LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Ficciones críticasFicciones críticasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006El propio Borges contribuyó adebilitar su imagen de crítico,no sólo por la negativa a reeditarlos primeros libros de ensayoso por haber excluido de lossiguientes muchos de sus textoscríticos, sino también por el desdénque no pocas veces exhibiócontra la crítica, definiéndolacomo un obstáculo entre loslectores y la literatura.La crítica prefiere no adoptar comoobjeto otro discurso crítico: el hecho deque sus relatos hayan sido más comentadosque sus reseñas no constituyeuna anomalía y no parece necesario,por lo tanto, buscar una explicación.La pregunta que quisiera considerar esotra: ¿por qué Borges terminó por serun crítico sin imagen de crítico? En losestudios generales sobre su literatura,ese tercer género recibió casi invariablementela denominación de “ensayo”. Yen algunos de los trabajos dedicadosespecíficamente a esa zona de su obrafue notable la voluntad de eludir eltérmino “crítica”. Rodolfo Borello, parano llamarlo “crítico” ni repetir demasiado<strong>las</strong> palabras “ensayista” y “lector”,apeló a circunloquios tan insólitoscomo “juzgador de la literatura”,“gustador de la literatura” o “pensadorrelacionado conla literatura” 3 .Hasta su muerte,la mayor partede los textos críticosborgeanospermaneció dispersaen diariosy revistas. Borgesnunca permitió,como es sabido,que se reeditaransus tres primeroslibros de ensayos. Es cierto, también,que fuimos lectores intempestivos de laliteratura borgeana: para sus contemporáneos,lectores ocasionales de susfrecuentes colaboraciones y testigos deuna obra inicial predominantementeensayística (a fines de la década del 30llevaba publicados seis libros de ensayos,tres de poesía y uno de relatos 4 ),su crítica literaria pudo resultar másvisible. El propio Borges contribuyó adebilitar su imagen de crítico, no sólopor la negativa a reeditar los primeroslibros de ensayos o por haber excluidode los siguientes muchos de sus textoscríticos, sino también por el desdénque no pocas veces exhibió contra lacrítica, definiéndola como un obstáculoentre los lectores y la literatura.Esta opinión, sin embargo, sólo figuraen el último Borges y es el reverso delo que escribió y practicó durante todasu trayectoria anterior. Una cuartaparte de <strong>las</strong> reseñas que publicó en ElHogar estuvieron dedicadas a textosde crítica. Su introducción a la DivinaComedia (1949) terminaba con estaspalabras: “Bárbaramente se repite quelos comentadores se interponen entreel lector y el libro, dislate que nomerece refutación” 5 . Aunque admiraba,desde luego, el poema de Dante,no deja de resultar sorprendente cuántolo seducían y qué especial placer delectura le proporcionaban los comentariosde <strong>las</strong> numerosas ediciones anotadasque consultó. Lo admitió enmuchas oportunidades: al leer porprimera vez la Divina Comedia, en laversión de Longfellow, comenzó por<strong>las</strong> notas 6 . También Otras inquisiciones(1952) vino a atenuar su imagen decrítico, porque muchos de sus ensayosignoraban con ostentación la voluntadde verdad atribuida a la crítica.Como lo advirtieron enseguida quienesreseñaron el libro, estos ensayosproponían una especie de pasión purapor <strong>las</strong> ideas y una indiferencia por <strong>las</strong>realidades que esas ideas representaban7 . Borges, experto en adelantarsea <strong>las</strong> objeciones, fue el primero quelo señaló: en el epílogo afirmaba queal corregir <strong>las</strong> pruebas había notadouna tendencia a considerar <strong>las</strong> ideas,escépticamente, “por su valor estético,y aun por lo que encierran de singulary maravilloso”. Por otra parte, durantelos años 40 (la mayoría de los textosde Otras inquisiciones fue redactada enesa década) se había ido acentuandouna tendencia borgeana que alcanzaríasu culminación en libros como elManual de zoología fantástica (1957):Borges se transformaba, cada vez más,en un coleccionista de curiosidadesliterarias, pequeñas rarezas y erudicionessuperfluas.Borges y la nueva generación 8 , en tantoprimer libro dedicado a su obra, supusoun acto crucial de consagración. Almismo tiempo, el libro quería condenarenteramente la literatura borgeana.Al examinar a Borges como crítico,Adolfo Prieto se concentró en el análisisde Otras inquisiciones, el libro que másse apartaba de <strong>las</strong> normas exigidas aldiscurso crítico. Prieto veía en Borgesun crítico