LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Tribunas literarias, memoria editorialTribunas literarias, memoria editorialLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Pajarita Papel. Los libros eran de unaconfección de alto padrón. Incluso en<strong>las</strong> ediciones comunes hacían alarde decalidad. Lo tenían a Atilio Rossi, unitaliano que trabajaba como diagramadory se preocupaba por hacer libroslindos, libros nobles. Gonzalo Losada,no lo olvidemos, publicó a Neruda.Yo recuerdo haber leído un avisocomercial de Losada que decía más omenos así: “Esta editorial publicó alos siguientes autores antes que se leshaya adjudicado el Premio Nobel”.Creo que eran diez: Gabriela Mistral,Neruda, Asturias, Sartre, Camus... Eraun justo alarde: “Yo los publiquéantes, no después del Premio Nobel”.Y... el editor de literatura no era otrosino Guillermo de Torre.S: ¿Usted lo conoció personalmentea Gonzalo Losada?W: Yo era asesor literario de Lautaro yla gerente de Lautaro era muy amigade Don Gonzalo. Nos hicimos muyamigos con él. Yo lo quería mucho yél me apreciaba también. Me acuerdoun día en el que él hizo una fiesta parafestejar –valga la redundancia–, no sési el ejemplar 500.000 o un millónde Veinte poemas de amor de Neruda.Una cosa increíble para la literaturaen castellano de aquel entonces,¿no? En ese momento yo le pregunté:“Gonzalo, explíqueme una cosa quea mí me interesa desde un punto devista sociocultural: ¿cómo puede ustedexplicar que se hayan vendido cientosde miles de ejemplares de Veintepoemas de amor de Neruda?” “FíjateGregorio (imitando la tonada españolade Losada). Es muy sencillo: antesel muchacho le regalaba a la mina<strong>las</strong> rimas de Bécquer y hoy le regalaNeruda.” ¡Me pareció una observaciónagudísima! Él notó un cambio declima de la realidad cultural, un cambiode sensibilidad. Y luego, no hayque olvidarlo, él lo bancó a Nerudacuando estuvo escondido muchosaños. Era una persona muy generosa.Losada apostó fuerte y abrió sucursalesen el resto de los países de América.Cuando se instaló en Chile me dijo:“Si yo me instalo en Chile tengo quepublicar un autor chileno que seauna tarjeta de presentación”. Todos lehabían sugerido un poeta famoso: G.Santa María. Pero él optó por Neruda.En cada una de <strong>las</strong> sucursales establecíacontactos con autores importantes.Lo importante de señalar es que élfue detectando autores de cada unode esos países o regiones. Así fue quepasó a publicar a Arciniegas, a MiguelÁngel Asturias, a Carpentier. Yo elprimer libro de Carpentier que leí, loleí por Losada. En España, claro, tuvoproblemas con la censura. Con Francono podía meter a Sartre, a Camusnada de eso. Los autores prohibidos enEspaña, Losada los publicaba acá. ¡Fuela editorial de García Lorca!S: ¿Y <strong>las</strong> editoriales que competíancon Losada? Sudamericana, porejemplo.W: Con Julián Urrugoiti y Don AntonioLópez Llausás, Sudamericana empezó apublicar novelística europea en una líneabien orientada por Victoria Ocampoal comienzo, por Enrique Pezzoni después…Pero tengo la impresión de queSudamericana no tuvo esa actitud deapertura hacia los escritores, tratar deconseguírselos, de hacerlos de la casa.S: También estaban Claridad,Santiago Rueda.W: Claridad estaba un poco másconfinada por el aspecto político. Notenía el cuero que tenía Losada, nilos asesores, ni incursionó en tantoscampos, no llegó a editar libros dederecho, de divulgación científica dealto nivel, de lingüística y demás. Nosabría como calificarla. Yo le diríaque era la industria pesada. SantiagoRueda, por su lado, era una especiede desprendimiento de El Ateneo.Su creador era cuñado de los García.A diferencia de <strong>las</strong> otras editoriales,Losada y Sudamericana se arraigarony se universalizaron.S: ¿Losada tuvo talleres de impresión?W: No. Ellos siempre traían a colaciónrecuerdos de España y alegabanque a todas <strong>las</strong> editoriales –entreel<strong>las</strong> Espasa-Calpe– que habían puestotalleres propios para ahorrar costos, leshabía ido mal. Porque el problema dela imprenta es que <strong>las</strong> máquinas nodejen de trabajar. Entonces cuando eleditor es dueño de la imprenta dice:“Bueno, mañana entra mi libro, esperemos...o suspendo tal libro”, interferenciasque perjudican la