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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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Trazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006234Carácter y destino: en busca delmodo de leer de Victoria OcampoPor María Celia Vázquez (*)Lecturas gobernadas por el placer. Pasiones yconmociones corporales que rehuyen del métodoy de la erudición, son los rasgos que distinguena Victoria Ocampo en su voraz indagaciónde Emily Brontë y Virginia Woolf. Una curiosidad–sugiere María Celia Vázquez– que intentadesentrañar el misterio del carácter del escritoren su relación con el destino inexorable que rige<strong>las</strong> biografías literarias. Desde una geografía común,desde el paisaje como prolongación del serdel autor, puede hallarse una experiencia enraizadaen “afinidades electivas”, en la subjetividadde escritor y lector. En esas atmósferas, que tantofascinaban a Ocampo, se despliegan <strong>las</strong> intensidadescapaces de liberar a los personajes novelescosde sus aprisionadas formas estáticas.Inspirada en la inhóspita monotonía pampeana,Victoria Ocampo encuentra su verdad perdiéndoseen <strong>las</strong> sensaciones de alguien que no cesa deexplorar <strong>las</strong> posibilidades de imaginar una relaciónvirtuosa entre literatura y vida.Voy a hablarles como una lectora común.No esperen ustedes oír crítica literariapura; se decepcionarían, nos advierteVictoria Ocampo al comienzo de unaconferencia sobre la vida y la obrade Virginia Woolf. Aunque suenena retórica, a declaración “cumplida”de falsa modestia, estas palabras, enverdad, encierran una declaraciónde principios a favor de una lecturagobernada exclusivamente por el placery completamente desentendida dela preocupación de tener que transmitirconocimientos. En efecto, VictoriaOcampo es una lectora común, en elsentido en que piensa Woolf a estafigura para distinguirla de la del críticoy del erudito, ya que su modo de leerse caracteriza por no tener “un métodosino una pasión: la lectura”, en virtudde la cual <strong>las</strong> conmociones del cuerpoestán presentes, mezcladas, enredadas:la fascinación, el dolor, la voluptuosidad”(Barthes, 1987: 46). “El campode la lectura, dice Barthes (refiriéndosea la experiencia de leer), es el dela absoluta subjetividad: toda lecturaprocede de un sujeto” del que no sesepara “más que por mediaciones escasasy tenues, por ejemplo, el aprendizajede <strong>las</strong> <strong>letras</strong>, unos cuantos protocolosretóricos” (Barthes, 1987: 49).Sin duda la afición de Victoria por loslibros siempre la lleva a fascinarse conla literatura, a leer con voracidad, sinembargo, a veces sus lecturas parecenno encerrar nada “fuera de sus gustos,sus inclinaciones y sus instintos”, porlo que pueden resultar “insustancialesy por demás discretas”, para usar losadjetivos que Aira dedica a los tomosde su Autobiografía. Más allá de estasobjeciones, y también de los casosexcepcionales en los que resplandecenbrillantes intuiciones (pienso, porejemplo, en el libro sobre Lawrencede Arabia), una puesta en valor de susensayos demuestra el interés que tieneel modo en que Victoria lee la relaciónentre el escritor, la vida y la literatura,para explorar, en torno a la subjetividady la experiencia, cuestiones de<strong>las</strong> que se han ocupado en el campode la teoría, autores como Barthes,Benjamin, Deleuze, entre otros.Sin duda la relación entre la literatura,el escritor y la vida constituye unfactor clave en la definición de la peculiaridaddel modo de leer de Ocampo,más específicamente la maneraque tiene de comprender la vida en elmarco de esta relación. Para empezar,en sus lecturas la dimensión biográfica,como sabemos, predomina sobrela estética, y sobre la base de este predominiose define su particular concepciónde la literatura y, además, seconfigura la forma del ensayo literariocomo una ceñida trama en la que seentretejen <strong>las</strong> minucias del relato biográficocon los comentarios de la obra;casi a la manera positivista, Victoriacomienza con la descripción de la época,sigue con la biografía del escritor yfinalmente se ocupa del comentario de<strong>las</strong> obras (“Virginia Woolf, Orlando yCía” aporta un ejemplo paradigmáticode esta estructura de cajas chinas).Una interpretación apresurada de estaconstatación, sin embargo, podría llevarnosal doble equívoco de asimilarsu modo de leer al método biográfico,y de confundir el sentido de la vidacon el de la biografía del escritor. Lacrítica de Victoria, al contrario de loque podría suponerse, se desvía de laestela de Sainte-Beuve. De la mismamanera, dista de los postulados positivistasque exigen establecer correlacionesentre la biografía y el “medio”entendido como un conjunto de determinaciones(la raza, la lengua, el23503. Trazos malditos.indd 234-235 13/11/06 21:39:35

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