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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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Tribunas literarias, memoria editorialLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006428Breve historia de Ediciones de la Flor.Editar en la <strong>Argentina</strong>:¿un oficio insalubre?Por Daniel Divinsky<strong>Las</strong> formas en <strong>las</strong> que se presenta habitualmenteuna editorial esconden en su ser objetivado la fragilidadde la propia experiencia. De este modo,<strong>las</strong> editoriales suelen valorarse por sus catálogos,por su influencia en el campo cultural y por eltipo de lecturas que promueve o introduce.Daniel Divinsky narra <strong>las</strong> peripecias que conformaronla propia historia de Ediciones de la Florque acompañó los vaivenes de la historia políticaargentina. Abogado de profesión y editor vocacional,el relato va repasando minuciosamentelos detalles de esta empresa, desde el nombre hasta<strong>las</strong> anécdotas que recorrieron la edición de susprincipales títulos en un emprendimiento que,nacido en <strong>las</strong> entrañas de la noche de los bastoneslargos, supo de censuras, cárceles y exilios.La flor, cuya denominación sintetizaba el espíritude la época –el flower power del movimientoshippies– articulado a la picaresca argentina –simbolizadaen el truco– y al irónico espíritu fundacional–“flor de editorial”– logró abrirse un lugardestacado, cuyo impacto puede corroborarseen sus célebres ediciones de Mafalda.Los comienzosEl título de la primera parte de estetexto también podría ser “De cómola Revolución <strong>Argentina</strong> descubre unavocación oculta”, pero eso requeriríavarias explicaciones.En 1966 yo era abogado y trabajabacomo tal con <strong>las</strong> limitaciones queimpone la clientela de los jóvenesprofesionales. El estudio jurídico quemanteníamos con un socio, igualmentenovato, nos suministraba lonecesario para la subsistencia “superflua”,siendo que lo esencial –casa ycomida– seguía a cargo de nuestrasfamilias. Y hasta la atención a <strong>las</strong>alud: los padres de ambos “letrados”ejercían la medicina.Mis inquietudes intelectuales intentaronubicarse en otro ámbito: comencéun curso para graduados de Sociologíaque ya habían culminado otros colegascon tan poca vocación comoyo por el Derecho. Se dictaba enel Departamento de Sociología deFilosofía y Letras en el vetusto edificiode la calle Independencia, y constabade diez materias. Yo tenía 24 años (“...y no permitiré que nadie diga quees la edad más hermosa de la vida”,completaba Paul Nizan la muy citadaprimera frase de su Adén-Arabia,que aludía a los 20, momento en quedecide emprender su búsqueda en elYemen: este libro habría de ser uno delos primeros de Ediciones de la Flor) yvolver a la Universidad, codearme concompañeras y compañeros bastantemenores, recibir c<strong>las</strong>es de profesoresbrillantes (Tulio Halperin Donghi,Hugo Calello, Miguel Murmis, EliseoVerón, Silvia Sigal, Analía Kornblit...)infundió tonicidad compensatoria dela atención a demandantes o demandados,la árida recorrida de Tribunales,la conflictividad permanente queconstituye el centro de la actividad delabogado pleitista.No sabía que esa salida duraría poco:una de <strong>las</strong> primeras medidas de ladictadura militar encabezada porOnganía sería la violenta intervencióna la Universidad de Buenos Airesmaterializada en la recordada “Nochede los Bastones Largos”. Los profesorescon quienes estudiaba renunciarono fueron cesanteados y terminó paramí el estudio formal de la Sociología.En mi época de estudiante de Derecho,por razones totalmente extrajurídicasme proveía de libros de texto en ellocal de Depalma, una editorial ylibrería del ramo que estaba instaladaen Lavalle y Talcahuano, frente aTribunales. Como muy aficionado alcine “de arte”, había ingresado al CineClub Núcleo, donde entre mis consociosestaba Jorge Álvarez, por entoncesempleado de Depalma, que mebeneficiaba con descuentos especiales.Cuando Álvarez decide independizarsey establecerse como librero yeditor en un local vecino, recurre a lacolaboración –honoraria, por supuesto–de todos sus amigos. Como dijoalguien, se convierte en cafishio denuestras veleidades intelectuales, loque aceptamos de muy buen grado ycon placer. Traduje del inglés para éluno de los cuadernos de la colecciónde Monthly Review (Reflexiones sobrela Revolución Cubana, de Paul Baran),corregí pruebas, tuve a mi cuidado<strong>las</strong> ediciones del Diccionario de loslugares comunes, de Flaubert, y delDiccionario del Diablo, de AmbroseBierce, traducidos con precisión ybelleza por Alberto Ciria y RodolfoWalsh respectivamente, y un libro detextos sobre Bertolt Brecht compiladotambién por Ciria.42907. Tribunas literarias.indd 428-429 13/11/06 21:45:55

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