Nombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006122Juan José Saer:una crítica sin atributosPor Susana CellaLos textos de Juan José Saer no adoptan suforma crítica en función de la confirmación deuna teoría previa. Su método –sostiene SusanaCella– que aparece en sus ensayos como fragmentosparalelos a su narrativa, consiste endesarrollar un estilo personal que no pretenderepresentar la realidad sino desarrollar una vozque habla a título personal. Despojado de intencionesexplicativas a <strong>las</strong> que considera redundantes,Saer se propone deconstruir ilusiones apartir de una indagación de carácter antropológico:se trata de la pregunta por nuestro seren el mundo impregnada por el aire litoraleñoque recorre toda su literatura. La crítica comoel despliegue de un punto de vista valorativocompuesto de afectos y rechazos, huidizo delógicas mercantiles y estandarizadas propias delos estereotipos y <strong>las</strong> imposturas que inundan elmercado cultural. Difícil de encasillar, crítico demodas y banalidades académicas o provenientesdel mundo periodístico, Saer invoca una escrituraafirmativa de sentidos como modo de develarlos desafíos que nos impone la cotidianeidadde la existencia, resistiendo a la invariantes queofrecen los géneros literarios.En la enumeración de la vasta obra deJuan José Saer, aquel<strong>las</strong> que aparecedefinida como ensayo –El concepto deficción, La narración-objeto, Trabajos–no es sino un conjunto de textos escritosen un lapso de casi tres décadas yen forma paralela o simultánea, o laque se lista como narración; recopilacionespor tanto, y en cierto sentido,algo así como fragmentos, cuyo caráctermisceláneo es menos verdadero queaparente, porque aunque se trate deapuntes, artículos para alguna revista operíodico, conferencia, etc., la unidadde lugar, para usar una expresión delautor, está dada precisamente, por unaperspectiva que más allá de variantesde época, es su carácter más profundoy parece ser una invariante, en tantoya sea que esté tratando una cuestiónsociológica, una obra literaria, algúntipo de concepto, un autor, una teoría,etc., habría como un método –sin queeste término haga pensar en el cumplimientode una serie de pasos ordenados,o algo así–, o mejor, un modo –ymodo hay que entenderlo como unaforma, una actitud, un proceder, unestilo y hasta una costumbre (todosestos sinónimos de la palabra)– quemuestra en la heterogeneidad, la insistenciade lo homogéneo.Sin embargo, además de los tres mencionados,El río sin oril<strong>las</strong> también calificaentre los ensayos, y casi se diría quea la inversa de los otros, en que al tratardiversos temas, se percibe el núcleofundamental dador de sentido; en éstees un tema, el río, y el de la Plata,específicamente, el motivo desencadenante,y como si se tratara de un viajeen el espacio-tiempo, Saer incursiona,podría decirse, en la <strong>Argentina</strong>, o talvez en el litoral como sinécdoque de unpaís cuya historia, literatura y sociedadno deja de escrutar simultáneamentecon un fervor de contendiente y conuna sensibilidad capaz de ofrecer, en labelleza de algunas de <strong>las</strong> imágenes diseñadasa partir del despliegue sensorial, eldibujo concreto de este suelo y su devenir.Saer consigue hacer del libro que leencomendaron parte de un proyectoeditorial por el cual se convocó a variosescritores a escribir sobre grandes ríos–el Danubio, entre otros– un “objetoque apunte a aquello que especialistas ylegos tiene en común: en eso se resumela función de la literatura” (Saer, 1991,218), es decir,apelar a lo quecada lector, desdesu experiencia,puede percibir,sentir y pensar, nomediante generalizacioneso abstracciones,sino,paradójicamente,por acentuar losdetalles que aparecencomo lacontrapartida delo estereotipado. Es así que la pampay su río principal (en este caso menosque sin oril<strong>las</strong>, de una sola, ya que serefiere a la costa argentina y remontahasta el Paraná) se tornan evidentes,inmediatos, y al mismo tiempo muestransu