LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Tribunas literarias, memoria editorialTribunas literarias, memoria editorialLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Editora era superior al original, se leencomienda la versión a Juan JoséCeselli, estupendo poeta surrealista,con gran dominio del verso... peropoco del francés: elaboramos la versióndefinitiva a cuatro manos en suextraña casa del Pasaje La Selva 4040(La Selva 4040 fue el título de unode sus poemarios, asociando una referenciacabalística a lo que sólo era undomicilio...).En octubre de1972 ve la luznuestra ediciónde La InmaculadaConcepción deAndré Bretony Paul Éluard,un texto clavede los popes delsurrealismo quetradujo magistralmenteAlejandraPizarnik. Unaprosa poéticalindante con eldelirio en la queincluyeron hastajuegos de simulaciónde variasenfermedades mentales. La edicióntendría consecuencias casi igualmentesurrealistas: la familia de Bretón protestópor carta, quejándose por el audazdiseño de la tapa, puramente surrealista,obra de Oscar Smoje, y porque enella, sin respetar el orden alfabético, seincluía en primer término el nombre deÉluard (algo que decidimos por considerarlomás conocido por los lectores).Evidentemente la vena transgresora noera hereditaria...También publicamos Opio, de JeanCocteau (en traducción de JulioGómez de la Serna y, como prólogo,un texto de su incomparablehermano Ramón), el Diario de unadesintoxicación, escrito y dibujado porquien había sido opiómano, ademásde poeta, autor teatral y téorico de laestética. La autorización para publicarel prólogo la concedió la viuda deRamón, la escritora argentina LuisaSofovich, a quien visité con unciónen la casa donde había vivido con eseescritor extraño, al que yo admiraba.Este libro, impecablemente impresoen papel ilustración, cuya tapa decolor plata había costado muchísimorealizar, recibió el premio al libromejor editado del año en su categoría,otorgado por la Fundación Gutenberg,e inició una serie de distinciones deese tipo que obtendría la Editorial másadelante, ya con la Cámara <strong>Argentina</strong>de Publicaciones como continuadoradel certamen: Podría ser yo, deElizabeth Jelin y Alicia D’Amico;Recontrapoder, de Luis Felipe Noé yNahuel Rando y, en junio de 2006,la edición del Martín Fierro ilustradopor Fontanarrosa.En 1973, Orilla de los recuerdos, unanovela del brasileño Hermilo BorbaFilho, primera parte de una tetralogíatitulada “Recuerdos de un caballero dela segunda decadencia”, que habíamospublicado por consejo de BernardoKordon, amigo del autor, despiertael “interés” de la División Moralidadde la Policía Federal, que secuestraejemplares en los kioscos –un distribuidorhabía comprado los saldos dela edición y los había lanzado a la callecon una faja que la proclamaba “Joyade la literatura erótica”– y promueve lainiciación de un proceso por infracciónal artículo 128 del Código Penal, quereprime <strong>las</strong> “publicaciones obscenas”.La novela, un crudo relato autobiográficoambientado en el Nordeste deBrasil, había obtenido excelentes críticaspor sus valores literarios. Estodetermina que el fiscal se abstengade acusar: el proceso termina con unsobreseimiento definitivo decretado aregañadientes por el juez, que, segúnconfesión de un funcionario del juzgado,se había excitado mucho con lalectura. Si bien los buenos comentariosbibliográficos no hicieron que el librose vendiera, fueron útiles para mantenerlimpio el prontuario del editor.Ese mismo año se produce mi definitivaprofesionalización como editor: decomún acuerdo con mi compañera ysocia, abandono el ejercicio de la abogacíay viajo por primera vez a la FeriaInternacional del Libro de Frankfurt,lo que sería el bautismo de fuego paraesta actividad. Mi presencia allí, sesupo después, habría de tener seriasconsecuencias en nuestra vida personaly en la de la editorial.Fontanarrosa era conocido en esemomento principalmente por sus lectoresrosarinos y los de la fundacionalrevista de humor cordobesa Hortensia.Pero tomamos contacto con él a partirde sus colaboraciones en la revistapolítica Desacuerdo, que dirigía nuestroamigo Ricardo Nudelman, quien,como se dijo, trabajaba en De la Flor.La revista se titulaba así porque entresus posiciones estaba la de oponerse ala convocatoria que había hecho –conescasa acogida– el gobierno dictatorialdel general Lanusse al peronismopara un “Gran Acuerdo Nacional”.Y el libro de Fontanarrosa se llamó¿Quién es