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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Trazos malditosTrazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006imagen, en tanto objeto fabricadopor los hombres, está mediada por lacultura, y por ende, sugiere <strong>las</strong> determinacioneshistórico-sociales (la faltade libertad que padecen <strong>las</strong> mujeresen la época victoriana), el páramo, encambio, identifica la subjetividad conun elemento de la naturaleza, el paisajenatural con el que aparece consustanciada.La identificación entre subjetividady naturaleza sobre la que seapoya la metáfora del páramo alude ala existencia de rasgos comunes al paisajey al carácter, y además sugiere queestos rasgos son naturales en el sentidode esenciales. El carácter (al que Victoriadenomina temperamento y alma)se define a partir de rasgos que sonconstantes, inmutables, fijos, como <strong>las</strong>rocas. “El concepto de carácter deberáestar referido a su vez a una esfera naturaly deberá tener tan poco que vercon la ética o con la moral como el destinocon la religión” (Benjamin, 1999:135). Cuando Victoria compara el carácterde Brontë con la naturaleza delpáramo, no se refiere a la “vida interiorempíricamente hablando”, es decir, alobjeto de la psicología, porque lo quele interesa es subrayar la correspondenciaentre lo arisco de su temperamentoy lo desértico del paisaje y no indagarla trama psicológica compleja de lapersonalidad. “El carácter se despliegaluminosamente en el esplendor de suúnico rasgo, que no permite subsistira ningún otro visible junto a sí, sinoque lo anula con su luz” (Benjamin,1999: 136). Victoria no busca identificaren la obra la proyección de lapersonalidad de la autora en términospsicológicos (es archiconocida su aversiónpor <strong>las</strong> teorías psicoanalíticas),sino descifrar los signos del carácter,al que Deleuze define como “esa cifrasecreta en lo profundo de la subjetividad,la composición singular, unaidiosincrasia” (Deleuze,1996: 167).La imagen del páramo, porque “llevaconsigo como un reflejo imperceptiblela impresión que el genio le proporcionó”como dice Proust, connota laidiosincrasia (la aspereza del carácter,el deseo desenfrenado de libertad, elansia infinita de soledad), es decir, lanaturaleza esencial de Emily, en la quese encierra toda la fuerza espiritual. Deeste modo se produce un movimientocircular entre la literatura (la obra) y lavida (el carácter), según el cual el páramodel mundo exterior es arrastradoal espacio interior y el mundo interiorse exterioriza. <strong>Las</strong> emociones y <strong>las</strong> intensidadesafectivas en torno a la soledady la libertad habitan un páramoíntimo que se aplica al paisaje exterior,y que proyecta en él imágenes a travésde los cuerpos, los brezos, el viento. Endefinitiva, el enorme potencial simbólicodel páramo se explica porque paraVictoria, como para Proust, “la realidadverdadera es interior”; Adorno leyendoa Proust advierte:el mundo es arrastrado a ese espacio interior,y lo que ocurre en el exterior sepresenta como un trozo de interioridad(Adorno, 2003: 45).La fascinación que siente Victoria porel páramo (“el hechizo que tienen paranosotros ciertos lugares”) no provienede la hermosura o de su riqueza, sinode “una misteriosa relación”, que noes otra que la que se establece entreel trozo de interioridad de Emily y elpaisaje, y entre éste y la subjetividadde la lectora:El carácter, <strong>las</strong> dimensiones que hallamosen ellos (se refiere a los lugares) son comoel reflejo del paisaje interior que se enciendeen nosotros cuando nuestros ojos,cerrados o abiertos, se vuelven ciegos acuanto los rodea. (Ocampo, 1944: 11)Kafka dice: mis historias son una formade cerrar los ojos. Y Barthes aclara:la subjetividad absoluta sólo se consiguemediante un estado, un esfuerzo de silencio(cerrar los ojos es hacer hablar la imagenen silencio (Barthes, 1999: 104).En la patria de Proust, la lectura (elmodo de leer) de Ocampo liga experienciacon memoria cuando intuyeque el pupitre de Emily, un objetocualquiera de la vida cotidiana, conserva<strong>las</strong> huel<strong>las</strong> del pasado y de la experienciamejor que toda su bibliografía:No me proporcionaría datos nuevos,desde luego; pero me daría un modo deemoción, semejante al de una repentinay muda presencia (pág. 96).Según Benjamin, en Proust el azar gobiernala memoria, por consiguiente, elBIBLIOGRAFÍApasado queda fuera de su control y desu poder, “el pasado está en cualquierobjeto material (o en la sensación quetal objeto provoca en nosotros)” (Benjamin,1999: 9). Memoria íntima, experiencia,son palabras afines al mundo dela lectura en el caso de Victoria Ocampo,quien para conocer la realidad interiorno necesita datos nuevos (como lodemuestra la fascinación por el pupitrede Emily), ni tampoco cuadernos denotas, ni cámaras ni anteojos, ni métodosexperimentales ni artilugios, másbien, sensibilidad, sensaciones, porque,como dijimos al comienzo con Barthes,el campo de la lectura es el de la absolutasubjetividad. La ética de la lectura, desu experiencia, incita al lector a encontrarla verdad, su verdad, que no tienenada de conceptual, de moral, porquees enteramente sensación vivida. Poreso, cuando Victoria encuentra la suya,se queda “ciega y sorda a todo lo demás”,“anonadada de felicidad durantedías enteros”.(*) Universidad Nacional del Sur• Adorno, Theodor W., “La posición del narrador en la novela contemporánea”, en: Notas sobre literatura.Madrid, Akal, 2003, pp. 42-48.• Barthes, Roland, La cámara lúcida, Notas sobre la fotografía. Barcelona, Paidós. 1990.•Barthes, Roland, “Sobre la lectura”, en: El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Barcelona,Paidós; 1987, pp. 39-49.• Benjamin, Walter, “Carácter y destino”, en: Ensayos escogidos. México, Ediciones Coyoacán, 1999, pp. 131-137.• Benjamin, Walter, “ Sobre algunos temas en Baudelaire”, en: Ensayos escogidos. México: Ediciones Coyoacán,1999, pp. 7-41.• Deleuze, Gilles, Crítica y clínica. Barcelona, Anagrama, 1996.• Ocampo, Victoria, Testimonios. Segunda Serie. Buenos Aires, Sur. 1941.• Proust, Marcel, Sobre la lectura. Buenos Aires, Leviatán, 2000.• Williams, Raymond, Solos en la ciudad. La novela inglesa de Dickens a D. H. Lawrence. Madrid, Debate, 1997.NOTAS1. “Terra incógnita (Emily Brontë)”, en: Testimonios. Segunda serie. Buenos Aires, Sur, 1941, pp. 95-165.Citamos por esta edición.2. Nos referimos al ensayo “Virginia Woolf, Orlando y Cía”, en: Testimonios. Segunda serie. Buenos Aires, Sur,1941; pp. 13-93.240 24103. Trazos malditos.indd 240-241 13/11/06 21:39:41

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