LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Nombres, linajes y recorridosNombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006remite a la instancia del autor, al escritorSaer, es posible destacar su lugarcomo lector, con una salvedad quevale destacar. Para Saer:La lectura pone en movimiento todosnuestros componentes, sumergiéndonosen un entresueño que es de índole pulsional,y en el que la razón interviene decuando en cuando, y de un modo diferentecada vez (Saer, 1997, 103).Tal lectura es capaz de suscitar lo quese puede llamar el arte de la crítica,arte por el cual los textos no sólo sonel resultado del examen de una cuestiónsino también, y de ahí su profundidad,su penetración, resultadode una disposición especial según lacual <strong>las</strong> palabras demuestran su adecuacióny su fuerza, como núcleos deirradiación de sentido. Nada más lejosentonces de lo anodino de un paperrezumante de citas y referencias, sinsalir, como cualquier género literario–que Saer no se cansa de denostarcomo premoldeados para la fabricaciónen serie– de <strong>las</strong> convenciones, ypor tanto, meras reproducciones. Valeentonces tener en cuenta ese grado deresponsabilidad al asumir la crítica,incluso cuando sea el artista quien laejerce, Saer la reafirma contra algo asícomo una tolerancia que se tendríaante tal tipo de figura a la que se lepermitiría, por el valor de su obra,cualquier extravagancia o necedad,que en más de un caso serían másbien formas de –para usar una palabraque Saer repite– “inepcia”. En variasocasiones se dedica a mostrar que esprecisamente esa inepcia la coartadade muchas actitudes no sólo frentea la literatura, sino también en loscomportamientos sociales. La inepciaadquiere toda su gravedad cuando semuestran, como reacción en cadena,sus efectos en el imaginario social, loque a su vez se vincula con <strong>las</strong> tácticasde dominio y opresión.Siendo precisamente el amplio campode lo imaginario donde se desarrollala existencia humana, y el magmadel que surgen <strong>las</strong> obras artísticas, laactitud crítica surge en <strong>las</strong> modulaciones–como tonos de voz, comoritmos– que asumen sus fervores y<strong>las</strong> refutaciones, cuyo denominadorcomún es la posición de irreductibilidadfrente a varios de los componentesde ese imaginario que son atacados,como el prejuicio, el estereotipo y <strong>las</strong>impostaciones. Esto arma un sistemade valores que trascienden la críticaaunque la incluyan, y en la literatura,específicamente, lleva a una decididadisquisición con afirmaciones engeneral contundentes.Desechado cuanto se propone comoreproducción de un orden que Saerdefine como democratismo posmoderno–lo que de paso tiene la ventajade que simultáneamente vinculaideología, política y arte, así comoel cuestionamiento de “un conceptoblando”, el de posmodernidad–, laatención está puesta en todo aquelloque signifique una forma de oposicióny simultáneamente la búsqueda que dasentido, porque es capaz de producirloy porque en su radicalidad se valida. Asícomo en la escritura de Saer observamosesos movimientos envolventes defrases, que van desgranando a medidaque se discurre por el<strong>las</strong> la captación deun aspecto no percibido antes, por undetalle, por la combinatoria de <strong>las</strong> palabras,por la demora en <strong>las</strong> parentéticas,por la suerte de suspenso que suponeel tramo final, que remata una frase yvan dibujándose zonas que, de algúnmodo, giran sobre los mismos lugares,pero siempre para iluminar algúnpunto diferente, en esa lógica entre loigual y lo distinto –sobre todo en tantocoloratura tinte–; en el ensayo, y portanto en los pliegues y repligues de supensamiento, hay un recorrido similar.<strong>Las</strong> recurrencias, sucesivas vueltas sobre“lo mismo” (eso que no desconoce laheterogeneidad pero, a su vez, percibelo sustancial), no son sino el intento deaproximarse a lo que en su misterio, ensu carácter de vedado, incognoscible,puede ser atisbado por el arte, en estecaso, el arte de la palabra, reconociendoesa dimensión por la indisolublerelación de lectura/escritura. La recurrenciaes entonces la manera de explorarsegún lo que sería una lógica derepetición/diferencia, entendida, desdeluego, la primera no como reproducción,sino más bien, en tanto retornode algo que para nada es aleatorio, y <strong>las</strong>egunda, como los modos