Fontanarrosa?, aludiendoa lo poco conocido que el Negroera en ese momento. Posteriormente,la colección de humor gráfico titulócon la misma pregunta <strong>las</strong> primerasrecopilaciones del cordobés, Crist, deLimura, del mexicano Carlos Dzib,del venezolano Zapata, etc.La primavera de Buenos Aires o secierne la tormentaCon 60 nuevos libros, 1974 seráel año de mayor producción de laeditorial, una hiperactividad alentadapor los desarrollos políticos y larelativa bonanza económica del país,que continuará en el año siguiente.Aparecen textos transgresores para laépoca, como el Diario de un educastrador,de Jules Celma (un maestro quefue enjuiciado en Francia por haberpermitido a sus alumnos la libertadtotal en c<strong>las</strong>e, incluso para <strong>las</strong> aproximacionessexuales); el Diario de unhomosexual, de Giacomo Dacquino yAprendamos a hacer el amor, el famoso“folleto del Dr. Carpentier”, un brevísimotexto dedicado a los muy jóvenespor el cual, también en Francia, fueprocesado su editor original. Eso dioorigen a una edición “colectiva” enla que muchos editores franceses secorresponsabilizaron por el libro. Yaen 1973 habíamos publicado un libroprecursor de un tema que ni siquierase debatía en público en <strong>Argentina</strong>:Aborto. ¿Derecho de <strong>las</strong> mujeres?, deDiane Schulder y Florynce Kennedy,dos abogadas de Nueva York quedefendieron a mujeres incriminadaspor haber abortado en Estados Unidosviolando <strong>las</strong> leyes que lo castigaban.Esto en la línea “educación, amory sexo”. Porque en la línea políticaimperaba un eclecticismo que deberíahaber desorientado a los represores.En etapas previas habían coexistido enel catálogo El recuerdo y <strong>las</strong> cárceles, <strong>las</strong>deliciosas memorias de Rodolfo AráozAlfaro –un exquisito aristócrata quehabía sido por muchos años apoderadodel Partido Comunista y que estuvopreso muchísimas veces porque, comobromeaba, hasta <strong>las</strong> razzias políticas438 43907. 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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Tribunas literarias, memoria editorialTribunas literarias, memoria editorialLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006comenzaban por orden alfabético, yeso lo condenaba a ser de los primeros–,con Falsos pasaportes, de CharlesPlisnier, un trotskista belga que habíaobtenido el premio Goncourt deLiteratura en 1938 por esos relatosen los que biografiaba a los militantesreprimidos y encarcelados en laURSS y perseguidos por toda Europapor los comunistas. En ese momentopublicábamos casi simultáneamenteLa sociedad del espectáculo, del líder dela Internacional Situacionista, de difícilencuadramiento ideológico, GuyDébord –aún hoy , mucho después desu suicidio, reivindicado como contestatariocon ideas vigentes–; Notas revolucionarias,de Julius Lester, un cantantede blues representante un tantofolklórico del Poder Negro, y Sobreel trotskismo, de Kostas Mavrakis, unmaoísta griego residente en Francia,que contenía una complejísima críticateórica a <strong>las</strong> ideas de Trotski. Estosdos últimos libros habrían de traercola pocos años después... Como tambiénla traería Cuba, vida cotidiana yRevolución, una recopilación de crónicasde viaje del periodista EnriqueRaab, tiempo después “desaparecido”,publicadas originalmente en el diarioLa Opinión: desencadenó un juiciopenal contra nosotros que terminóen sobreseimiento. Antes, en 1972,Angela Davis habla, que reunía textosde la doctora en Filosofía y militantenegra que fue juzgada y estuvo apunto de ser condenada a muerte enEstados Unidos, y otros sobre ella ysu lucha en defensa del Poder Negro,vendió dos ediciones.Rodolfo Terragno dirige la colección“Cuestionario”, que también era eltítulo de su excelente revista mensual.Se inaugura con Los 400 días de Perón,del propio Terragno, que resume elúltimo período del líder político enel país. Siguió con Multinacionales yDerecho, en el que dos prestigiososabogados, Corti y Martínez de Sucre,analizaron el fallo de la Suprema Cortede 1973-1974 en el que se consideróque <strong>las</strong> compañías transnacionalesradicadas en el país no podían incluircomo costo los royalties que pagaban asus casas centrales.La ola de exiliados expulsados por elgolpe de Pinochet aporta a nuestro catálogoEnsayos quemados en Chile y Patos,elefantes y héroes, de Ariel Dorfman(nacido en <strong>Argentina</strong>, pero