LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006La imaginación críticaLa imaginación críticaLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006que tienen <strong>las</strong> palabras de suspendersu significación para transmitir sentimientosy emociones “en estadoafectivamente puro” 7 .No cuesta mucho imaginar los usosautoritarios que se le podrían dar a esteconcepto de intimidad tan diferentede otros, tan interesado en afirmar sudiferencia. Como nadie puede leersedesde un lugar distinto al que suponeque escribió, no tiene sentido queremita a alguno de mis ensayos sobre<strong>las</strong> experiencias íntimas que recorreny desdoblan <strong>las</strong> escrituras autobiográficascomo prueba inequívoca deque son posibles otros usos menosreprochables. Al margen de cualquiervoluntad de confrontación, si fueseuna posibilidad de los humanos desplazarnoshacia tales márgenes, quierorecordar que la lectura del libro dePardo fue para mí la ocasión de volvera aprender algunas cosas que ya habíadescubierto en Barthes o Blanchot:que lo más potente de la literaturatiene que ver con que presenta sindar y que los conceptos que piensanlo paradójico de ese acontecimientose escriben con sutileza. Lo volví aaprender, y no es lo mismo que haberloreconocido, cuando el concepto deintimidad sirvió para darles una formaproblemática a los argumentos críticosque se me iban ocurriendo mientrasleía <strong>las</strong> cartas familiares de Puig, <strong>las</strong>memorias de Bioy Casares o los diariosde John Cheever y sentía que a travésde los gestos privados y los ademanespúblicos pasaban otras cosas menosreconocibles, cosas que proyectabaninmediatamente esas escrituras no literariashacia los dominios de la ficción.Lo que en sus usos se define como lapotencia teórica de este concepto tieneque ver, según mi experiencia, con queabre posibilidades de pensar, sin reducirlademasiado, la ambigüedad de losafectos que transmiten algunas formasautobiográficas: la retórica epistolarde un hijo que busca aproximarsepara conservar la distancia, el entramadoinsidioso de los recuerdos en <strong>las</strong>memorias de un donjuán decadentedecidido a olvidar, o los ejerciciosespirituales de un diarista que cuidade cerca su enfermedad para que no sedebiliten sus peligros.La teoría literaria, cuando los que lapractican creen en el valor de un sabersobre la literatura que no participade algún modo de sus misterios y susencantos, puede servir para que algúnprofesor pedante y autoritario encausesus risibles apetencias de dominación.La teoría literaria que me gusta pensares la que aprendí y enseño, sirve paraque en los críticos académicos se despierteuna sensibilidad de ensayista:los fuerza a no desconocer, no tantoporque <strong>las</strong> reconozcan como porquequieran escribir a partir de el<strong>las</strong>, <strong>las</strong>razones íntimas de su identificacióncon algunos conceptos y con el estilode argumentación que le imponen.La intimidad de un crítico… ¿a quiénpuede importarle? A otro crítico, auno de esos que mientras escribe seimagina un personaje de novela.AddendaA veces los críticos se transformanen personajes de novela fuera de suescritura. Una vez me pasó y puedoasegurar que no tiene nada que vercon la muy discreta experiencia a laque alude esta profesión de fe cuandotrata “lo novelesco de la crítica”. Ledebo ese sobresalto a la amistad conCésar Aira. No sé si lo compensa,pero le debo también varias revelaciones(Lluvia de Simenon, en primerlugar), el recuerdo de anécdotas queme hicieron lamentar no llevar undiario en el que pudiese conservar<strong>las</strong> yalgunas cartas. (Escribo como amigo,no como lector, por eso no agradezcotambién su literatura.) Cuandotodavía no habíamos accedido al usodel correo electrónico, más o menosa mediados de los noventa, Aira meescribió tres o cuatro cartas muyextensas, verdaderos ensayos epistolaresdedicados a “refutar” mis planteoscríticos de entonces. Recuerdo bienuna “refutación”, así <strong>las</strong> llama él,de “Tontas ocurrencias”, mi primerensayo sobre Felisberto Hernández,y otra de “La supersticiosa ética dellector”, uno de mis caballitos en <strong>las</strong>batal<strong>las</strong> metacríticas. Aunque tomabaesa correspondencia como una especiede privilegio, casi siempre quedabadecepcionado, no tanto porqueesperara un improbable asentimiento,como porque el argumento refutadorgiraba invariablemente alrededor dellugar común aireano, al que yo suscribíacon entusiasmo, de que noconviene usar ejemplos para explicarla literatura, porque la lógica delejemplo es refractaria a la apreciaciónde particularidades absolutas. ¿No eraeso lo que yo trataba de demostrar?Después de que el juego de <strong>las</strong> refutacionesse interrumpió, me seguíocupando de que le llegasen mis librosapenas publicados, sobre todo porquecada vez que nos veíamos él me regalabael último suyo, pero por añosevité que el tema de nuestras conversacionesvolviese a ser mi trabajo.Durante el coloquio sobre políticas delensayo que hicimos en Rosario en losprimeros días de agoto de 2001, le diun ejemplar de Manuel Puig, la conversacióninfinita y le pedí que prestaseatención a los agradecimientos porqueaparecía mencionado (como si lehubiese dicho que no hacía falta quelo leyese porque seguía usando ejemplos).