literario, y veía, también,un mal crítico. Dos o tres décadas mástarde, estas miradas llegaron a invertirse.Por un lado, se produjo una fuerterevalorización de la crítica borgeana.Sin perder los atributos de “caprichoso”,“fragmentario”, “impresionista”,“asistemático” o “arbitrario”, que seiban volviendo más aceptables, Borgespasó a ser considerado un notable anticipadorde algunos de los caminos quela crítica y la teoría literaria recorreríanmuchos años después. Su condiciónmisma de crítico, sin embargo, comenzóa resultar menos evidente.La Historia de la literatura argentinadirigida por Rafael Arrieta incluía uncapítulo titulado “La crítica y el ensayo”9 . El capítulo estaba dividido en dospartes: el nombre de Borges, ausente enla primera (“La crítica”), figuraba en <strong>las</strong>egunda (“El ensayo”). Veinte años mástarde, Nicolás Rosa escribió el capítulo“La crítica literaria contemporánea” 10para la segunda Historia de la literaturaargentina editada por Centro Editor ydirigida por Susana Zanetti. El nombrede Borges no aparecía entre los muchoscríticos considerados, pero en la introducciónRosa reconocía enfáticamentesu difusa gravitación en el espacio de lacrítica argentina:Si bien el campo es heterogéneo y complejo,hay una presencia que, en mayor o en menorgrado, se hace sentir en toda la críticacontemporánea: la obra de Borges, leídaglobalmente como un tratado de retórica ycomo una crítica de la literatura...Los límites del mapa de la críticaliteraria en <strong>Argentina</strong> parecen haberJorge Luis Borges278 27904. Ficciones críticas.indd 278-279 13/11/06 21:41:43
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Ficciones críticasFicciones críticasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Para Borges la crítica fue unlugar de intervenciones, y loscambios que introdujo en laliteratura argentina no hubieransido posibles sin la violenciade la polémica.quedado demarcados por figuras comoJaime Rest o Enrique Pezzoni: críticosuniversitarios que retuvieron, quizáconflictivamente, algo de la figura tradicionaldel hombre de <strong>letras</strong>. Se lossuele retratar como críticos de doscaras: una de el<strong>las</strong> mira hacia la academia;la otra, haciael ensayo, haciaSur, hacia Borges.Si esta dualidadlos ubica cerca delborde de la crítica,como figuras máso menos excéntricas,a Borges parece corresponderle elotro lado del borde 11 .Quizá sea ocioso discutir qué nombreresulta más adecuado para ese tercergénero borgeano, pero parece indudableque el prestigio del género ensayoayudó a disolver la imagen de Borgescomo crítico. Casi la totalidad de susensayos son ensayos de crítica literaria.Menos específico, el rótulo “ensayo”no compensa esa menor especificidadcon una mayor amplitud. Aunqueparece más comprensivo, dirige nuestraatención hacia textos como los deOtras inquisiciones, y en la prácticaresulta inaplicable, por ejemplo, a<strong>las</strong> brevísimas notas publicadas enSíntesis, Selección o El Hogar.Aunque la crítica argentina empleaabusivamente la crítica borgeana, setrata de un abuso distanciado, el de<strong>las</strong> citas y <strong>las</strong> alusiones. Son muchas<strong>las</strong> fórmu<strong>las</strong> borgeanas que circulancomo refranes, pero utilizar la críticade Borges como un repertorio decitas aisladas puede ser una forma deolvidar la existencia de principios quearticulen el conjunto de sus textos y leotorguen consistencia a su crítica.¿En todos los ejemplos hasta aquí referidosno ocurre básicamente lo mismo?Una revalorización de la crítica borgeanaque al mismo tiempo borra sucarácter de crítica; un homenaje, comoel de Nicolás Rosa, que compensauna exclusión; una promoción, que estambién un destierro, de la crítica deBorges a la categoría, más distinguida,del ensayo literario; y el roce de <strong>las</strong>citas y <strong>las</strong> alusiones, que confirman suautoridad mediante un reconocimientotan constante como elusivo. ¿Se celebróla crítica de Borges para no otorgarlecredencial de crítico?Imaginar a Borges como crítico exigerecordar otra tradición de la crítica:la de los “críticos practicantes”, comolos llamó Eliot, la de los “escritorescríticos”, como los llamó Todorov, osimplemente “la crítica de los escritores”,como la llamó Piglia. Su pertenenciaa esta tradición se advierteen los nombres preferentementecitados por su crítica: Poe, Arnold,Swinburne, Chesterton, Valéry, Eliot.Todos sus ensayos sobre la gauchescao el Martín Fierro dialogan con Rojas,Lugones