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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Ficciones críticasFicciones críticasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006La novela M. R. propone en suprólogo una instrucción parasu lectura que está construidasobre la pura paradoja; es decirla imposibilidad de articular unsentido que permita la pacificaciónimaginativa del lector desplazándosepor un camino queempieza, sigue, y concluye.amanecer, giraba más bien que sobre el textosobre alguna interpretación o comentarioque se nos ocurría y que nos llevaba hastalos mismos lindes de la metafísica (17).La caligrafía, ilegible, y causa de laintervención del grafólogo, origina <strong>las</strong>ituación de enigma, de secreto, quequeda, sin embargo, irresuelto en elplano del verosímil, aunque justificadoen el de la ficción, explícitamenteenunciada en la siguiente cita:Era una letra imposible, y de ahí que hayaanticipado que la autora no sabía escribir.No solamente su letra representaba grafológicamente<strong>las</strong> infinitas complicaciones dellaberinto de su alma, una de <strong>las</strong> más complejasy diabólicas de <strong>las</strong> que se conocen en lahistoria de la literatura, sino que <strong>las</strong> grafíasamontonadas y en trazos muy personales, dificultabanla tarea hasta convertirla en unasolución de acertijos. La f, por ejemplo, la gy la p están escritas con un trazo tan semejanteque si se <strong>las</strong> considera aisladamente, nopodrían ser discernidas. Y lo grave fue queen muchas ocasiones confundir una con otraletra significaba alterar por completo tantola palabra como elsentido total de lafrase. Por lo demás esuna “letra fingida”,acaso trazada conla mano izquierdao con el deliberadopropósito de enredarla interpretación,dificultandola lectura con lapsusy ambigüedades que ponían en los pasajesdecisivos una insalvable alternativa. Sincontar <strong>las</strong> páginas sin numerar, sueltas, quepueden ser colocadas en diferentes lugaressin alterar el orden lógico del discurso, perosí el sentido, y esto de modo fundamental.Otras veces, nos deteníamos en una especiede éxtasis, sin decir palabra, horas enteras,rumiando una frase aparentemente absurdapero que prometía, una vez captada afondo, revelaciones que compensaran tantacavilación (17-18).5. Marta Riquelme-Rayuela:versiones intertextualesSegún otra de <strong>las</strong> posibles lecturas alentadaspor el mismo texto, ahora establecido,nada de eso ocurre y se trata másbien de <strong>las</strong> peripecias de una familiade un barrio de Buenos Aires que sonpura inocencia carente de toda perversióno tinte sexual. Todo depende dequé parte del manuscrito se coloca o seinserta junto a qué otra para ser leídoen algún sentido según un probable –oimprobable– “tablero de dirección”.Lo cierto es que muchas noches <strong>las</strong> hemosperdido jugando al ajedrez. Porque cuandoya nos fatigaba el trabajo de c<strong>las</strong>ificar ydescifrar, tomábamos el tablero y los trebejospara alejarnos de nuestras preocupacionesmás que para distraernos. Y así ocurríaque, al mover una pieza, en vez de anunciarel jaque dijéramos: “Debemos entenderhebilla en vez de temblaba”; a lo queel otro le respondía, cubriendo el jaque conun alfil: “Yo estaba pensando en trastornada;tiene más sentido” (M. R. 34).Para no abusar de una causalidad genealógicaentre una y otra novela, propongo establecerun sitio para hacer dialogar a ambasobras apelando a ciertas analogías y a ciertasdiscrepancias. Por ejemplo, el principiode incertidumbre y de indeterminaciónpresente en ambas obras, es decir su condiciónde abiertas, constaría, sin embargo, dedistintas salidas que a mi juicio terminanoponiéndose o bien divergiendo.La novela M. R. propone en su prólogouna instrucción para su lectura queestá construida sobre la pura paradoja;es decir la imposibilidad de articular unsentido que permita la pacificación imaginativadel lector desplazándose por uncamino que empieza, sigue, y concluye.Si bien el tablero de M. R. es una figuramaterial que podría organizar, estructurar,por el contrario empuja al lectorhacia el delirio, tomando el término ensu significado literal: apartamiento delcamino. Llevando al extremo la bifurcaciónborgeana, e iconizando los senderosde la memoria, M. E. hace del tablerouna multifurcación infinita de los sentidos-senderosde la obra de M. R.El lector habrá caído en la cuenta –despuésde tener presente la integridad deltexto–, que según el sitio en que se laintercale altera inclusive el sentido de lahistoria que se refiere al personaje de quetrata. La supresión era inacatable, portratarse del pasaje de mayor inspiración,por decirlo así, dentro de la veracidaddel tema. Mas, adviértase, por sí mismaesa página no dice nada –no aclaranada–, y sin embargo, ¡cuan profundoes el trastorno que provoca según el lugaren que se la lea! Podría decirse que másque altera, perturba el sentido de uno delos “destinos”, como Marta dice, de esepersonaje tan atrayente (M. R. 35).De esta manera se instituye el tambaleodelirante del sentido y se pone encuestión toda coherencia narrativa enla que podría refugiarse el lector haciendouso de sus competencias paraandar por un camino indicado:Haga la prueba el lector, leyéndola primerodonde va inserta y después leyéndola acontinuación de la línea 6 de la página422; de la línea 26 de la página 105; de lalínea 9 de la página 14. En todos los casosel texto concierta perfectamente tambiéncon lo que sigue en el párrafo sucesivo. Perocon esta diferencia: donde está, significa queel hurto de la billetera debe atribuirse aque Florindo era jugador, había contraídodeudas y no encontró mejor recurso quepenetrar de noche en la habitación de D.Indalecio y sustraerle la cartera donde guardabael sueldo y los ahorros; en la página422 indicaría que Florindo, al jugar alpoker en un garito habría ganado la fortunade que lo vemos poseedor, no se sabecómo, en ese pasaje; en la página 105, quefue el quien pudo salvar, mediante el socorroen dinero, a la pobre muchacha que fue apedir un préstamo de urgencia para evitarque remataran un campo del padre, y en lapágina 14, sería simplemente un episodioen la vida del joven disipado, pero quetanto podría ser Florindo, como se coligeque es, como Mario. Y con eso variaría porcompleto el concepto que se nos da de él en elresto del manuscrito.(M. R., 33-34).Rayuela por su parte propone una disoluciónde <strong>las</strong> causalidades narrativas y delos dispositivos del género, aunque acompañaal lector en el diseño de dos caminosposibles, lo que se ve claramente en esteparatexto, la contratapa del libro:La clave de su ruptura con el orden clásicodel relato radica en la postulaciónde una estructura inorgánica y lúdicaen la que el lector juega un papel deprimera importancia 20 .Sin embargo, el enunciado “estructurainorgánica” no equivale estrictamentea una inorganicidad tal que el lectorpudiera quedar confundido, totalmentedespistado. Se añade además:Este espacio abierto a <strong>las</strong> sugerencias y resonanciasinternas de la novela, a la búsquedade la complicidad de quien recorre sus252 25304. Ficciones críticas.indd 252-253 13/11/06 21:40:51

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