LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Nombres, linajes y recorridosNombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006En sus c<strong>las</strong>es, Pezzoni dudabaen infinitos merodeos y sutilezasy humoradas repentinas,pero en ese delicado laberintode su conversación lo que hacíaera obliterar, con la inmediatapasión de su cuerpo afectivo,aquella imposibilidad radical dela que está hecha la literatura.traducción de mi yo efímero a otrosno menos fugaces pero que afirmansiempre la permanencia del traspaso”(p. 134). Lo que podría denominarseun “sistema de la traducción” explicabatodas sus actividades y sus mutuasrepercusiones. Porque en la enseñanza,el sujeto traducey se traduceal intercambiarlos códigos yvalores de contextosdiversos yde experienciasdistintas. Delmismo modo,la interpretacióncrítica es unmodo de traducción entre saberes ytambién una traducción del sujetointerpretante en la particular visiónde su objeto. Sin embargo, en estetránsito diferencial siempre se produceel hiato, la inadecuación, lagrieta. Una interrupción de la totalinteligibilidad que permite, a la vez,la tensión y el movimiento del sentido.Pezzoni interrogaba esa zonacasi indiscernible de los contrariosincomunicables y su discurso críticoy su discurso pedagógico la recorríancomo una lanzadera que vieney va. Laborioso de tejido que aspiraa cubrir la intemperie, laborioso detrama que se desteje y se rehace,laborioso de cada voz hilada, habíaelegido para sí un seudónimo justísimocuando firmó la traducción deLolita, de Nabokov, publicada porSur en 1959: Enrique Tejedor.Podía discurrir sobre la retórica dela emoción, sobre la mascarada delsujeto que se brinda y se sustrae osobre el soliloquio del amor, sobretodos aquellos restos que son literatura.Pero hablaba y esta habla era sumodo de tejer en el hueco de la incertidumbreacerca del sentido textual.Habla sigilosa, pero también espectáculo:representación del habla. Sigilo yespectáculo son vocablos muy propiosde Pezzoni pero, en general, tienden aeliminarse mutuamente: se refieren amodos discursivos donde, si uno ocurre,el otro desaparece. Por ejemplo, en“La revuelta sigilosa” se lee:Borges avanza: inicia una nueva derrotafingiendo reescribirse sin reinterpretar,como asumiendo una antirrevuelta que,en verdad, es una revuelta sigilosa, unasuerte de alzamiento contra sí mismo.Si algo niega a sus contemporáneos es elespectáculo de esa revuelta (p. 62).Pero en Enrique Pezzoni, de un modomuy afín a su pensamiento móvil,sigilo y espectáculo podían convivir.Por una parte, su lección del maestroconsistió en ser un artífice del decoro:el que susurra en los entresijos de lapalabra autorizada, el que cuestiona lamonolítica certeza de un Orden neutroy feroz. Presencia intersticial de supalabra suspendida, presencia lateral ypudorosa: el relato de <strong>las</strong> lecturas críticascomo pudor de lo autobiográfico;la escritura que se entreteje con la deotro como pudor de la traducción;la desplegada respuesta del alumno asu demanda como pudor de la sabiduría.Pero al evocar esa presenciareaparece, también, la experiencia desu dramaturgia, la puesta en escenade la pedagogía. <strong>Las</strong> frases de puntuaciónnerviosa, la bondadosa malicia,el discurso que elude toda aserciónexclusiva y se colma de paréntesis,de acotaciones y de citas. Esa agonísticaelegante de la seducción, esaavidez apasionada de un cuerpo, eraen verdad un teatro de lo literario: elescenario luminoso donde <strong>las</strong> palabrasentran, se pulverizan y se disparan. Ensus c<strong>las</strong>es, Pezzoni dudaba en infinitosmerodeos y sutilezas y humoradasrepentinas, pero en ese delicado laberintode su conversación lo que hacíaera obliterar, con la inmediata pasiónde su cuerpo afectivo, aquella imposibilidadradical de la que está hecha laliteratura. Un movimiento afín al quedescribió en Eduardo Wilde:... en el deseo mismo de convencer, deseducir