guillermo Furlong, dice queKonrad Haebler,en The study ofIncunabula, editadoen NuevaYork en 1933,con sobrada razón,señala límitediverso [del períodoincunable]para <strong>las</strong> diversasimprentas, ya queunas, antes queotras, adquirieronsu madurez, conanterioridad a 1500. Venecia, por ejemplo,había ya industrializado su produccióntipográfica hacia el año 1480, desuerte que <strong>las</strong> publicaciones posteriores aesa fecha carecen de <strong>las</strong> características delos legítimos incunables.En realidad esta palabra se empleóoriginariamente en relación con laprimera etapa, posterior a los impresosiniciales de Johann Gutenberg,pero sin ánimo de establecercon ella un período para toda Europa,enmarcado en el tiempo y sinexcepciones, haciendo caso omiso alos diferentes grados de evoluciónque se operó en cada región.En relación con el origen de los impresosrealizados empleando tiposmóviles, la palabra incunable fue inicialmenteutilizada en <strong>las</strong> primeras décadasdel siglo XVII por Bernard vonMallinckrot. Catorce años después esEn relación con el origen de losimpresos realizados empleandotipos móviles, la palabra incunablefue inicialmente utilizadaen <strong>las</strong> primeras décadas delsiglo XVII por Bernard vonMallinckrot. Catorce años despuéses Philippe Labbé quientiene en su haber el establecer elconcepto arbitrario que llega anuestros días para determinar siun impreso es o no incunable.534 53508. Labor bibliotecológica.indd534-535 534-535 13/11/06 21:48:34
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Labor bibliotecológicaLabor bibliotecológicaLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006En los países nórdicos, donde laimprenta se inició hacia finesdel siglo XV, se considerabanincunables los libros impresoshasta el año 1550. (Víctor Nep)Por el costoso proceso sufridoen el quehacer tipográfico ypor cuánto demoró la introduccióncon carácter permanentede la imprenta en muchas de <strong>las</strong>importantes ciudades europeas,debiera aceptarse incluir en elperíodo de la cuna la primeramitad del siglo XVI.Philippe Labbé quien tiene en su haberel establecer el concepto arbitrarioque llega a nuestros días para determinarsi un impreso es o no incunable.Bernard von Mallinckrot, deán dela catedral de Münster, publicó unfolleto titulado De ortu et progressuartis typographicae en Colonia,allá por el año1639. Con estetrabajo su autorno pretendiómás que aportaruna contribuciónal segundocentenario dela invención deGutenberg. Sinembargo ésteaporte con eltiempo adquiriócelebridad,pues es este autorquien al describirel período que va del célebreinvento de los tipos móviles hasta elaño 1500 se refirió a él adjetivándolocon un término hasta entonces noempleado. Von Mallinckrot dijo quese trataba de la prima typographicaeincunabula, es decir la época en quela tipografía estaba en pañales.Años después, en 1653, el sacerdotejesuita francés Philippe Labbé, en suNova bibliotheca librorum manuscriptorumempleó la palabra incunabulacomo equivalente a período de la imprentaprimitiva, hasta 1500, es decirque ya la empleó equivocadamente.Partiendo de lo sostenido por Labbé,entiende Steinberg:Hombres cuyo latín era considerablementedeficiente aplicaron el término a los librosimpresos durante este período, y varios escritoresdel siglo XIX, que no sabían enabsoluto latín acuñaron el singular inkunabel,incunable o incunabulum, paradesignar el ejemplar surgido de <strong>las</strong> prensasde imprimir del siglo XV.Con el tiempo, los argumentos de partede aquellos que no comparten la definicióndada por Labbé indican algomás que una actitud de simple desacuerdo.Es cierto que entre quienesaceptan el criterio tradicional se encuentrael mayor peso, numéricamentehablando, pero hasta el presente labibliografía por ellos producida carecede fundamentos para sustentar la definicióndel término incunable, que establecepara el arte tipográfico un períodode 50 años, que va desde 1450 aun día antes de iniciarse el 1501.Para los heterodoxos en el tema, unaimprenta que no llegó a alcanzar elgrado de desarrollo y perfeccionamiento,como para ser consideradaen una etapa superior, produjo