particularidad y la pertenenciaa un orden mayor que los abarca, eldel mundo. Es así que en el asado–tema sobradamente mencionado enSaer– convergen el orden universal yese lugar “único también, a causa deunos azares llamados historia, geografíay civilización” (Saer, 1991, 250).Estas inferencias intentan subrayar que,además de la teoría implícita o incorporadaen cuentos y nove<strong>las</strong>, Saer escribióuna cantidad de textos –de extensiónvariable y muchas veces, como élSaer incursiona, podría decirse,en la <strong>Argentina</strong>, o tal vez enel litoral como sinécdoque deun país cuya historia, literaturay sociedad no deja de escrutarsimultáneamente con un fervorde contendiente y con una sensibilidadcapaz de ofrecer, en labelleza de algunas de <strong>las</strong> imágenesdiseñadas a partir del desplieguesensorial, el dibujo concretode este suelo y su devenir.12302. Nombres, linajes y recorrido122-123 122-123 13/11/06 21:31:31
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Nombres, linajes y recorridosNombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Cuando Saer plantea la unicidadde la obra de arte, la singularidadde cada texto artístico,su capacidad de plantearsu propio sistema, no es simplementeque esté citando aTheodor Adorno –aunque locite, y varias veces, sobre todoen cuanto a la irreductibilidadde la obra de arte– sino queestá estableciendo una categoríavalorativa, y con eso afirmandono ya la pertinencia dela dimensión valorativa, sinomás bien, la imposibilidad deque esté ausente, en la crítica.mismo destaca con cierta ironía “porencargo”– que, genéricamente, se adscribena una zona ensayística, en distintasentonaciones e inflexiones perosiempre en torno de lo que han sido susrecurrentes y constantes preocupacionesacerca de la escritura, la que, ubicadaen una dimensión antropológica,alcanza el carácter abarcativo de unareflexión sobre nuestra razón de ser enel mundo, cuya vía regia es la literatura.Por otra parte, señala Saer, “el ensayoen tanto que forma literaria, es, antesque nada, la consideración fragmentariae individual de un tema dado, yla actitud previa del ensayista es justamentela de hablar a título personaly no adjudicarseninguna representatividad”(Saer,1997, 124). Espor tanto una vozcuyo peso se sostieneen su propiaconsistencia, noen algún tipo deinstancia o tarimadesde la quealguien enuncieen una pretensiónde autoridad,emparejada a <strong>las</strong>maniobras por<strong>las</strong> cuales se fijande antemano <strong>las</strong>pautas de lo que debe escribirse o leerse,sea por el mercado o la academia,los resultados son similares:Los novelistas ya no necesitan buscarnuevos caminos formales o una visióninédita del mundo para ejercer su arte,sino que les basta con limitartse a reproducirla ideología, los valores y la situaciónsocial, étnica o cultural de su público”(Saer, 2006, 11-12).Escritos en una prosa donde el distintivoestilo que da a la narrativa de Saersu calidad y altura, y en el permanentey nunca abandonado ejercicio de <strong>las</strong>utileza, rigor y sensibilidad que acercaestos textos a sus relatos, y con ellos,a la breve pero magnífica producciónlírica, los ensayos tienen, sin embargo,su especificidad. Desde luego, nose trata de algo así como apostil<strong>las</strong>o explicaciones a su obra, lo que elpropio Saer rechazaría porque seríasegún su implacable mirada, o bienuna falla en ese otro texto, o una meraredundancia, innecesaria en tanto laobra literaria, como la concibe, fundaun mundo y establece sus reg<strong>las</strong> enun conjunto autónomo. Es, más bien,la incursión por otra modalidad deescritura para ejercer, algo que ha sidopráctica constante en los relatos, unamirada que intenta deshacerse de loengañoso, lo aparente, que se oponecon vehemencia a lo dado por ciertoo convenido, desmontando precisamenteel mecanismo por el cual talesilusiones funcionan. En este sentido,los textos ostentan, indiscutiblemente,la categoría de crítica. Ahora, cuandoesa actitud crítica hace