productividad.Hoy ninguna gran editorialtiene su propia imprenta; juegan condistintas imprentas, distintas oportunidades,máquinas, formatos, etc.La biblioteca nacional de una editorialextranjera: Hachette y la colección“El Pasado Argentino”S: Una vez que usted se alejó deLautaro, ¿inmediatamente creóotros proyectos editoriales?W: Hice algunas cositas que no tienenimportancia, en editoriales con <strong>las</strong> queno me fue bien. Después entré comoasesor literario de Hachette. Hachetteera importadora de <strong>las</strong> publicacionesfrancesas, por supuesto. En unmomento llegó a traer 10.000 ejemplaresde París Match por semana; ademásde todos los diarios. Al tiempo yoles hice la propuesta de la colección ElPasado Argentino. Una propuesta queno aceptaron con mucho entusiasmo.Pero los convencí utilizando un argumentoun poco ilegítimo. Les dije:“Miren, estamos viviendo la época dePerón, un nacionalismo excesivo. Yademás fíjense ustedes que hay ciertaactitud xenófoba. Hay problemas dedivisas y algún día les van a decir:‘¿Cómo es? ¿Ustedes no hacen nadapor la cultura argentina? Siguen trayendomás libros franceses, revistasfrancesas’”. ¡Eran cajones y cajones!Bueno, ese argumento fue el que mepermitió iniciar la colección El PasadoArgentino en el año 54, 55, antesde la caída de Perón. Los primeroslibros fueron Cafulcurá, con prólogode Giusti –que me lo acaban de robaren la editorial Elefante Blanco conprólogo y todo–, y luego el del PeritoMoreno. Luego sacamos Mis memoriasde Mansilla y <strong>Las</strong> ruinas de Tiahuanacode Mitre. Para sorpresa de todos tuvieronun gran éxito. Entonces ahí a losde Hachette ya les interesó y continuamosla colección. Mi función erala de un asesor literario: la colecciónsalía bajo mi nombre y mi responsabilidad.En Hachette además hice otrascosas; publiqué un montón de libros.Participé en la publicación de La vidacotidiana, no sé si usted conoce esoslibros, ahora se los voy a mostrar.Después publiqué una gran Historiade la filosofía de Lamanna en seistomos. Lindísima edición, a la que yole puse la bibliografía castellana 17 .S: Era como retomar el proyecto de losTratados Fundamentales de Lautaro ola obra de Romero en Losada.W: En cierta manera sí 18 .462 46307. Tribunas literarias.indd 462-463 13/11/06 21:46:16
LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Tribunas literarias, memoria editorialTribunas literarias, memoria editorialLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006S: Eran libros de alto padrón gráfico.W: Y eso que mezquinaban muchísimo.Era difícil convencerlos de invertir enestas obras culturales. Lo hicieron cuandoverificaron que andaban. Publicar unlibro sobre Tupac Amaru con 800 páginasde documentos antiguos me costósangre, sudor y lágrimas.S: ¿Quién dirigía Hachette?W: La dirigía un señor llamado Pa<strong>las</strong>i.S: ¿Francés?W: Era español, aragonés. Pa<strong>las</strong>i erauna bellísima persona, pero era uncontador. Él lo que quería era mandarel balance mensual a París con saldo encaja. Nosotros le decíamos: “Pero fíjeseseñor Pa<strong>las</strong>i, fíjese la inflación...”. Eramuy difícil. Le puedo contar veinteanécdotas de él. Así y todo yo pudeseguir bastante con mi colección ElPasado Argentino, que creo que hoyen día tiene alrededor de 120 títulos.Para que se haga una idea del clima detrabajo le cuento la historia de la publicaciónde un título. En Estados Unidosse había publicado Aspectos económicosdel federalismo argentino. Se me escapahoy en día el nombre del autor; unpolaco exiliado en los Estados Unidos.Un libro importantísimo. Yo me enterépor <strong>las</strong> revistas de historia y lo pedí através de un agente literario, como sehacía entonces. Me llegó el ejemplaren inglés y yo lo tenía en mi escritorio.Pa<strong>las</strong>i era muy simpático y todos losdías venía a verme. Un día le comento:“Estoy leyendo este libro y me pareceextraordinario. Sobre el federalismoargentino, no hay nada mejor, salvo ellibro de Juan Álvarez, que es otra cosa”.