al lector con la gracia de su hablarconversado, siempre es inminente en Wildeel momento en que la realidad se declarainabordable por <strong>las</strong> palabras que podríantransmitirla. (...) Acusar de incapacidadal lenguaje es, contrario sensu, exaltarlo,incitarlo a decir (p. 261).Con su habitual perspicacia, SylviaMolloy notó que <strong>las</strong> referencias dePezzoni a Wilde, o a Pizarnik, o aBorges o a Capote podrían entendersecomo una forma lateral de la confesión,toda vez que se abjurase de una objetividadpresunta, para conformarse,en cambio, como una red personal deelecciones y de preferencias. 3 En estomismo consiste el programa crítico dePezzoni en esa nota, breve y magistral,que precede El texto y sus voces:La crítica literaria: biografía, autobiografía.(...) El crítico compone la biografíade la literatura, que es su autobiografía.Historia de sus modos de acceso,cartografía de los rumbos que lo llevan aencontrar / producir el sentido. Revelary ser revelado. Desplegar el juego de <strong>las</strong>creencias, <strong>las</strong> convicciones, los modos depercibir. Ser en y por el texto (p. 7).En El texto y sus voces es posibleseguir <strong>las</strong> líneas de un autorretrato,donde los lugares del sujeto, que sesabe momentáneo simulacro, se hallaninterceptados por el referente de lacrítica. Podrían hallarse atisbos de ese“limo elemental” del Yo, por ejemplo,en el modo de articular dicotomías:norma y transgresión, saturación yvaciamiento, plenitud y carencia,ofrecimiento y rechazo, infracción ycontrato. Juego dicotómico, siemprediferencial y de pleno diferimiento,que no es una mera alternancia, sinoun vaivén. La ida abre una vuelta distintaque lleva a otro sitio desde dondese vuelve a otro lugar. Movimiento98 9902. Nombres, linajes y recorrido98-99 98-99 13/11/06 21:31:15
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Nombres, linajes y recorridosNombres, linajes y recorridosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Si el hombre asiste a su propiadegradación en la temporalidadpadecida, si se halla exiliadoen la dualidad de materiay espíritu y su conciencia nopuede restaurar la distanciaentre palabra y mundo, si lopuramente humano consisteen situarse en esa encrucijadadonde los contrarios no puedenconciliarse, entonces lavida sólo tiene sentido organizadacomo lectura de la vida,como proposición acerca dela vida. Una construcción quecolme el vacío y que, a la vez,sea ella misma un vacío. Eneste punto, destino se vuelveanagrama de sentido.típico de la escritura de Pezzoni: elvaivén, el avance y retroceso sobreel límite significante de la literatura,para desbaratar y modificar el marco.Un sujeto en la permanencia del irse aotra parte, como escribía de TrumanCapote: ... ir hacia ese otro que éldesearía ser, hacia otra forma posible derespuesta (p. 300).Y en esto consistía la madurez dePezzoni: no en perfeccionar sus gestoscríticos deantaño, sino ennegarse, rejuvenecermediantela infalibled e p r e c i a c i ó ndel Yo anterior.“Pero entonces–nos dijo en unac<strong>las</strong>e– antes noéramos más queunos miserablesf o r m a l i s t a s .”Nos sorprendíasiempre conla humildad deuna cambiantey falible sabiduría:aquella queno reclama lanovedad comodistracción vanidosa, sino que asumelo nuevo como una forma supremade autocrítica. Así se explica la disposiciónde los ensayos de El texto y susvoces, al margen de la obvia divisióntemática. Me refiero al contrapuntode escritos de épocas diversas, demodo que al Enrique de 50 añosprecede el de 25 y sigue el de 40: eseconstante ir y venir por una memoriacrítica que salta en el tiempo, convienea una inteligencia que de continuoreniega de sí misma y se desvía haciaotra posibilidad de presentarse.En esta serie, el espectáculo correspondea los objetos críticos, a lostextos y a los saberes que organizansu lectura. Es posible seguir allí unitinerario cambiante donde el