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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Ficciones críticasFicciones críticasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006... Martínez Estrada sí hubieradesdeñado la incorporación desu obra a la especie de la críticacultural, aunque no deberíaser su Análisis funcional de lacultura un mal programa paraella en <strong>Argentina</strong>. Corrían losaños 60 y ese mohíno autor,bajo aquel título, escribe loque quizá sea una de <strong>las</strong> insinuacionesreflexivas más relevantesal estado del mundoregido por el descubrimientoy la praxis técnica.con un ensayismo sutil que en nadava a la zaga de sus grandes nove<strong>las</strong>,fruto de un trabajo celoso y recatado,en medio de sus temas ligados a loespeluznante del existir.Visto de este modo, encontraríamosen la crítica cultural un vasto rol deautores y publicaciones ante los cualesel reseñista vacila como todo lectoren <strong>las</strong> puertas deuna interminablehemeroteca debabel. Nada deesto es de extrañaren el país delFacundo, textode crítica culturalsi es que esteanacronismo nolo hubiera extrañado–aunquequizá nuncaencolerizado– asu propio autor.Desde luego,Martínez Estrada sí hubiera desdeñadola incorporación de su obra a laespecie de la crítica cultural, aunqueno debería ser su Análisis funcionalde la cultura un mal programa paraella en <strong>Argentina</strong>. Corrían los años60 y ese mohíno autor, bajo aqueltítulo, escribe lo que quizá sea unade <strong>las</strong> insinuaciones reflexivas másrelevantes al estado del mundo regidopor el descubrimiento y la praxis técnica.No en vano la revista Contornohereda bajo ese influjo un estilo decrítica que muy bien puede acompasarsea la que aquí llamamos “cultural”,representada tanto por artículoscomo el de Oscar Masotta, Sur o elantiperonismo colonialista, el de LeónRozitchner, Comunicación y servidumbre(una penetrante crítica a Mallea),y Los dos ojos de Martínez Estrada, deDavid Viñas, gemas persistentes dela herencia crítica argentina a <strong>las</strong> quese vuelve una y otra vez. Es lástimaque Jorge Abelardo Ramos, dotadode una perspicacia sobradora ypenetrante, haya preferido en Crisis yresurrección de la literaura argentina, amediados de los 50, dejar una colecciónde risueños denuestos contraMartínez Estrada y Borges, en vez dedesviar esa crítica que no estaba despojadade intuiciones válidas, haciauna nueva perspectiva en la relaciónentre literatura y política, que noabusara del papirotazo condenatorio,propicio para forjar genéricos conceptos,como colonialismo pedagógico(tomado de Spranger), que planchabanlos dramáticos bajorrelieves queposeían <strong>las</strong> escrituras de los autoresque se enviaba al patíbulo.Precisamente, Viñas poseía esas nuevasperspectivas. Puede ser considerado elgran maestro de la crítica cultural –originadorde corrientes interpretativas,estilos de trabajo y nuevas vocacionesintelectuales–, aunque no es autor quereclame o acepte rótulos para comentarsu actividad, o como suele decir, su“faena”. Escritura con una teatralizaciónde la voluntad de escribir, fuertementemonologante, y con implícitosque son cada vez más abundantes amedida que Viñas va escribiendo através de severos recuerdos de su escrituraanterior, gloriosamente astillados.Viñas fusionará finalmente su retóricaagitadora (que surge de su prácticaagónica, cuestionadora) y su semióticapoderosa (fruto de su observaciónentre scalabriniana y barthesiana dela ciudad de Buenos Aires). TodoViñas es la expresión de un proyectoinconcluso de hablar de una sola vezy en un único cuerpo de afirmaciones,a través del manejo simultáneo de los“dos paños”, el de la política y la literatura.Esto es, los paños de la aventuraen el choque interpersonal y el de <strong>las</strong>poéticas, un poco lugoniano en esto,pero con punzadas libertarias y de unetéreo anarquismo yigoyeniano, queda un lado (un “fleco”) insurrecto a sucoloquialismo desafiante, duelístico.De ahí la inmersión de Viñas en unamemoria arcaica que nunca aparececompleta sino a través de diálogospartidos, frases espectrales, mascullosque extraviaron su hablante, detritusperdidos de formas de vida, quetienen una sobrecogedora expresiónen Tartabul, resumen probable de sulinaje crítico existencialista y de supoliticismo épico con no muy distantesabor jauretcheano, y de su monologuismoatormentado, inspirado en lagran novela del siglo XX que a faltade nombre mejor, muchas veces se laconsideró como instrumento del “ríode la conciencia”.María Pía López retomará un legadocrítico desde una ecuación dondeel ensayismo adelantado convive conun modelo de lectura e investigaciónde más en más riguroso –su Lugoneses mostración de eso–, y del mismomodo, Eduardo Rinesi, quizá comosino de nuevas voces, configurará elrelevante cauce teorizador en que estáempeñado, con fintas expositivas en <strong>las</strong>que el teórico convive con una secretacomicidad intelectual –a veces conlogros expresivos únicos–, que colocael espíritu y la crítica ante dimensionesoperativas insospechadas. Todo lo cualnos conduce hacia la obra que dejóinconclusa Oscar Landi.No hubiera vacilado Oscar Landi enconsiderar su trabajo como apto paraserle adjudicado a los anaqueles de lacrítica cultural. Landi había comenzadoen los dominios del marxismomás o menos hegeliano, reluctante apasar sin más a <strong>las</strong> fi<strong>las</strong> del estructuralismoalthusseriano u otros similares.Su propensión al humor –entendidocomo una manera irónica de ver elmundo y declararlo inestable o cómico,en el sentido de Bajtin–, lo llevóa un cambio de frente filosófico, enconsonancia con los reclamos de aperturade conciencia que se originabanen <strong>las</strong> movilizaciones políticas de losaños 70. Volcado luego al examen delos medios de comunicación desde unpunto de vista que mucho le debía asus atentas lecturas de Merleau-Ponty,se especializó en el estudio antropológicode la mirada y en una interpretaciónexistencial de los mas antiguoslegados retóricos de la humanidad.Su perspectiva interesó y fue manantialde conflictos: a muchos no les parecíaque la ambiciosa expresión crítica culturaldebiera refugiar, como acaso lohacía Landi, una visión auspiciosade los medios de comunicación. Peroél, sin perder el sentido de lo cómicoque albergaba su fenomenología de lapercepción, al estudiar los síntomasde precariedad existencial del mundotelevisivo, no sólo no se situaba frentea ellos de manera apologética, sino quedeseaba hacerlos un capítulo avanzadode lo que sus autores favoritos habíanllamado una “ontología salvaje”.En su momento, Beatriz Sarlo cuestionóla evolución de Oscar Landi desdela filosofía crítica hacia el análisisoptimista de los medios, señalandoque el pasaje del legado cultural a laera de la televisión tuvo un poder deshock –o de desbarate–, que el pasajea la imprenta no había tenido, puesésta mantenía continuidades ostensiblescon la cultura anterior mientrasaquella interfería con un caudal deinvenciones retóricas desmantelado-264 26504. Ficciones críticas.indd 264-265 13/11/06 21:41:01

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