centro en laliteratura, vale preguntarse qué estádiciendo a y sobre la crítica, y sobre laliteratura (y desde luego ese qué estáindisolublemente ligado al cómo), o,dicho de otro modo, qué aporta a lacrítica literaria en varios aspectos.No es cuestión menor, entonces, loque gira en torno de cómo encararuna escritura crítica, en este aspecto elensayo de Saer cobraría un sesgo particular,en lo que concierne a la reflexióndel escritor sobre el propio trabajo.Pero también aparece en la forma deanálisis de textos de otros escritores,que viene a ser el concepto más aceptadode crítica literaria. En este caso loque nunca aparece en Saer es lo quebajo el rótulo de crítica, no es más quemera descripción o un tipo de lecturaque utiliza el texto para mostrarlocomo confirmación de una teoría, demodo que reducido así a ejemplo ilustrativo,el texto estaría perdiendo surazón de ser. Justamente cuando Saerplantea la unicidad de la obra de arte,la singularidad de cada texto artístico,su capacidad de plantear su propiosistema, no es simplemente que estécitando a Theodor Adorno –aunquelo cite, y varias veces, sobre todo encuanto a la irreductibilidad de la obrade arte– sino que está estableciendouna categoría valorativa, y con esoafirmando no ya la pertinencia de ladimensión valorativa, sino más bien laimposibilidad de que esté ausente enla crítica. Lo que nos lleva a considerarque toda pretensión de asepsia es obien una suerte de actitud maquinalante un texto o un engaño. Un texto–y digamos nada– se contempla omira, o describe o analiza desprendidodel sujeto que se enfrenta a ese objeto;una de <strong>las</strong> cosas que se destaca enestos ensayos es precisamente, y casise diría al contrario de una especiede imparcialidad, la pasión puesta envindicaciones y afectos no menos queen rechazos y denostaciones. Desdeluego la presencia del sentimiento, ola pasión, no significa la defensa deuna lectura meramente impresionistao caprichosa, la argumentación que <strong>las</strong>ostiene disipa tal postura. Y cuandola argumentación es fuerte, firme, porla potencia del razonamiento y porqueestá habitada por esa misma pasión,y se realiza con <strong>las</strong> afinadas armasdel lenguaje, con sus varios registros,surge una intervención crítica.La trajinada y repetida palabra vaadquiriendo, mediante <strong>las</strong> acotacionesque Saer va incorporando, su sentido,no de acto en un momento de crisis,ya que como afirma, la idea de crisisseñalaría un momento pasajero, encambio, el contexto, claramente presenteen todos los ensayos, es el de unmundo en el que la persistencia y laintensificación de un ordenamientosocial que sustenta y promueve unimaginario de adaptación y reproducciónindefinida de la mercancíacultural que trata de ahogar o neutralizartodo lo que intente cuestionaresta dominación. Por tanto la críticano aparece como emergente de unmomento excepcional, sino de unestado permanente o por lo menosprolongado. Aun cuando haga estadistinción, su crítica remite al gestopropio de los momentos históricos enque el cuestionamiento de lo establecidoes más alto; es decir, Saer conservaríaesa actitud a pesar del climaadaptativo o de <strong>las</strong> derivaciones acríticasde la crítica, de ahí esa afirmaciónen el prólogo a La narración-objeto,“renunciar a la crítica es dejarles elcampo libre a los vándalos que, al finaldel segundo milenio de nuestra era,pretenden reducir el arte a su valorcomercial” (Saer, 1999, 12). Un pocomás adelante, en el mismo prólogo,y podría decirse, filiándose en unatradición, presenta otra faceta y otrajustificación para la crítica:La crítica es una forma superior de lectura,más alerta y más activa, y que, en susgrandes momentos es capaz de dar páginasmagistrales de literatura (Saer, 1999,13).Cuando quien enuncia ya no es algunode sus narradores, que bien puedenocuparse de hacer crítica literaria–pienso por ejemplo en el Tomatis deLo imborrable–, sino que la voz nos124 12502. Nombres, linajes y recorrido124-125 124-125 13/11/06 21:31:32