que sereivindica como chileno); Periodismoy lucha de c<strong>las</strong>es, de Camilo Taufic, ylos esclarecidos análisis de Chile ¿sí?del boliviano Ted Córdova-Claure, quetambién venía de vivir en ese país.Pero eso no era todo: los Poemas deamor y sexo del dominicano Manueldel Cabral y Todos los poemas dePaco Urondo enriquecen la colecciónde poesía y Kuki inaugura unanueva colección infantil, “El Libroen Flor”, con obras muy ilustradasde escaso o ningún texto, destinadasa los más chiquitos, que todavía noleen. Primer título: Los botones delelefante, de la japonesa Noriko Ueno.Para aumentar el número de lectoresde la colección, aportamos uno: endiciembre de 1974 nace nuestro hijoEmilio, quien se dedicará a la músicadesde su adolescencia.El contrato de edición del libro dePaco Urondo fue tipeado en mi viejamáquina portátil Olivetti Lettera, ylo firmamos en París, donde AntonioSeguí, el pintor cordobés radicado allídesde mucho antes, pintó un caricaturescoretrato del autor que fue lailustración de la tapa.En 1975 se realiza la primera FeriaInternacional del Libro de BuenosAires en la que participamos con unpintoresco stand, que tiene su historia.Cuando visitamos el predio en el quese realizaría la Feria –el municipal linderoa la Facultad de Derecho, dondehoy se realiza, entre otras exposiciones,la Feria del Libro Infantil– vimos quetenía un piso adoquinado, plagado demanchas provenientes de innumerablesmuestras industriales. Esto hacíaimprescindible una tarima alfombradaque lo ocultara, algo que estaba totalmentefuera de nuestro presupuesto.Por eso imaginamos que, dado que elpiso semejaba una calle, había que utilizaralgo que pudiera estar en la calle:alquilamos un kiosco de diarios usadoa una fábrica que los proveía a loscanillitas y donde nuestro pedido fuerecibido con enorme extrañeza. Noimaginábamos que trasladar el kiosco,pesadísimo como para aguantar laintemperie y hacerlo casi imposible demovilizar fácilmente, sería una tareaímproba: de todos modos se hizo y elkiosco de De la Flor se convirtió poraños en una especie de documento deidentidad en la Feria, muy imitadoposteriormente...Seguimos con los kioscos, cada vezmayores porque el espacio rentadoen la Feria se ampliaba, hasta 1997,cuando decidimos renovar el diseño,dentro de una estética que tuvierareminiscencias de lo callejero –ysiguiera sin tener alfombra ni tarima–pero que se adecuara a <strong>las</strong> nuevasposibilidades de la editorial. El nuevostand lo diseñó y construyó el arquitectoJosé María Caula, nada ajeno ala historia de De la Flor: había sidonuestro primer cadete casi 30 añosantes. Y ese año obtuvimos el premioal mejor de la Feria en su categoría.El de Caula no es el único caso defidelidad a la empresa por amor a loslibros: Eduardo Velázquez, que habíaingresado también como cadete a finesde la década del 70, ya recibido deveterinario, investigador en su especialidady profesor universitario, deja delado sus tareas profesionales cada añoen la época de la Feria para ayudarnosen la atención al público.La muy ecléctica línea editorial provocóconfusiones que resultarían peligrosaspoco después. Así como un librosiniestro titulado La red y la tijera,cuyo autor yace en el olvido, nosincluía entre <strong>las</strong> editoriales subordinadasal Servicio de Informaciones deEstados Unidos, otro mamotreto nomenos siniestro, de Roberto Aizcorbe,nos incluía entre los sellos vinculadosal aparato comunicacional del PartidoComunista Argentino. En un reportajeradial que me hizo en esa épocaOdile Baron Supervielle, a la preguntaacerca de qué relacionaba libros tandiferentes en orientaciones políticasy estéticas, con ingenuidad y cuandola palabra no tenía connotacionesincriminantes, contesté, simplemente,que todos nos habían gustado y queeran todos “subversivos”. También elpresidente de la Cámara <strong>Argentina</strong> delLibro en 1977, un brigadier retirado,nos contó con aire falsamente compungidoen la Feria de Frankfurt, que<strong>las</strong> discretas gestiones emprendidas,según él, por esa institución cuandoestábamos presos, tropezaban con elobstáculo de que, al no detectársenosninguna militancia política... se sospechabaque podíamos ser “ideólogos dela guerrilla” (sic).1976 y después: ya nada será igualEl golpe del 24 de marzo, que desencadenaríala tragedia represiva más440 44107. Tribunas literarias.indd 440-441 13/11/06 21:46:03
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