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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Ficciones críticasFicciones críticasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006La crítica cultural de raíz realistay dialéctica, decimos, tieneun sesgo meduloso en Agosti.Ayudado por lo que serían <strong>las</strong>primeras lecturas argentinas deGramsci, que también en susdiscípulos –como Juan CarlosPortantiero, autor temprano deRealismo y realidad en la narrativaargentina, publicado alrededorde 1960– darían algunasevidencias de que ése podía serun camino fructífero –antes quela sociología cultural sin más–para justipreciar la novela realistaargentina en el clima vitalde los compromisos sociales demediados del siglo XX.ras. En esta polémica, todos han idoy venido con afirmaciones de condenaa los mídia, luego ultramatizadas alpunto de aceptarlos en pars o toto.Hay que reconocer que los medioscomunicativos circundan desde siemprela actividad intelectual como concienciasegunda, o segunda naturaleza,si se puede decir así. Por eso, una críticacultural asentada firmemente, notiene otro tema que ése, y no sólo seabre polémica a diario respecto a quéporción de la conciencia intelectualestá inducida por los medios, sino quéparte se le “regala” y cuál debe oponérselecomo última pizca de autenticidadde la palabra viva remanente.Se notan estas oscilaciones en la autoraantes mencionada, simultáneas oextensivas en el tiempo, lo que lejos dequitarle agudeza,la convierte enuno de los terrenosmás relevantes–en su textualidady en susintervencionespúblicas– paraobservar la construcciónde unaescritura ascéticay enjuta. La realidadepigramáticade Sarlo, la breveextensión de sufraseo, sucintaen la definiciónpunzante de unproblema, a lamanera de unaabreviatura o una cifra brevementerevelada, son artificios álgidos conlos que se lanza a un polemismo queelige cuidadosamente sus blancos –nosin una llamativa dureza en la expresiónde sus aversiones personales oteóricas–, sea para llamar a un oublierBenjamin o para afirmar <strong>las</strong> diversasmaneras por <strong>las</strong> cuales se debe relativizarel testimonio personal en la elaboracióndel sentido de una época y suverdad profunda.La influencia de Sarlo, notoria en elactual common sense intelectual, seexpresa en el giro a veces apresuradoque adquieren ciertos trabajos de estemomento académico argentino, quese decidían en primera instancia aentonar un cántico hacia la memoriacomo sujeto sin más, en virtud delrehacimiento de la verdad social,para pasar ahora a relativizarla comoun orden testimonial o experiencialfundado frágil y meramente en la“primera persona o en el recuerdo delo vivido”. Con estas acepciones, seentiende que finalmente –es lo quequeríamos decir– aquella polémicacon Landi no fuera enteramente algoreferido al papel que éste hacía cumplira ciertos comediantes de la televisiónen la elaboración del momentoincierto del vivir, sino que era unaconfrontación en ciernes sobre laconsideración de lo “vivido” –Landiapreciaba ese concepto y su raíz filosófica–,en el armazón entero de lavida humana, colectiva o social.Otros rumbos de la crítica cultural nose presentan tan hurgados por el afánpolemista. Investigativa, erudita y atildadaes la obra de Adolfo Prieto, consus indagaciones cuidadosas y meditadas–lindantes con la sociología cultural,pero menos gárrula y más rigurosaque ésta–, entre <strong>las</strong> que encontramossu trabajo pionero sobre el públicode arte, en 1955; sobre el criollismo–realizado mediante lecturas de <strong>las</strong>colecciones de Lehman-Nitsche existentesen el Instituto Iberoamericanode Berlín– y sobre los viajeros inglesesdel siglo XIX. Estas investigacionesrecordables y permanentemente consultadashoy, establecen un horizonteque no es fácil de superar en materiadel uso y la interrogación de los“documentos de cultura”.A su vez, Jaime Rest consigue dar unBorges notable con su ensayo sobre elnominalismo, que de un modo inicialliga a Borges con <strong>las</strong> tendencias filósofícasque lo acompañan y lo sostienen,aunque sea a fuer de una interpretaciónirónica por parte del propio Borges.Que Jaime Rest hubiera llamado laatención sobre la potencialidad delconcepto de nominalismo –tan arcaicoy tan moderno en Borges– es unapedrería perdurable de la reflexiónintelectual en los dominios de lacultura crítica argentina. Murena, elgran antagonista de Contorno, por lamisma época, o quizás un poco antesque Rest, no hacía más que demostrarque <strong>las</strong> observaciones de cuñoensayístico respecto a lo sagrado, elnombre secreto, el pecado originalrigiendo la historia de los pueblos oel peligro de <strong>las</strong> tecnologías sin raícesculturales, eran el complementoremoto –pero que una generacióndespués se apreciaría– entre la críticahistórico-política que Viñas, Jitrik,Masotta o Rozitchner invocarían –con mayor o menos adscripción a loslenguajes filosóficos, o en su defecto,con una fuerte readaptación argentinadel lenguaje existencialista–, y la críticaal mundo de dominación inhumanaimplicado en la razón vacía ymeramente planificadora, que con elpretexto de apaciguar la temporalidadinquieta, intentaría cuadricularla confórmu<strong>las</strong> econométricas como “corto,largo y mediano plazo”, etc.En este mismo camino, alumbrado por<strong>las</strong> críticas “materialistas” a Murenay Martínez Estrada (éste, el implícitomaestro del primero), surgen obrascomo <strong>las</strong> de Héctor Agosti, que ensu defensa del realismo logra dar unaversión más amena de <strong>las</strong> doctrinas oficialesdel arte enlos ámbitos de laizquierda, y consiguecon Nacióny cultura unapieza mayor queno pasaría inadvertidaal propioHernándezArregui, siemprereacio a brindarreconocimientos y elogios, sobre todoa escritores provenientes de trincheraspolíticas que cuestionaba. Pero de esteúltimo, es obligación caballeresca –sino fuera reclamo del verdadero abanicode la crítica argentina–, no dejar caer lareflexión sobre sus grandes escritos, Laformación de la conciencia nacional oImperialismo y cultura.La crítica cultural de raíz realista y dialéctica,decimos, tiene un sesgo medulosoen Agosti. Ayudado por lo queserían <strong>las</strong> primeras lecturas argentinasde Gramsci, que también en sus discípulos–como Juan Carlos Portantiero,autor temprano de Realismo y realidaden la narrativa argentina, publicadoalrededor de 1960– darían algunasevidencias de que ése podía ser uncamino fructífero –antes que la sociologíacultural sin más– para justipreciarla novela realista argentina en elclima vital de los compromisos socialesde mediados del siglo XX.Por otro lado, la vía de una críticaadusta de la obra de Martínez Estrada–cierto que no implacable ni arbitraria–,como la de Bernardo CanalFeijóo, demostraría que también conla antropología profesional era posibleBeatríz Sarlo,por Paola Rizzi266 26704. Ficciones críticas.indd 266-267 13/11/06 21:41:03

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