Él también tenía un regalo, estavez para mi hija que iba a cumplir unaño. Algunos días después, el lunes 13de agosto de 2001, recibí este mail:Mon cher Alberto:perdón por no escribirtehasta ahora (de paso, feliz cumpleañosatrasado a Emilita) pero quería terminartu Puig, cosa que hice anoche. Esexcelente. Tu mejor libro. Lo leí palabrapor palabra, “giro del pensamiento” por“giro del pensamiento”, y era como si loestuviera escribiendo yo. Identificacióntotal. Se me ocurre que tiene algo de“último libro”, como si fuera tu despedidade la ortopedia de la literaturay ahora salieras a una temática másamplia. Como si tu etapa de críticoliterario hubiera sido un aprendizaje,como en tu querido Barthes cuando sepuso a escribir sobre el amor, la fotografía,él mismo, la civilización. Este libromismo, si lo sacás a Puig, la excusa dePuig, ya es uno de esos tratados del almaque escribían los moralistas franceses,de La Bruyére a Stendhal, persiguiendosutilezas y repliegues de los secretos denuestras vidas. (Entre paréntesis, ¡quérealista genial fue Puig! ¡Qué salto en elconcepto de realismo. No hay nada niremotamente parecido en la literaturaargentina.) (...)Cualquiera que conozca a Aira decerca sabe que el fantasma de la ironíaacecha en los énfasis que desequilibransus elogios. Igual acepté como ciertoslos que le dedicó a mi libro pensandoen que esa improbable y excesiva“identificación total” remitía tal vez auna vivencia de lectura auténtica. Sin70 7101. La imaginación crítica .in70-71 70-71 13/11/06 21:29:48
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006La imaginación críticaLa imaginación críticaLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006reconocerse, Aira podría haber reconocidocomo genuinamente interesantemi sostenido esfuerzo por desarrollar,a través de conceptos y estrategias críticas,la ambigüedad y la clarividenciaque transmiten <strong>las</strong> intuiciones de susdos ensayos sobre Puig. Como sea, loque impactó con más fuerza sobre miconciencia, después de rebotar contralo que imagino es un anudamientoíntimo de anhelos y temores, fue la ideafascinante, pero difícil de sostener paraalguien que se define como un profesorque escribe, de que La conversación infinitatransmite un deseo de abandonarla crítica y pasar a otra cosa en la queel encuentro de escritura y vida pudieradarse con tanta intensidad como en losúltimos ensayos de Barthes, los másextraordinarios de una obra extraordinaria.Enseguida entendí y acepté elmensaje (el que me llegaba desde ellibro a través de la recensión privadade Aira): si quería volverme como mi“querido” Barthes, tendría que olvidarmetambién de él, de la identificacióncon la figura del crítico-ensayista queresponde activamente a la afirmaciónde lo intratable de la literatura; tendríaque olvidarme hasta de la idea de lacrítica como conversación con la literaturaaunque todavía fuese mi nortey nunca la hubiese encarnado. ¿A quéotra cosa podía invitarme el “monstruo”de Flores si no a una fuga haciaadelante? Hasta el fondo de lo desconocidopara alcanzar por fin lo novelesco, yano de la crítica, sino del crítico.Desde un principio traté de acordar con<strong>las</strong> impresiones de Aira sobre La conversacióninfinita sin tener que hacermecargo de lo que me parecía y todavía meparece una exigencia excesiva. Me gustapensar que, como los buenos libros decrítica, el mío sobre Puig manifiestasus deseos de volverse literatura porquearticula el saber con ciertas experienciassubjetivas que desbordan lo conceptual,pero algo se resiste a que puedaidentificar como propio ese deseo deuna existencia radicalmente distinta ylo devuelve convertido en un mandatopesado. Debes volverte escritor, porqueparece que así lo quieres, desprendiéndotede la “ortopedia” literaria. No es que creaimposible, ni siquiera extremadamentedifícil, pasar de la crítica a la narrativao la poesía, si sólo se tratase de sustituiruna retórica por otra. (Todos conocemospoetas que se volvieron tales frentea la recurrente imposibilidad de redactaruna ponencia para algún congreso.)El problema es que supongo que cualquierade esos cambios de registro mellevaría más lejos de la literatura que loque estoy en este momento, mientrasreflexiono sobre, y acaso en, los límitesde mi condición de crítico. A lo que serefiere el mensaje de Aira es a la posibilidadde dar un salto desde la crítica,que no importa con cuanta ironía sela practique siempre queda pegada aimposturas metalingüísticas, hacia lainvención de una forma ensayística quepueda desenvolverse según impulsosinmanentes, que prescinda incluso delos usos más interesantes de la teoría,de su tendencia a la generalización.Para dar ese salto no hacen falta competenciani talento, sólo convicción. Side veras creyese que lo que me salió alpaso como la afirmación de un valortambién es un llamado desde lo desconocidoque habla de la posibilidad deuna vida más fuerte, le respondería condecisión. Pero como sigo creyendo queliteratura es lo que escriben otros, aunqueno sé si esa creencia se sostiene enlo que quiero o en su negación, todavíaprefiero <strong>las</strong> imposturas menores de lacrítica a la más pretenciosa de actuarcomo si fuese un escritor.NOTASAlentado por el tono de sus comentariosal libro sobre Puig, alguna vezle volví a mandar a Aira lo que estabaescribiendo para que me contase quéle parecía. Actué con esa peligrosanecedad infantil que hace que todavíanos ilusione lo que ya sabemos quees imposible que pueda ocurrir. Paraque viese cuánto había progresadoen el estudio de <strong>las</strong> sutilezas y losrepliegues del alma humana (la identificacióncon los moralistas franceses,aunque excesiva, me parecióapropiada), le recomendé sobre todola lectura de “Unos días en la vidade Ángel Rama”. Demoró muchola respuesta y cuando finalmentenos reunimos me dijo que sí, que elensayo estaba bien escrito, pero queno me había podido encontrar en él,y pasó rápidamente a otra cosa parano abrumarme con su decepción.