impresosincunables aunque su fechade edición sea posterior al año 1500.Agreguemos a esto la noticia que traeVíctor Nep en su Historia gráfica dellibro y de la imprenta:En los países nórdicos, donde la imprentase inició hacia fines del siglo XV, se considerabanincunables los libros impresoshasta el año 1550.Por el costoso proceso sufrido en elquehacer tipográfico y por lo que demoróla introducción con carácterpermanente de la imprenta en muchasde <strong>las</strong> importantes ciudades europeas,debería aceptarse incluir en elperíodo de la cuna la primera mitaddel siglo XVI.A partir de la segunda mitad del sigloXVII se comenzaron a estudiarlos libros incunables y mucho despuésfueron valorados como tesorossumamente apreciados por <strong>las</strong> grandesbibliotecas; más tarde surgirá unairresistible apetencia por ellos. Esosviejos y a veces pesados ejemplaresencuadernados, con tientos resistentesy gruesas tapas de madera forradascon piel labrada y reforzadas con brochescantoneras de bronce, se fuerontransformando en objeto codiciadopor eruditos, instituciones, coleccionistas,libreros y anticuarios.A tal punto se llegó a sobrevalorarestos primeros impresos, editados en<strong>las</strong> cinco primeras décadas despuésde la invención en Occidente de lostipos móviles, que para bien conceptuarcualitativamente una bibliotecase solía exigirle a ésta poseer aunquemás no fuera un incunable. Sin él,recuerda Raúl Mario Rosarivo en suHistoria general del libro, debía comparárselacon un camino sin punto departida o un silogismo al que le faltabasu premisa mayor.La imprenta europea y los impresos deesa media centuria merecieron de losestudiosos especial dedicación. MillaresCarlo afirma que <strong>las</strong> publicacionesconsagradas a este solo aspecto de la historiadel arte tipográfico son numerosísimas.Este interés en los estudiosos seha visto facilitado por la gran cantidadde ejemplares incunables custodiadosen bibliotecas públicas. El Viejo Mundoposee la mayor cantidad. Le siguenEstados Unidos, pero en un muy distantesegundo lugar. Un reducido númerose halla en otros países.Sobre el particular, de acuerdo con unvoluminoso ensayo, publicado en <strong>Argentina</strong>durante <strong>las</strong> primeras décadasdel siglo XX, de los aproximadamente450.000 ejemplares incunables, entoncesexistentes en el mundo, cercade 360.000 estaban en bibliotecas conmás de cien ejemplares en cada una.A esto podríamos sumar algunas coninferior cantidad. Esto da una idea de<strong>las</strong> escasas posibilidades de adquirirlosen el mercado librero y anticuario y,también, de su costo. En este últimoaspecto la digitalización, al saciar elinterés de los estudiosos y popularizarla obtención de reproducciones, limitael interés por estos impresos exclusivamentea los coleccionistas.Desde entonces, <strong>las</strong> muchas guerrasocurridas y los numerosos hechos decarácter político, económico, delictivo,sin excluir los siniestros, variaronlo registrado en este cuadro: si en algunasbibliotecas mermó la cantidad,en otras se incrementaó. No obstantelo advertido, éste era el detalle poraquellos años de los países, <strong>las</strong> bibliotecas,y en qué cantidad se encontrabandistribuidos.Respecto al resto de ejemplares incunables,que entonces se encontrabanrepartidos en colecciones privadas,pasaron a ser objetos de persecuciónpor parte de bibliófilos y particularmentepor los bibliómanos, provenientesde <strong>las</strong> nuevas c<strong>las</strong>es sociales enascenso. Este entusiasmo por los incunablestomó gran incremento en elsiglo XIX y continuó durante el sigloXX con el concurso de los comerciantesde antigüedades.(*) Sobre incunables el autor ha publicadootros estudios en: Revista de laFacultad de Lenguas Modernas [de la]Universidad Ricardo Palma (Lima-Perú)p. 199-204, noviembre 2004; DesarrolloIndoamericano (Barranquilla, Colombia)a. 37 N° 115 p. 58-61, julio 2003; Historia(Buenos Aires, <strong>Argentina</strong>) a. 23 N° 90 p.46-69, junio-agosto 2003.(**) mariotesler@yahoo.com.ar536 53708. Labor bibliotecológica.indd536-537 536-537 13/11/06 21:48:35
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