y Martínez Estrada. Quizásel mejor texto para ver en qué espaciode la crítica se movía Borges sea suIntroducción a la literatura inglesa: lamayoría de los comentarios ajenoscitados proceden de los mismos escritoresallí comentados.Es difícil describir la crítica borgeanasin confrontarla con <strong>las</strong> modalidadesmás académicas de la crítica universitaria.Decir que no disimula <strong>las</strong> huel<strong>las</strong>de la subjetividad, que está escrita enuna primera persona de autobiografía,que expone <strong>las</strong> valoraciones de unamanera bien directa, que se desentiendede los aparatos conceptualesde época y los circuitos de lecturasobligatorias, que sus argumentacionesavanzan rápidamente, que está regidapor el arte de la brevedad y la simplificación,que es entretenida, ¿no equivalea decir, reiteradamente, que es unnegativo de la crítica académica?<strong>Las</strong> objeciones que Adolfo Prieto formulócontra la crítica borgeana procedíande una concepción universitaria de lacrítica. Borges era un mal crítico porquedesconocía <strong>las</strong> normas que regulaban laproducción crítica universitaria. Se loacusaba de tomar sólo aspectos aisladosy hasta marginales de los textos, depracticar una crítica gobernada por elhedonismo, de formular observacionespuramente retóricas, de usar los textoscomo pretextos. El libro de Prieto, aunquePrieto se haya arrepentido de suescritura, es uno de los mejores estudiosexistentes sobre la crítica de Borges: noes fácil compartir sus valoraciones, perodesde un punto de vista descriptivo <strong>las</strong>acusaciones siempre aciertan. Cuandodesaprobaba sus “observaciones puramenteretóricas”, por ejemplo, captabauna característica importante de la críticaborgeana, su interés por los procedimientos.Cuando le reprochaba su vocaciónpolémica, iluminaba otro rasgosignificativo y relativamente común enla crítica de los escritores. Para Borges lacrítica fue un lugar de intervenciones, ylos cambios que introdujo en la literaturaargentina no hubieran sido posiblessin la violencia de la polémica.Quizá lo más interesante de la críticasobre Borges de <strong>las</strong> últimas décadas seencuentre en los textos que lo abordarondesde esta perspectiva, ubicándoloen la trama de relaciones de laliteratura argentina contemporánea yanalizando sus textos como intervenciones.Esta forma de leerlo se dejaresumir en una pregunta: ¿qué operacionesestaba llevando a cabo Borgessobre la literatura argentina mientrasescribía Evaristo Carriego, el prólogoa La invención de Morel o “El escritorargentino y la tradición”? ¿Qué estuvohaciendo Borges, al escribir su literatura,con la literatura argentina?Se ha dicho que al escribir su literaturaBorges estaba escribiendo una versiónen miniatura de la literatura argentinaen la que sus principales líneasaparecían reproducidas. La tensiónconflictiva propia de nuestra tradicióncultural entre lo criollo y lo europeoaparecería en Borges, por ejemplo,como una oposición que divide supropia obra. Según lo señaló Piglia,la literatura borgeana se bifurca endos series de textos que corresponden,tanto en el plano temático como formal,a aquel<strong>las</strong> dos líneas antagónicas:la serie de los textos como “Hombrede la esquina rosada” (la oralidad, elculto del coraje, la gauchesca) y la seriede los textos como “Pierre Menard”(la lectura y laescritura, el cultode los libros, laerudición enciclopédica)12 . Laelección borgeanade <strong>las</strong> oril<strong>las</strong>de Buenos Airesrecibió una lecturasimilar. Alubicar su literaturaen esa zonaintermedia entreel campo y la ciudad,Borges elegía un espacio simbólicoentre el criollismo y el europeísmo.Y al mismo tiempo, su literatura orilleraera una imagen de la literaturaargentina, ella misma periférica 13 .El primer Borges y el Borges clásicointervinieron en casi todos los debatesrelevantes para la literatura argentinadel siglo XX y sus intervenciones tuvieronefectos decisivos. Con “El escritorargentino y la tradición” (1951), paraEl hecho de que hoy sólo podamosintentar imaginar el sobresaltocon que en 1939 algunoslectores leyeron “PierreMenard” en <strong>las</strong> páginas de Sur,indica hasta qué punto modificóun sistema de creencias yvaloraciones. Lo más raro esque llevó adelante estas rupturassin el gesto de la ruptura:sin énfasis ni reticencias, sinvacilaciones ni aclaraciones.280 28104. Ficciones críticas.indd 280-281 13/11/06 21:41:44
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