¿Estoy o no en lo que escribí sobre laintimidad del otro crítico? Sé que sí,pero temo que no. Y el temor haceevidente que la pregunta apunta a laposibilidad de aparecer, no sólo indirectamente,sino bajo <strong>las</strong> condicionesde una transformación radical: en elolvido de mi identidad como crítico.Aunque se trata de un problema queno podría resolverse desde dentro delejercicio de la crítica, ni siquiera desplazándosehacia sus bordes exteriores,me inquieta porque lo reconozcocomo propio en la medida en que nopuedo atribuir <strong>las</strong> expectativas de Airanada más que a un capricho de suextravagancia generosa y destructiva.¿De dónde sale si no el proyecto, queseguramente no voy a realizar, peroquién sabe, de narrar los últimos díasque pasamos juntos con papá, entreGeneral Villegas y Rosario, antes desu accidente? No tengo escrita ni unapalabra, pero varias veces comencé arecorrer imaginariamente los caminosde la rememoración y si en todos laliteratura de un modo u otro estuvopresente –porque estuvimos juntosen unas jornadas sobre Puig, porqueconversamos con Aira en un bar deVillegas, porque en el viaje de vueltaleí La experiencia sensible–, nunca lanecesité como soporte “ortopédico”para poder moverme.Hasta aquí llego. No sé si para salir delvacío de escritura en el que voy a caerdespués de terminar esta profesión defe, tendré que encontrarle otra vueltaa la retórica del ensayo crítico (parecetan agotada), o si finalmente me voy aprobar como narrador y autobiógrafo.No lo sé. No lo puedo saber.(*) CONICET1. Alejandra Pizarnik, Diarios, Barcelona, Lumen, 2003, p. 123.2. Charles Du Bos, Extractos de un diario 1908-1928, Buenos Aires, Emecé, 1947, pp. 246-247.3. ¿Es necesario volver a recordar que lo que en contextos como éste llamamos “lo desconocido” no se confundecon lo que no se conoce o falta conocer en general, sino que remite a la puntual desaparición de <strong>las</strong> condicionesque hacen posible el conocimiento en una ocasión irrepetible?4. Cfr. “Un novelista de otro siglo”, en Con toda intención, Buenos Aires, Sudamericana, 2006, p. 182.5. Michel Foucault: “Polémica, política y problematizaciones”, en Estética, ética y hermenéutica, Obras esenciales,Volumen III, Barcelona, Paidós, 1999, p. 354.6. Leonor Arfuch: “Cronotopías de la intimidad”, en Leonor Arfuch (compiladora): Pensar este tiempo. Espacios,afectos, pertenencias, Buenos Aires, Paidós, 2005, p. 239.7. José Luis Pardo: La intimidad, Valencia, Pre-Textos, 1996, p. 55.72 7301. La imaginación crítica .in72-73 72-73 13/11/06 21:29:49
- Page 2 and 3: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006
- Page 4 and 5: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 6: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 11 and 12: La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 13: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 16 and 17: La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 18 and 19: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 20 and 21: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 22 and 23: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 24 and 25: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 26 and 27: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 28 and 29: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 30 and 31: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 32 and 33: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 34 and 35: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 36 and 37: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 40 and 41: La imaginación críticaLA BIBLIOTE
- Page 42 and 43: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 44 and 45: Un crítico se mide frente asu moti
- Page 46 and 47: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 48 and 49: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 50 and 51: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 52 and 53: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 54 and 55: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 56 and 57: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 58 and 59: Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 60 and 61: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 62 and 63: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 64 and 65: Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 66 and 67: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 68 and 69: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 70 and 71: Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 72 and 73: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 74 and 75: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 76 and 77: Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 78 and 79: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 80 and 81: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 82 and 83: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 84 and 85: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 86 and 87: LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 88 and 89:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 90 and 91:
Nombres, linajes y recorridosLA BIB
- Page 92 and 93:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 94 and 95:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 96 and 97:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 98 and 99:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 100 and 101:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006N
- Page 102 and 103:
Trazos malditosComo cualquier otra
- Page 104 and 105:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 106 and 107:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 108 and 109:
Trazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 110 and 111:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 112 and 113:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 114 and 115:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 116 and 117:
Trazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 119 and 120:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 121 and 122:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 123 and 124:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 125 and 126:
Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 127 and 128:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 129 and 130:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 131 and 132:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 133 and 134:
Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 135 and 136:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 137 and 138:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 139 and 140:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 141 and 142:
Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 143 and 144:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 145 and 146:
Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 147 and 148:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 149 and 150:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 151 and 152:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 153 and 154:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 155 and 156:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 157 and 158:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006F
- Page 159 and 160:
Ficciones críticasLA BIBLIOTECAN°
- Page 161 and 162:
Reflexiones sobre lacondición inte
- Page 163 and 164:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 165 and 166:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 167 and 168:
Reflexiones sobre la condición int
- Page 169 and 170:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 171 and 172:
Reflexiones sobre la condición int
- Page 173 and 174:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 175 and 176:
Reflexiones sobre la condición int
- Page 177 and 178:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006R
- Page 179 and 180:
GroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 181 and 182:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 183 and 184:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 185 and 186:
GroussaquianasLA BIBLIOTECAN° 4-5
- Page 187 and 188:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 189 and 190:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 191 and 192:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 193 and 194:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 195 and 196:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006G
- Page 197 and 198:
Cada voz que emergió de lacrítica
- Page 199 and 200:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 201 and 202:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 203 and 204:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 205 and 206:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 207 and 208:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 209 and 210:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 211 and 212:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 213 and 214:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 215 and 216:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 217 and 218:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 219 and 220:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 221 and 222:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 223 and 224:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 225 and 226:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 227 and 228:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 229 and 230:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 231 and 232:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 233 and 234:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 235 and 236:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 237 and 238:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 239 and 240:
Tribunas literarias, memoria editor
- Page 241 and 242:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 243 and 244:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 245 and 246:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 247 and 248:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 249 and 250:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 251 and 252:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006T
- Page 253 and 254:
LaborbibliotecológicaDesde sus or
- Page 255 and 256:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 257 and 258:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 259 and 260:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 261 and 262:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 263 and 264:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 265 and 266:
Labor bibliotecológicaLA BIBLIOTEC
- Page 267 and 268:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 269 and 270:
Labor bibliotecológicaLA BIBLIOTEC
- Page 271 and 272:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 273 and 274:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 275 and 276:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 277 and 278:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006L
- Page 279:
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006S