LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Nombres, linajes y recorridosNombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006La dilatada construcción delos ensayos borgeanos deBarrenechea se sitúa en esaapertura del sentido que en sumisma realización se sustrae,y por ello mismo es virtualmenteinconclusa, no jerárquica,lejos de toda definicióny de toda aserción autoritaria:porque su atención es incesantementellamada a revelar elsecreto fugitivo, el imposibleenigma, la ignorada laguna.verá, esa primera vez no es un origen,sino un comenzar destituido por lainterminable pasión por descifrar elenigma. Es decir, aquello que defineel afán mismo de la crítica Ana MaríaBarrenechea. No es esa imagen deBorges la que quiero entrever ahora,sino la de la crítica, el espejo en claroscurode su celo y de su deseo en laescritura sobre otro autor.Comenzaré por el final, por el últimoensayo, aparecido allí por primeravez. Se llama “El hacedor de tramassecretas”. Ese título es sintomático ynos acerca a una doble valencia: poruna parte está el hacedor, el poeta,el monstrorum artifex, el constructordesvelado que es, al mismo tiempo,el hombre mortal, cargado de penasy de días; por otra, está la trama que,como la figura en el tapiz de James,posee un dibujosecreto, un sentidoenigmáticoque <strong>las</strong> innumerableslíneas desu diseño ocultanen su desnudaaparición y enun simulacro deeternidad. Esaconfluencia entreel secreto quepertenece a untiempo indefinidoe inalcanzabley el artista cercado por el tiempose halla en todas <strong>las</strong> indagacionesborgeanas de Barrenechea. El breverelato ejemplar de Borges que eligióallí es “El etnógrafo”, prosa recogidaen Elogio de la sombra (1969). Es lahistoria de un hombre llamado FredMurdock al cual en la universidad leaconsejan emprender el estudio de <strong>las</strong>lenguas indígenas. El hombre se fuea vivir junto a la tribu elegida, paraconocer sus ritos y su magia. Con eltiempo soñó en un idioma distinto alde sus padres, olvidó sus costumbres,comenzó a pensar de un modo quesu anterior lógica rechazaba. Al cabode dos años, cuando en <strong>las</strong> nochesde luna llena soñaba con bisontes, elsacerdote le reveló su doctrina secreta.Al regresar a su universidad Murdockle reveló a su profesor que conocía elsecreto, que podría enunciarlo de cienmodos distintos y aun contradictorios,pero no pensaba revelarlo. “Elsecreto –dijo– no vale lo que valenlos caminos que me condujeron a él.Esos caminos hay que andarlos.” Deese relato, Barrenechea observa que, almismo tiempo que refiere una “revelaciónrecibida y en el fondo transmisiblecomo acontecimiento lineal”,suspende su sentido al final, paraser interrogado incesantemente por ellector, que así regresa una y otra vez alcomienzo de su enigma. En esa fábulacrítica ya podemos reconocer unaimagen de Ana María Barrenechea,es decir, en la incesancia del desciframiento.Como si toda su crítica fueraarrebatada por el deseo de un sentidosecreto, constantemente diferido y,además, como si toda la literaturaborgeana fuera una criptografía quese abre en multiplicidad de caminossignificantes y se cierra sobre sí enun significado penúltimo, elusivo ydesviado. Barrenechea es así la descifradorade tramas secretas y a la vez lamás perfecta hilandera de su enigma,porque lo potencia en la minuciosidaddel tejido, en súbitos dibujos, en losnudos inextricables del revés.En ese deseo del desciframiento seinscribe la cita de Borges que en estelibro aparece con frecuencia y que serefiere al hecho estético. Podría decirseque no hay ensayo que, explícita oimplícitamente, no aluda a esa fraseextraordinaria del texto de Borges “Lamuralla y los libros”. Dice así:Ya Pater, en 1877, afirmó que todas <strong>las</strong>artes aspiran a la condición de la música,que no es otra cosa que forma. Lamúsica, los estados de felicidad, la mitología,<strong>las</strong> caras trabajadas por el tiempo,ciertos crepúsculos y ciertos lugares quierendecirnos algo, o algo dijeron que nohubiéramos debido perder, o están pordecirnos algo; esta inminencia de unarevelación, que no se produce, es, quizás,el hecho estético.La dilatada construcción de los ensayosborgeanos de Barrenechea se sitúaen esa apertura del sentido que en sumisma realización se sustrae, y por ellomismo es virtualmente inconclusa, nojerárquica, lejos de toda definición yde toda aserción autoritaria: porque suatención es incesantemente llamada arevelar el secreto fugitivo, el imposibleenigma, la ignorada laguna. Ese modelocrítico es a la vez:a) exhaustivo, con esa exhaustividad quele legaron los maestros de la estilísticaen la persecución de los vocablos pululantes,<strong>las</strong> articulaciones