texto seatestigua como caso y donde el saberse enrarece en la singularidad. En esacontinuidad, sin embargo, los textosse modifican y prolongan sin cerrarseen una verdad única, mientras lossaberes entran en constante colisión.Cuanto más distanciados en el tiempose hallan los ensayos, tanto más seadvierten estos rasgos. En su sola disposiciónen el volumen se exaltan susdiferencias o, para decirlo con palabrasde Pezzoni, la mutación teóricase “espectaculariza”. Por ejemplo, en“Felisberto Hernández, parábola deldesquite”, que data del año 1982, hayuna concepción de lo fantástico, suspendidoentre lo trivial y lo inexplicable,referida a códigos socioculturales,así como la descripción del Yo felisbertianoen co-oposición con el Otro quebordea el paradigma psicoanalítico. En“Adversos milagros”, sobre la narrativade Adolfo Bioy Casares, que data de1969, el debate sobre la literatura fantásticaresponde al problema del realismoy la narración se ordena en tornodel personaje y sus niveles de lengua.En Pezzoni podemos seguir con ciertaclaridad <strong>las</strong> capas superpuestas de losparadigmas teóricos que atravesaronla crítica argentina entre 1950 y 1990,en uno de sus usos más originales ydeslumbrantes. Podríamos, también,verificar <strong>las</strong> diversas formaciones culturalesque pudo, que puede integrarun intelectual argentino y sus correlativosmedios de expresión. Podríamos,en fin, asistir a <strong>las</strong> variables relecturasde textos y su resignificación en lacrítica, textos que entran en nuevoscánones, abandonan zonas de sombrao realizan programas estéticos. Todoesto es visible y puede rastrearse enlos ensayos de El texto y sus voces: es suespectáculo. Pero hay otro recorridoposible que corresponde al sigilo delsujeto que se sustrae en esa muestra y,al mismo tiempo, va dejando huel<strong>las</strong>irreductibles, gestos que en su insistenciareconocemos a través de susdefinidas máscaras. Esto se vuelve máspreciso si leemos El texto y sus vocesde otro modo, es decir, si leemos losensayos del libro cronológicamente.Hallaríamos entonces cuestiones decisivasque no se abandonan a lo largodel tiempo sino que, más bien, seproblematizan y retornan con mayorcomplejidad. Cuestiones que, en unalectura inmediata, más atenta a losbrillos de la prosa y a los meandros dela reflexión, pueden pasar desapercibidosen su carácter de obsesión central,en su apasionada recurrencia. Son eldibujo en el tapiz. Una de el<strong>las</strong>, porejemplo, corresponde a la noción dedestino. Es evidente en el texto sobreAlejandra Pizarnik –”La poesía comodestino”– pero no ha sido abandonadaen toda la trayectoria. En la nota sobreHenry James, de 1950, ya leemos estafrase: “Pues aun el ser de existencia másfrívola va impulsado por un designio:cumplir cabalmente sus posibilidadesy modelar el destino a que está condicionado,clave única para poder gustarcon plena conciencia “el sabor verdaderode la vida”(p. 285). En el ensayosobre Pizarnik el destino consiste ensingularizarse a partir de una cadenade instantes en los que el sujeto seda plenamente, como una experienciaviva de autorrepresentación. Entreuno y otro ensayo, el destino va dela experiencia vivida a la experienciaimaginaria, de la existencia al texto.En el ensayo sobre Alberto Girri, de1969, el destino corresponde a la tensióndialéctica entre vida y literatura.Si el hombre asiste a su propia degradaciónen la temporalidad padecida,si se halla exiliado en la dualidad demateria y espíritu y su conciencia nopuede restaurar la distancia entre palabray mundo, si lo puramente humanoconsiste en situarse en esa encrucijadadonde los contrarios no puedenconciliarse, entonces la vida sólo tienesentido organizada como lectura de lavida, como proposición acerca de lavida. Una construcción que colme el100 10102. Nombres, linajes y recorrido100-101 100-101 13/11/06 21:31:17
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