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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006La imaginación críticaLa imaginación críticaLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006¿Por qué herida sangra el críticocuando, para subrayar <strong>las</strong>upuesta excepcionalidad desu gusto por <strong>las</strong> nove<strong>las</strong> a lamanera decimonónica, metenada menos que a Barthes dentrode la bolsa de los teóricosque desprestigian el realismopor considerarlo un discursoideologizante que no promueveentre los lectores más quehábitos de consumo?tras universidades son obvias y ya fueronseñaladas, en ocasiones con másperspicacia que la que se desprendede <strong>las</strong> ironías de Feiling, por ensayosescritos en los límites del orden académico,ensayos que se propusieron,y a veces lograron, explorar <strong>las</strong> tensionesentre conocimientoy saber,entre método yescritura, hastael límite de susposibilidades.Por supuesto queno tendríamospor qué pedirlesa <strong>las</strong> reseñas y<strong>las</strong> notas de unescritor que sehiciesen cargode semejanteempresa. Agradezcámosles, en todocaso, con una elegancia que sirva nosólo para disimular el rencor, sinotambién para transmutarlo en otracosa, que al violentar nuestra autoestimanos impongan la necesidad devolver a pensar con cierta distancia <strong>las</strong>condiciones y los alcances de nuestrosactos. Se los agradezco, pero prefierodejar para otra ocasión ese necesarioautoexamen y avanzar en la exposiciónde <strong>las</strong> razones que me llevarona suponer que esta profesión de fepodía ser también un buen lugar parael elogio de la teoría literaria (no de ladisciplina, claro, de la que sé más bienpoco, sino de un modo de argumentarque se vale de conceptos y tiende a lageneralización, al que los otros, paraejercer su voluntad de identificación ode rechazo, llaman “teórico”).Feiling tiene algunas ocurrencias brillantes,como cuando sospecha quesi alguien dice que prefiere leer aSarmiento que a Mansilla o “estárepitiendo la lección o desea progresaren el mundo académico”. <strong>Las</strong> supersticionesde la historia literaria que seenseña en <strong>las</strong> universidades modelan<strong>las</strong> preferencias de los lectores queignoran su propia convicción y su propiaemoción (otra lección borgiana).Pero a veces su obsesión por lo queconsidera el “autoritarismo” propiode la teoría literaria lo somete a unaretórica manifiestamente falaz, quesirve para que el rechazo se disfracede afectación de sensatez (en todarepetición obsesiva se puede adivinarla huella de algún resentimiento). ¿Porqué herida sangra el crítico cuando,para subrayar la supuesta excepcionalidadde su gusto por <strong>las</strong> nove<strong>las</strong> ala manera decimonónica, mete nadamenos que a Barthes dentro de labolsa de los teóricos que desprestigianel realismo por considerarlo un discursoideologizante que no promueveentre los lectores más que hábitosde consumo? 4 Supongo que Feilinghabrá escuchado más de una vez, ensus años de estudiante o en los quededicó a la enseñanza de la literatura,a algún profesor y algunos estudiantesseducidos por su vanguardismo repetiresa cantinela seudoteórica. Lo raro esque, a despecho de su inteligencia,haya preferido tomar por enunciadosde Barthes esa forma reductora, y ciertamenteautoritaria, de usarlo.Barthes es mi valor. Barthes, <strong>las</strong> tensionese incluso <strong>las</strong> contradicciones querecorren su escritura ensayística, representala figura del crítico que querríaser. Aunque es probable que pocos lohayan leído, el librito que le dediquéhace más de diez años me exime de lanecesidad de exponer aquí <strong>las</strong> razonesde esta apuesta excesiva que desbordala simple identificación. Los prejuiciosde Feiling, en los que reconozco elantiacademicismo muchas veces banalde otros críticos y escritores, despertaronen mí un impulso encomiásticoque puede prescindir muy bien, deahora en más, de <strong>las</strong> gesticulacionespolémicas. (Después de haber escritovarias veces sobre <strong>las</strong> virtudes éticas delarte de polemizar, acuerdo finalmentecon el muy razonable y sensato puntode vista foucaultiano, según el cualnunca “sea ha visto surgir una ideanueva de la polémica” 5 .) Si definimosla teoría literaria como una de <strong>las</strong> lenguasde saber que usan los “especialistas”para conversar entre colegas sobreliteratura, el interés y la eficacia de losensayos que discurren entre conceptosy argumentos teóricos dependen delos usos que el crítico sepa o puedadarles a esos artefactos retóricos. Hayquien los usa para autorizar la reproducciónde un pensamiento y hayquien los usa para tratar de pensar.Digamos que el autoritarismo tieneque ver con uno de estos usos posibles,tal vez más extendido entre profesoresy becarios de lo que querría reconocer,pero poco, según mi experiencia, conlo que transmite el estilo barthesiano:la exigencia y el deseo de que los conceptos,que son lugares comunes perotambién gestos enunciativos, nos ayudena imaginar por qué una realidadcultural específica, un hecho verbalque por su construcción y sus fuerzaspragmáticas vale lo mismo que otros,puede imponerse a nuestra sensibilidadcomo un acontecimiento únicosin imponernos nada. Como cualquierlengua, porque todas se definen comouna trama de estereotipos, la teoríaliteraria sirve para que algunos realicensu voluntad de imponerse a la deotros, dominarla o inhibirla. Puedeservir también para que esos mismosque padecen y reproducen los poderesde la intimidación teórica imaginenposibilidades de distanciarse ligeramentede sí mismos para ver qué pasa,qué se puede saber y escribir a travésde ese intervalo.Una colega a la que me unen lazosmás fuertes que los que los quepromueve la solidaridad teórica mepuso en contacto hace algunos añoscon un libro extraordinario de JoséLuis Pardo llamado La intimidad. Escurioso que nuestro muy informadomedio intelectual, que tanto interésviene prestando a <strong>las</strong> prácticas y losgéneros identificados con la “esfera”de lo íntimo, no registre su existencia.Esto se debe seguramente a queel sentido del concepto de intimidadque propone Pardo no se deja pensardesde un punto de vista sociológico ya que presupone modos de existenciaque tienen que ver con lo impersonal,lo imperceptible y lo imposiblede decir directamente. Lo íntimo nosería tanto “una sutil gradación de loprivado” 6 , como una dimensión irrepresentablede la subjetividad, unareserva de indeterminación que escapaa la dialéctica simple en la que loprivado y lo público se oponen parapoder complementarse. Tiene que vercon la manifestación de una distanciaindecible que impide tanto identificarse,apropiarse sin restos de unomismo, como ser identificado; unadistancia que fuerza la enunciación,hace hablar o escribir, y transformasecretamente cualquier performanceautobiográfica en una experiencia dela propia ajenidad. Esta otra versiónde la intimidad, que habla de lo íntimamentedesconocido que “apareceen el lenguaje como lo que el lenguajeno puede (sino que quiere) decir”,está siempre ligada según Pardo alarte de contar la vida, a la posibilidad68 6901. La imaginación crítica .in68-69 68-69 13/11/06 21:29:47

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