y modos en loscuales una conciencia literaria distribuyesus huel<strong>las</strong> en la escritura;b) estructurante, con esa estructuraciónen ciernes que dispusieron todoslos formalismos, donde un elementounitario es al mismo tiempo un eje derelaciones en un conjunto dinámico;c) abierto, con esa apertura que asimilóen la genética textual, donde unaescritura es menos una cristalizacióndefinitiva que la momentánea fijezade reescrituras en el tiempo, versionesmutables y metamorfosis;d) autoengendrado, porque nunca sedefine a sí mismo sino en la reformulación,que pudo haber nacido,incluso, en cierta ilusión esencialistacomo horizonte incumplido de uncelo arquetípico: “es indudable –escribeBarrenechea– que cuando volvemosa la lectura de [<strong>las</strong>] obras [de Borges]sentimos la obligación de revisar nuestrosprimeros juicios, aunque ambicionábamosen una etapa anterioralcanzar la definición de lo borgeanoesencial (por lo menos yo siempresiento la obligación de re-pensarlos encada momento)” (p. 324).Pero ese modelo de escritura crítica,como observa Barrenechea en Borges,muestra en filigrana <strong>las</strong> líneas primordialesque propone y basa su eficaciaen la tensión entre sus diversas manifestaciones.Ese modelo, como enabismo, postula su propia historiaen el comienzo del ensayo “Borgesentre la eternidad y la historia” y ellector puede seguir su cronología eneste libro. Podría afirmarse que en supropia formulación el modelo posee,como ejercicio de un saber deceptivo,la misma estructura lacunar que alientanlos relatos borgeanos. Es decir, eldeseo del desciframiento siempre hallaun orden provisorio del que sólodan cuenta ciertos eslabones y asistesiempre a la postergación y renovaciónde su propio enigma, incluso apartir de revelaciones parciales. Barrenecheaseñala al comienzo de ese ensayoque, para formular su argumentación,debe relatar el camino que heseguido durante años en <strong>las</strong> lecturas yrelecturas de sus textos (p. 303). En <strong>las</strong>ucesión de los diversos ensayos percibe,entonces, ampliaciones cualitativasde su interpretación crítica. Asírefiere que en 1957 juzgó que la claveborgeana se hallaba en la proyección106 10702. Nombres, linajes y recorrido106-107 106-107 13/11/06 21:31:20
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Nombres, linajes y recorridosNombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006La crítica de Ana MaríaBarrenechea [...] agota la exégesisde sus representacionesy desvíos y los reinstituye otravez, como formas nuevas delálgebra para verificar el secretodel fuego. Allí radica sudeseo descifrador, ese interminable,indefinido, terrenaldeseo de revelar aquello quese halla, como el secreto.de un orbe literario que obliteraba eltiempo, el espacio y el yo en su borramientoy a la vez en su presencia.Hacia 1975, Barrenechea advertíaque aquella expresión de la irrealidadcorrespondía,además, al cuestionamientodellenguaje y de laliteratura, paralo cual configurabaun referentediverso, imaginario,que el autorintroducía en elmundo. Al añosiguiente percibíaque aquel<strong>las</strong>oposiciones entre lo imaginario y loreal, de fundamento lingüístico y literario,correspondían en verdad a unalógica general de los opuestos, la cualconfiguraba una disyunción que era ala vez una conjunción: A o no A esigual a A y no A. Más tarde, afirmóque esa misma serie de oposiciones retornabasobre una dualidad borgeanaque reside en lo que llamó “la diversaentonación (sudamericana) de algunasmetáforas (universales)”, dondemediante mestizajes literarios entrearquetipos míticos y encarnacioneslocales, Borges realizaba un trabajoconstante de dispersión de aquel<strong>las</strong>oposiciones, dado que “establece distincionesy luego <strong>las</strong> anula para volvera oponer<strong>las</strong> haciéndo<strong>las</strong> más complejasy perturbadoras” (p. 250).¿Pero acaso no es esto último lo quesugiere el deseo descifrador de lapropia Ana María Barrenechea en sumodelo dinámico de pasajes entreuno y otro estrato hacia la revelaciónde un enigma que no se revela? ¿Noes acaso su propia descripción delmodelo borgeano una formulaciónlateral de su busca cuando dice: “meatrevo a sugerir que [el modelo] esla empresa eterna, siempre fracasaday siempre renovada, de la búsquedade un modelo?” (p. 259). Y reapareceaquí aquella definición del modelolacunar, que “hace suponer que hayun sentido aún no captado e incitatambién al desciframiento y querecrea un núcleo semántico que ellector no debe perder” (p. 255). Yasí el lector-crítico, recibe señalesdispersas y crecientes en el texto,que lo llevan a una exigencia de desciframientocada vez