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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Tribunas literarias, memoria editorialTribunas literarias, memoria editorialLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006comenzaban por orden alfabético, yeso lo condenaba a ser de los primeros–,con Falsos pasaportes, de CharlesPlisnier, un trotskista belga que habíaobtenido el premio Goncourt deLiteratura en 1938 por esos relatosen los que biografiaba a los militantesreprimidos y encarcelados en laURSS y perseguidos por toda Europapor los comunistas. En ese momentopublicábamos casi simultáneamenteLa sociedad del espectáculo, del líder dela Internacional Situacionista, de difícilencuadramiento ideológico, GuyDébord –aún hoy , mucho después desu suicidio, reivindicado como contestatariocon ideas vigentes–; Notas revolucionarias,de Julius Lester, un cantantede blues representante un tantofolklórico del Poder Negro, y Sobreel trotskismo, de Kostas Mavrakis, unmaoísta griego residente en Francia,que contenía una complejísima críticateórica a <strong>las</strong> ideas de Trotski. Estosdos últimos libros habrían de traercola pocos años después... Como tambiénla traería Cuba, vida cotidiana yRevolución, una recopilación de crónicasde viaje del periodista EnriqueRaab, tiempo después “desaparecido”,publicadas originalmente en el diarioLa Opinión: desencadenó un juiciopenal contra nosotros que terminóen sobreseimiento. Antes, en 1972,Angela Davis habla, que reunía textosde la doctora en Filosofía y militantenegra que fue juzgada y estuvo apunto de ser condenada a muerte enEstados Unidos, y otros sobre ella ysu lucha en defensa del Poder Negro,vendió dos ediciones.Rodolfo Terragno dirige la colección“Cuestionario”, que también era eltítulo de su excelente revista mensual.Se inaugura con Los 400 días de Perón,del propio Terragno, que resume elúltimo período del líder político enel país. Siguió con Multinacionales yDerecho, en el que dos prestigiososabogados, Corti y Martínez de Sucre,analizaron el fallo de la Suprema Cortede 1973-1974 en el que se consideróque <strong>las</strong> compañías transnacionalesradicadas en el país no podían incluircomo costo los royalties que pagaban asus casas centrales.La ola de exiliados expulsados por elgolpe de Pinochet aporta a nuestro catálogoEnsayos quemados en Chile y Patos,elefantes y héroes, de Ariel Dorfman(nacido en <strong>Argentina</strong>, pero que sereivindica como chileno); Periodismoy lucha de c<strong>las</strong>es, de Camilo Taufic, ylos esclarecidos análisis de Chile ¿sí?del boliviano Ted Córdova-Claure, quetambién venía de vivir en ese país.Pero eso no era todo: los Poemas deamor y sexo del dominicano Manueldel Cabral y Todos los poemas dePaco Urondo enriquecen la colecciónde poesía y Kuki inaugura unanueva colección infantil, “El Libroen Flor”, con obras muy ilustradasde escaso o ningún texto, destinadasa los más chiquitos, que todavía noleen. Primer título: Los botones delelefante, de la japonesa Noriko Ueno.Para aumentar el número de lectoresde la colección, aportamos uno: endiciembre de 1974 nace nuestro hijoEmilio, quien se dedicará a la músicadesde su adolescencia.El contrato de edición del libro dePaco Urondo fue tipeado en mi viejamáquina portátil Olivetti Lettera, ylo firmamos en París, donde AntonioSeguí, el pintor cordobés radicado allídesde mucho antes, pintó un caricaturescoretrato del autor que fue lailustración de la tapa.En 1975 se realiza la primera FeriaInternacional del Libro de BuenosAires en la que participamos con unpintoresco stand, que tiene su historia.Cuando visitamos el predio en el quese realizaría la Feria –el municipal linderoa la Facultad de Derecho, dondehoy se realiza, entre otras exposiciones,la Feria del Libro Infantil– vimos quetenía un piso adoquinado, plagado demanchas provenientes de innumerablesmuestras industriales. Esto hacíaimprescindible una tarima alfombradaque lo ocultara, algo que estaba totalmentefuera de nuestro presupuesto.Por eso imaginamos que, dado que elpiso semejaba una calle, había que utilizaralgo que pudiera estar en la calle:alquilamos un kiosco de diarios usadoa una fábrica que los proveía a loscanillitas y donde nuestro pedido fuerecibido con enorme extrañeza. Noimaginábamos que trasladar el kiosco,pesadísimo como para aguantar laintemperie y hacerlo casi imposible demovilizar fácilmente, sería una tareaímproba: de todos modos se hizo y elkiosco de De la Flor se convirtió poraños en una especie de documento deidentidad en la Feria, muy imitadoposteriormente...Seguimos con los kioscos, cada vezmayores porque el espacio rentadoen la Feria se ampliaba, hasta 1997,cuando decidimos renovar el diseño,dentro de una estética que tuvierareminiscencias de lo callejero –ysiguiera sin tener alfombra ni tarima–pero que se adecuara a <strong>las</strong> nuevasposibilidades de la editorial. El nuevostand lo diseñó y construyó el arquitectoJosé María Caula, nada ajeno ala historia de De la Flor: había sidonuestro primer cadete casi 30 añosantes. Y ese año obtuvimos el premioal mejor de la Feria en su categoría.El de Caula no es el único caso defidelidad a la empresa por amor a loslibros: Eduardo Velázquez, que habíaingresado también como cadete a finesde la década del 70, ya recibido deveterinario, investigador en su especialidady profesor universitario, deja delado sus tareas profesionales cada añoen la época de la Feria para ayudarnosen la atención al público.La muy ecléctica línea editorial provocóconfusiones que resultarían peligrosaspoco después. Así como un librosiniestro titulado La red y la tijera,cuyo autor yace en el olvido, nosincluía entre <strong>las</strong> editoriales subordinadasal Servicio de Informaciones deEstados Unidos, otro mamotreto nomenos siniestro, de Roberto Aizcorbe,nos incluía entre los sellos vinculadosal aparato comunicacional del PartidoComunista Argentino. En un reportajeradial que me hizo en esa épocaOdile Baron Supervielle, a la preguntaacerca de qué relacionaba libros tandiferentes en orientaciones políticasy estéticas, con ingenuidad y cuandola palabra no tenía connotacionesincriminantes, contesté, simplemente,que todos nos habían gustado y queeran todos “subversivos”. También elpresidente de la Cámara <strong>Argentina</strong> delLibro en 1977, un brigadier retirado,nos contó con aire falsamente compungidoen la Feria de Frankfurt, que<strong>las</strong> discretas gestiones emprendidas,según él, por esa institución cuandoestábamos presos, tropezaban con elobstáculo de que, al no detectársenosninguna militancia política... se sospechabaque podíamos ser “ideólogos dela guerrilla” (sic).1976 y después: ya nada será igualEl golpe del 24 de marzo, que desencadenaríala tragedia represiva más440 44107. Tribunas literarias.indd 440-441 13/11/06 21:46:03

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