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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Tribunas literarias, memoria editorialTribunas literarias, memoria editorialLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Álvarez daba a cada uno de suscolaboradores completa autonomíaen su área, pero al mismotiempo decidía acerca de todo“con absoluta arbitrariedad”,como dice Julia Constela.discutido boom, el de la novela latinoamericana),la industria del libro “se reponede su caída entre 1954 y 1958 y crecenotablemente” 4 . Es en esos años que “seda el segundo y último período favorablepara la edición, sustentado en la difusiónde la literatura hispanoamericana” 5 . <strong>Las</strong>editoriales ya establecidas en el mercado(Emecé, Losada, Sudamericana)prosperaron y al margen de el<strong>las</strong> surgieronotras, de menor envergadura,“que dieron cabidaa escritoresque representabantemáticas más afinesa la problemáticanacional” 6 .De este modo seincorporaron alespacio socio-cultural nuevos autores,a la vez que cobraron renovada fuerzaotros ya reconocidos, cuyas primerasobras fueron reeditadas. Entre estaspequeñas empresas se encuentra JA,que nació tan sólo un año después de laaparición del semanario Primera Plana(1962), fecha que Silvia Sigal establececomo un mojón de “la instalación de losnuevos tiempos” 7 .El editor en su laberinto[...] Me alegro de que Álvarez publiqueReunión; ya es tiempo de que Diosempiece a reconocer a los suyos. (JulioCortázar, “Carta a Francisco Porrúa”,30 de noviembre de 1964).Una planta baja angosta y larga con unentrepiso no muy grande, un ampliosubsuelo destinado a la administracióny el depósito constituyen el sugestivoespacio en el que se movía lo mejorde la intelectualidad argentina de ladécada, la flor y nata de <strong>las</strong> artes y <strong>las</strong><strong>letras</strong>. Allí, en Talcahuano 485, fundóJorge Álvarez en 1963 su librería-editorial.Luego de haber trabajado comoempleado en la librería jurídica DePalma, Álvarez se relacionó con abogadosy editores de revistas de derechoa los que convocó para su proyectoeditorial, entre ellos Alberto Ciria yJorge López. Pronto se sumó un grupode gente de enorme talento que loasesoró en <strong>las</strong> distintas áreas: Susana“Pirí” Lugones y Rodolfo Walsh (hoydesaparecidos, asesores literarios), JuliaConstela (directora de la famosa colección“Crónicas”), Rogelio García Lupo(asesor, junto con Ciria, en el área depolítica), Guillermo Harrison, DanielDivinsky, Jacobo Capelluto –contador–,Juan José Lecuona (el libreromás educado de Buenos Aires, según elpropio dueño de la editorial). RogelioGarcía Lupo, por ejemplo, fue asesordurante toda la existencia de la editorial.En 1962 había escrito y editadopor su cuenta La rebelión de losgenerales, un libro acerca de la crisisdel gobierno de Arturo Frondizi y elgolpe militar. A dos semanas de suaparición, el libro fue prohibido por elMinisterio del Interior del gobierno deJosé María Guido mediante un decretodel Poder Ejecutivo. En una época detanto interés por los acontecimientoscontemporáneos, la prohibición diolugar a que se vendiera toda la ediciónque “como era lógico” 8 se comercializabapor debajo del mostrador. Y uno delos que más lo vendió fue Jorge Álvarezen la librería De Palma. Así fue comose conocieron. Más tarde, García Lupollevó a la editorial a Rodolfo Puiggrós ya Ricardo Rojo, este último autor de ungran éxito, Mi amigo el Che, del que sevendieron 30.000 ejemplares. El librofue publicado en 1968, poco tiempodespués de la muerte del Che.Álvarez daba a cada uno de sus colaboradorescompleta autonomía en suárea, pero al mismo tiempo decidíaacerca de todo “con absoluta arbitrariedad”,como dice Julia Constela.En un principio editó a GermánRozenmacher y a Dalmiro Sáenz, y “alaño de sus primeros títulos, la mejorliteratura del momento ya tenía algunaque otra representación en el catálogo”9 . Escritores consagrados juntocon desconocidos que “morían” porser publicados y cuya valía el tiempoterminó confirmando, tanto como laagudeza del editor.¿Qué distingue a Jorge Álvarez de otroseditores argentinos de la época? SergioPujol caracteriza a estos editores comointelectuales más o menos progresistas,que pasaron de tener un puñado de títulosen prensa a convertirse en productorescasi masivos de libros 10 . Aunquecertera, esta definición no es suficientecuando se aplica a Álvarez y se puededecir que le resta mérito. Una mezclade creatividad, perspicacia y savoir faireenvuelve a este “personaje surgido de uncuento de Scott Fitzgerald” 11 . El agenteliterario Guillermo Schavelzon, quecomenzó a trabajar en JA a los 19 años,asegura que fue Álvarez quien modernizóla edición en los sesenta y se anticipóal “editor” como figura casi pública(en el sentido del publisher). Inventabalibros (por ejemplo, cuando se le ocurrióreunir <strong>las</strong> tiras semanales de Quinoen un libro), hacía encargos a algunosautores (lo que no estaba permitido porciertos códigos éticos) o les pagaba aotros una cuota mensual por escribir.Intuición para crear un catálogo eclécticoque atrajera al nuevo público nole faltaba, pero además, Álvarez tuvola capacidad de interpretar el espíritude la época, de convertirse en uneditor-faro seguido por sus lectoresy requerido por los escritores. Unpríncipe del Renacimiento, lo llamaJulia Constela, quien además de asesorafue directora, entre 1963 y 1964,de la más afamada colección de laeditorial, <strong>las</strong> “Crónicas”, que revelanla impronta moderna que Álvarez ledio a sus publicaciones. En este puntoes preciso recordar que el cuento orelato breve tuvoun papel relevantedentro del“boom” latinoamericano12 , demanera que laeditorial acompañabauna modalidadque otraseditoriales másgrandes, comoEUDEBA, tambiénadoptaron.Sin embargo, enel caso de JA, laclásica antologíafue reemplazadapor una selecciónde distintos autorescon unidad temática: eran crónicasdel pasado, del amor, de la burguesía,de Buenos Aires, del sexo, etcétera.Constela escribía los prólogos y <strong>las</strong>biografías de los autores, que resultaban“muy insolentes –según su autora–porque los tomaban un poco enbroma”. Por otro lado, la directora dela colección tenía libertad para escogerlos autores, y lo hacía de manera quehubiera en cada una de <strong>las</strong> Crónicasun autor de mucha fama y reconocimiento,otros menos conocidos yalguno nuevo; en la primera, porejemplo, <strong>las</strong> Crónicas del pasado, el ejede atracción fue Ernesto Sabato, quienpor otra parte publicó aquí su únicocuento. En ese volumen también se484 48507. Tribunas literarias.indd 484-485 13/11/06 21:46:33

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