más abstracta,más elusiva y más compleja. Y en esoconsiste también la indecibilidad dela crítica interpretativa.De aquí se deriva asimismo ciertaética de la crítica literaria en ese celodescifrador, que podríamos reconocera partir de una de <strong>las</strong> dicotomías borgeanaspreferidas por Barrenechea:“álgebra y fuego, formas eternas yhumanidad concreta”. En el ensayo“Borges: álgebra y fuego”, que abrióel año del centenario borgeano enVenecia, 1999, Barrenechea revisaaquellos extraños objetos imposiblesque cifran el universo y se imponena lo real: los discos, <strong>las</strong> monedas, <strong>las</strong>esferas, los anillos, aquel<strong>las</strong> cosas queresponden a un imaginario borgeanode circularidad, un imaginario moregeometrico que encarna, en el senomismo de lo físico, el mundo de losarquetipos y esplendores. Ese otromundo secreto, de “vacío o plenitudsimbólica”, postula una totalidad ya la vez oculta su imposible verdaden lo limitado del mundo cotidiano.Formas residentes en su eternidad,múltiples y perfectas, que se cruzancon el tiempo de los hombres, elbarro del yo personal, el fuego de laafección y la desgracia:No sólo álgebra sino también fuego–escribe Barrenechea–. Fuego en elintenso pavor ante el don del amor, unamor físico insoportable, temido y desolado(p. 339).Porque esas formas del orden del secretoson asimismo una ilusoria representaciónde lo eterno en mediode todas <strong>las</strong> servidumbres, “formas enla sustancia de una patética aventurahumana”. Formas, al fin, de la ilusión,que, en su capacidad de ofrecerel enigma, no agotan el celo inagotablede buscar un sentido. En esa tensióncontradictoria que oscila entre laeternidad y la historia, “entre los modelosabstractos y el concreto individuocarnal”, afirma Barrenechea queha encontrado la voz de Borges. Perolo dice así: “Pienso ahora (no sé si lopensaré mañana) que he encontradola voz de Borges”. Y en este puntotoda la ficción borgeana se vuelve ellamisma un objeto enigmático, como<strong>las</strong> piedras azules que se multiplicana sí mismas en un número indefinido.Y también se vuelve el espacio contradictorio,irresuelto, demasiado humano,que hace señales precisas desde elhorizonte de sus magias parciales.La crítica de Ana María BarrenecheaNOTASbusca descifrar ambos enigmas o,mejor dicho, busca el segundo enigmaen el esplendor del primero, agotala exégesis de sus representaciones ydesvíos y los reinstituye otra vez, comoformas nuevas del álgebra para verificarel secreto del fuego. Allí radica sudeseo descifrador, ese interminable,indefinido, terrenal deseo de revelaraquello que se halla, como el secretomismo de lo humano, en el Otro. Deeso mismo hablaba Enrique Pezzonisobre ella, cuando se refería al “modelollamado Anita”. Decía: “Anita siguela marcha de ese aprendizaje interminableque (...) es el de un yo quesigue <strong>las</strong> revoluciones del deseo. Es laimagen del deseo que la proyecta haciael lenguaje, hacia el hablar con el otroy del otro. Eso, sobre todo le agradecemos:la generosidad de un deseo quela constituye y nos constituye en eldiálogo con ella.” 4(*) La primera versión de este ensayo fueleída en la presentación de La expresiónde la irrealidad en la obra de Jorge LuisBorges y otros ensayos, junto a RicardoPiglia, en el Instituto de CooperaciónIberoamericana, Buenos Aires, el 13 deseptiembre de 2000.(**) CONICET1. Pezzoni, Enrique, El texto y sus voces, Buenos Aires, Sudamericana, 1986, p. 7.2. Wilde, Oscar, “The critic as artist”, en Intentions, Works, Collins, London & G<strong>las</strong>gow, 1954, p. 966. Merefiero a estas mismas citas de Pezzoni y Wilde en un ensayo sobre esta cuestión específica en: “Crítica yautobiografía”, en: Ana Porrúa (comp.), La escritura y los críticos, Facultad de Humanidades, UniversidadNacional de Mar del Plata, 2001, pp. 103-112.3. Barrenechea, Ana María, La expresión de la irrealidad en la obra de Jorge Luis Borges y otros ensayos, BuenosAires, Ediciones del Cifrado, 2000. El volumen recoge la reedición del texto clásico de Barrenechea, La expresiónde la irrealidad en la obra de Jorge Luis Borges (México, El Colegio de México, 1957), con el agregado de otroscatorce ensayos que la autora dedicó a Borges, entre 1953 y 2000. El último, “El hacedor de tramas secretas”,era inédito. En adelante señalaré entre paréntesis el número de página al que pertenece la cita.4. Pezzoni, Enrique, “Imagen de Ana María Barrenechea”, en VV. AA., Homenaje a Ana María Barrenechea,Buenos Aires, Ministerio de Educación y Justicia, 1987, p. 26.108 10902. Nombres, linajes y recorrido108-109 108-109 13/11/06 21:31:21
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