en que eseretorno se manifiesta.Y entonces a la literatura recurren unay otra vez los mismos autores, precisamenteesos cuya obra y proyectoresponden a esta exigencia de calidad,esmerada elaboración, inclaudicablefidelidad y consecuencia con el proyectosin resultados calculados de antemano.No es extraño entonces que pueda citarla fórmula joyceana “soledad, exilio yastucia”, aunque no dejen de resultarleproblemáticas, sobre todo la última,pero sin embargo, incidentes. De <strong>las</strong>oledad y el exilio no faltan reflexionesdesde el comienzo, la otra quizá quedecomo el interrogante que, para Saer,Joyce deja planteado. En el ejerciciode la que llama “verdadera crítica” (locual deja entrever la existencia de otrau otras) los términos saerianos sonmuy concretos: análisis, distinciones,rigor intelectual y ética (Saer, 1999,12). Joyce también escribió crítica, ymuchas veces no cedió a la convenienciade “alabar” una obra, si con estotenía que ceder a sus convicciones. Laética mencionada por Saer se nota eneste tipo de elecciones, que, mantenidasconsecuentemente implican el riesgode un apartamientoabsoluto(Saer, 1999, 97).Tal vez sea importanteseñalar quela actitud de Saer,sus afirmaciones,no se relacionancon una especiede virtuosa marginalidad,comocoartada que estaría ocultando la faltade respuesta –o la respuesta negativa–ante un texto no precisamentepor sus valores, sino por la falta deéstos. Saer no se negó a publicar enlos períodicos pese a sus fulminantescríticas al periodismo como parte de lamaquinaria de simplificación propia dela industria cultural; tampoco rechazóparticipar en jurados o congresos, nise refugió en alguna editorial independiente.No sin un largo período depaciencia, comenzó a publicar en selloscomo Alianza y Seix Barral, pero sinque esto significara “adaptar” su obraa <strong>las</strong> exigencias temáticas, de lenguaje,género, etc. del mercado. Es decir,debió ser considerado también por esamaquinaria que, asimismo, publica laobra completa de Theodor Adorno.Con todo, cabe señalar que jamás seconvirtió en un best-seller, y que enalgunos casos fue una temporada enel infierno de <strong>las</strong> modas académicas.Desde luego que nada de esto incideen una obra cimentada sobre una basemucho más resistente y duradera, deltipo de <strong>las</strong> que define, por ejemplo, enLa narración objeto:A la literatura, recurren una yotra vez, los mismos autores,precisamente esos cuya obray proyecto responde a estaexigencia de calidad, esmeradaelaboración, inclaudicablefidelidad y consecuencia conel proyecto sin resultados calculadosde antemano.126 12702. Nombres, linajes y recorrido126-127 126-127 13/11/06 21:31:33
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Nombres, linajes y recorridosNombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006...podríamos dar el ejemplo de ciertasnarraciones que, partiendo de unmismo elemento constructivo, por lainclusión de abundantes figuracionesparticulares, llegan a obtener ese estatutode objeto único que es el de la obra dearte, de narración-objeto que se bastaa sí misma y que, dentro de los límitesque se ha impuesto por sus principiosde construcción soberana, es un mundopropio, un verdadero cosmos dentro delotro (Saer, 1999, 26).La distinción que reclama en el ejerciciode la crítica arremete contra <strong>las</strong>etiquetas del mercado que promueven<strong>las</strong> serializaciones; así Saer puede decirque, según tal lógica, Juan CarlosOnetti e Isabel Allende son novelistas,pero además esta falta de valoraciónestética también es percibida en la actividadcrítica, digamos, especializada.Así refiere Saer (Saer, 1999, 125):A menudo he podido observar que unaestimación estética correcta no siempresugiere la elección de los textos estudiadosy que su valor específicamente literariono parece ser tenido en cuenta por quienesse interesan en ellos” (en “Borgescomo problema”, Saer, 1999, 115).Justamente este ensayo no sólo contiendecon afirmaciones de Borges,sino que también se dedica a hacer unexamen de esa escritura e ideología, sinel temor reverencial que precisamenteSaer critica. No es, claro, la actitudde un provocador ni de un iconoc<strong>las</strong>ta,esto último porque está tomandoaquello que analiza despojado de todoprejuicio, incluido el de una veneraciónincondicional, y tampoco loanterior, porque la argumentación vaajustando <strong>las</strong> distintas consideracionessobre la obra borgiana –señalando sumomento decisivo, más elevado y primordial,en comparación con otros, ynunca se trata de un parricidio ni nadapor el estilo– además de afinadas observacionesacerca de la ideología políticade Borges, manifiesta para Saermucho antes de que alcanzara mayordifusión y mayor oposición. La ve enun temprano escrito de Borges:La lógica de <strong>las</strong> declaraciones que treintaaños más tarde causarían tanto escándaloya estaba inscripta en la concepciónde Occidente que tenía en 1944 (Saer,1999, 123).La crítica en Saer suele ser perentoria,si bien hace algunos reparos en ocasiones,y que en general tienen el sentidode mostrar <strong>las</strong> diversas facetas intervinientesen una cuestión, predomina laforma asertiva por sobre el terreno másbien conjetural y vago de los subjuntivosy condicionales. Es precisamenteen ese mismo ensayo sobre el problemaBorges, que Saer, al tiempo que se ocupadel tema, asienta algunas distinciones–una de <strong>las</strong> condiciones de la crítica,sostiene– como la diferencia entreel crítico y el polemista: “Para el verdaderocrítico todo debe ser sometido aexamen, tanto los argumentos propioscomo los ajenos; para el polemista encambio, el asunto consiste únicamenteen ganar la discusión” (Saer, 1999,116). Al mismo tiempo que calificaa Borges de polemista, no deja de señalarque tal distinción es de “ordenmoral o intelectual y no estético”, bastaun ejemplo: “Kafka, que nunca sepeleó con nadie, es infinitamente mejorescritor que André Breton, que sinembargo escribió algunos magníficospanfletos”. La perspectiva que adoptaSaer es la del crítico y por tanto estáahí asentada la orientación que tiene eltexto, si por esto entendemos el tono ymodo de argumentar que presenta.El cuidado examen sobre Borges, puedecontrastarse con el texto dedicadoa Vladimir Nabokov, cuyo título esun indicio de lo que viene, “Sobre unpavo real” (Saer, 2005, 101), dondeSaer, muestra nuevamente que no haypara él vacas sagradas y desenmascarala campaña de autopromoción deNabokov, sus frivolidades, mezquindades,autoelogios, desprecio por lamejor literatura. Apela en este caso aotro tono, menos un paciente análisisque una suerte de desenmascaramientosevero. <strong>Las</strong> frases irónicas adquierena veces un cierto matiz cómico, <strong>las</strong>afirmaciones son palmarias y demostrativasde <strong>las</strong> zonas de la escritura ensayísticade Saer que, con vehemencia,declara su oposición a <strong>las</strong> imposturas,refiere así respecto de Nabokov:la primera afirmación de su libro es‘pienso como un genio’, sin que en <strong>las</strong>trescientas setenta páginas siguientes seobtenga la menor prueba que justifiqueesa afirmación (Saer, 2005,103).Para quien lleva a un grado extremoel cuidado en la palabra, cadamatiz que van asumiendo es cosafundamental, y la elección de tonos,consecuentemente se relaciona con eltipo de intervención que realiza. En lacomparación citada anteriormente elcontraste es palpable, contra la entronizaciónde la falsedad aguza el tono,incrementa la ironía. La ilación laprovee el apasionamiento por aquelloque, visto en el instante de peligro,desea preservar, y que no es otra cosaque la literatura como arte de la palabra,en sus mayores representantes ytextos (de ahí la reiterada mención deciertos nombres paradigmáticos). Elmodo en que vuelve una y otra vezsobre ciertos autores entraña, desdeluego, la valoración vinculada con ladefensa de la cualidad artística capazde ofrecer un ensanchamiento de laexperiencia humana, y una referencia.Como soportes, como ejemplos de loque sostiene, recurren en los ensayosCervantes, Borges, William Faulkner,Macedonio Fernández, Juan L. Ortiz,Kafka, Musil, Onetti, el NouveauRoman, Proust, Flaubert, entre losprincipales. El carácter de referencia,de modelos, si se quiere, de estos escritores,lo lleva a considerar tambiénel tema de <strong>las</strong> influencias, y lo hacecuando está refiriéndose a Faulkner(Saer, 1999, 17). El modo de abordarel tema, de introducirlo y desarrollarlotampoco es cuestión menor en la ensayística,y en el caso de Saer, el hechode apelar a diferentes recursos, comoel relato de la experiencia personal,lejos de quitarle lo que podría pensarse128 12902. Nombres, linajes y recorrido128-129 128-129 13/11/06 21:31:35
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