“¿Quién es el autor?” “Es un polacoemigrado que se doctoró con estelibro.” “¡No, cómo vamos a publicarestas cosas!” Él siempre desalentaba pormiedo al entusiasmo pasajero. Pa<strong>las</strong>iiba y venía, miraba ese libro y no mehablaba. Y un día me llama el agenteliterario, el señor Lawrence Smith, queera un caballero, un agente literarioinglés correctísimo porque cuando élofrecía un libro a alguien no lo sabíanadie. Es decir que actuaba como unverdadero profesional del libro. Mellama y me dice: “Mire, Don Gregorio:Emecé me pide el libro y usted tienela preferencia porque lo tiene hacetres meses. Si usted no se decide, selo voy a tener que dar a Emecé”. Yentonces le digo: “Mire señor Smith,llámelo a Pa<strong>las</strong>i directamente y dígalelo que me está diciendo a mí. Hágamecaso. Después me cuenta el resultado”.Inmediatamente lo llama. A los cincominutos viene Pa<strong>las</strong>i hecho una furia,y me dice: “¡Ah!, pero Don Gregorio,con estas indecisiones vamos a perdertodos los libros. ¡Hay que tomar decisiones!¡Emecé no nos puede tomar ladelantera!”. Otro caso similar fue conla edición de Friends: Gran Bretaña y<strong>Argentina</strong>, un libro muy importantedel cual se tiraron cinco ediciones.Tuvo una enorme repercusión porquees una visión sobre <strong>las</strong> relaciones inglesasy argentinas desde la mirada de uninglés. Lo escribió un señor ingenuo,cándido, que no conocía la historiaargentina. Nunca había estado acá perodice la verdad de los documentos queencuentra. El episodio fue así: se publicóen La Nación un largo artículo enel que se decía: “Acaba de aparecer unlibro sensacional de un profesor dela Universidad de Edimburgo sobre<strong>las</strong> relaciones entre Gran Bretaña y<strong>Argentina</strong>...” Allí aborda los negociadosque hubo entre empresas y muchosnombres patricios metidos en coimas.Ahí le dije a Pa<strong>las</strong>i: “¿Vamos?” “No,deben ser muy caros los derechos.”Emecé le pidió los derechos a Mr.Smith. Él se los dio y lo tradujo un talVisio. Después yo le dije a Mr. Smith:“Mire una cosa: Emecé tiene los derechos.Según <strong>las</strong> normas durante un añotiene que publicarlo si no los pierde.¿Por qué no me da la primera opción?Anótelo en su libro. Yo le pido la primeraopción para hacerlo porque tengoel presentimiento de que Emecé no lova a hacer”. Y se dio así. Le compramosla traducción a Emecé, se publicó ytuvo un éxito enorme; ya es un clásico.Ése era el clima de trabajo.S: ¿En los 50 Hachette era unaempresa de porte?W: Sí, tenía más de cincuenta empleados.Tenían los libros franceses para loscolegios franceses, libros de idioma, detexto, <strong>las</strong> revistas. Traían revistas desdegéneros como la filatelia hasta la moda,pasando por el automovilismo. En esaépoca no había revistas de moda nacionales.El edificio era fabuloso.S: ¿Dónde estaba la sede?W: Estaba en Maipú 49 y después semudó a Rivadavia al 749.S: ¿Y usted iba regularmente?W: Todos los días, tenía oficina allí.S: ¿Cuándo cerró Hachette en<strong>Argentina</strong>?W: Vino un tal Musset de Franciay la fundió. Era hijo del directorde uno de los grandes diarios deFrancia. Llegó con mucha soberbia,se llevaba a todo el mundo por delante,pero era un ignorante. Teníamoscolecciones como La Vida Cotidiana,que eran propiedad de Hachette deParís. Publicamos cinco o seis tomossobre Egipto, Grecia en la Época deHomero, en la Época de Pericles, LosAztecas, Los Mayas y alguno más.Cuando vino, primero decidió queno se encuadernaran y después queno se ilustraran. Cuando le dije queeditemos Grecia en la época de Periclesme dijo: “¿Para qué, si ya tenemos aHomero?” No había con quién hablar.Le ha hecho tanto daño a Hachette.Cuando la editorial francesa anduvomal se la vendieron a él, que terminóde fundirla del todo. Yo ni quise sabercómo terminó todo.S: ¿En qué otras colecciones trabajóusted, además de La Vida Cotidiana?W: En Hachette hicimos muchascosas. De ciencias humanas y socialesno era muy simplesacar libros.Publicamos unSchuhl sobrePlatón 19 , unpar de libros deMondolfo, yalgún libro deLabrousse sobre lademocracia. Parapublicar a Hegel,que la primeraedición salió conHachette, tuvimoslargas peleas.Me decían “Unlibro de mil páginas...”.Sobre ellibro de historiame decían: “¿Por qué lo vamos apublicar si hay tantas historias?”Después del 66: Dimensión<strong>Argentina</strong>, Solar, CEPALS: ¿Usted cuántos años trabajó enHachette?W: Cuando vino la caída de Perón, ahí464 46507. Tribunas literarias.indd 464-465 13/11/06 21:46:17
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