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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Ficciones críticasFicciones críticasLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Jorge B. Rivera,por Ernesto Monteavaroestilo de participación pública de TomásAbraham. Así como Carlos Altamiranoaparece con su estilo exacto y cultivadopor toques últimos de una casi imperceptibleironía, donde el foro o rasgopolémico de sus escritos recién apareceal final, luego de recorrerse ámbitos defina artesanía en la escritura y en la cita–sea meramente cortés, sea obtenidacomo perla decisiva en la economía delrazonamiento–, Tomás Abraham conviertela filosofía en un ejercicio prácticoen pos de construir un arte de imputación.En Abraham, todo problema –elfútbol o una discusión filosófica sobrela muerte– exige lenguajes de irritación.Como si el cogito cartesiano por finpudiera ser reemplazado por un pensamientoque sin perder su provenienciaencumbrada debiese poner la consignade un nuevo método querellante. HayNietzsche, Foucault y Sartre masticadoscomo finas hierbas ya digeridas, maceradassin regurgitar en el estomago filosóficode Abraham, de donde salen fustazosque no necesariamente están previstosen la lengua de esos autores.Es la querella que zahiere, comoforma de despertar el pensamiento,sacudir a los adormecidos con elimpulso de un epíteto destemplado,un verdadero cogito depretiatoris.Este modo filosófico, desde luego,no cuenta con muchos cultores en elmodo polémico nacional y son mayoríalos que no le ven consistencia filosófica.Es nuestro deber decir que latiene, sin por ello recomendar su uso.Pero quisimos relevar aquí los estilosde la crítica cultural argentina, y nopodía dejar de mencionarse el estiloAbraham, que de su filosofar a manoalzada hasta su estilística para la libertadde despreciar, no deja de señalarseveras cuestiones de un orden morale intelectual en ruinas, tanto de individuoscomo de sociedades.Del mismo modo, Fogwill –novelistay poeta, claro, pero abrupto opinadoren cuestiones básicas del orden cultural–,persigue una tesis sobre el poderdesencarnado y desnudo, pero lo ve en<strong>las</strong> instituciones productivas, en los asentamientostecnológicos y en los infinitosmodos en que se superponen enel hablante los planos de lenguaje. ¿Esposible llegar a la verdad con el lenguajey la técnica? Tal el problema de Fogwill,lo que lo lleva a una anti-crítica cultural,pues condena con ingeniosas razonesel armazón intelectual culto, o el cultoa <strong>las</strong> armazones intelectuales, pero sucrítica vive de la irreparable duda –y deahí también su interés– sobre si hay queconciliar con ese mundo de sustentáculosintelectuales, o destrozarlo al mostrarleel espejo de sus omisiones en cuanto alíncubo que regula la vida, los hipnóticosempirismos del dinero, de la técnica o delsexo. Ante la duda, Fogwill realiza ambosmovimientos, a veces simultáneamente,de integración y de denuncia.El modo crítico fogwilliano “no puedecon su genio”. Pero es un genio de algunamanera clonesco. Cuando encuentrael hito de su dentellada, olvida el cuidadode <strong>las</strong> manners, a pesar de que todasu obra es un llanto por un paraíso cortésestallado, como revela en el fondosu gran novela malvinera. Ejemplo:cierta vez, escuchando que un “panelista”que le precedía en el uso de lapalabra recordó el ejemplo de Carlos Valcanzándole el pincel caído a Tiziano,esgrimió a su vez el no menos apócrifoincidente de Menem alcanzándole unchorizo al Soldado Chamamé, en unasado en la Quinta de Olivos. El artede la injuria así practicado no se deteníaante nada, en la confianza de quedescubría un mundo sarcástico, de queejercía cabalmente el desprecio y deque sería perdonado. De esas tres cosas,se dice que todas están por ocurrir, sinque especialmente ocurran nunca. Laesencia de su novelística y de su críticacultural es agarrar distraídas a susvíctimas y luego advertir –en secretareligiosidad del lírico apenado– que esnecesario absolver(lo).A diferencia de estos derramamientosirrefrenables del ser angustiado, Emiliode Ípola maneja la comicidad teóricacomo un modo crítico que partede una complacencia con el mundo–su gran teoría reza sobre <strong>las</strong> creencias,como si dijera: sería bueno poder creer,si los lazos socialmente construidosnos dejaran, y a fe que nos impulsanhacia ello–, para luego descubrirnos <strong>las</strong>fisuras del mundo, tanto en todo textocomo en el orden inventado por loshombres para convivir en sociedad.La obra de De Ípola se halla adentradaen ejercicios retóricos heredados de lapostulación de estructuras enunciativasque recaen en la vivacidad del “significante”.En este caso, para trasladar alsignificante no tanto hacia un estatutode vacío operativo, sino a la ironía dela escritura, en el interior de su propiobastidor de lógicas contrastantes. Laironía conduce entonces a una teoríadel obstáculo de la teoría. La teoríaexiste sólo bajo el obstáculo metafóricode su imposibilidad creadora. Con estosutensilios, recrea De Ípola, como enuna alucinación teórica extraordinaria,los comienzos mismos del pensamientosocial general y de una no asumida,pero efectiva, crítica cultural.Para terminar, la crítica cultural argentina–con o sin ese nombre: sabemosque si se lo saca, todo este artículocae irrisoriamente, pero fue buenoponerlo–, mucho le debe a la miradajuguetona y trágica de María Moreno,en la que luce una opción fuerte porla picaresca de <strong>las</strong> márgenes sociales, lafiligrana que tuerce el texto hacia untierno ridículo del existir y el escorzoque redime a vidas golpeadas, en <strong>las</strong>que un sublime gesto de risa lleva adescubrirles, en el subsuelo, una sabiduríaenigmática y profunda.En el número anterior de esta revista,Tomás Abraham –tocayo nuestro: casisólo en eso coincidimos– imaginó unrecorrido de un alter ego suyo, el filósofoN. E. Perdomo, a fin de retratar<strong>las</strong> mecas filosóficas que debían servisitadas a fin de una buena formaciónen el mundo esquivo de la filosofía.Este artículo, en cambio, tomó otrorumbo, aunque ha hecho sus visitas.Pero no <strong>las</strong> apimentó con ningunaprevención o reparo. Convocó amuchos, olvidó seguramente a unostantos –el tema de siempre, ante laomisión, perdón–, y realizó un tableaudescriptivo, casi pintoresco, conviviente,sereno. En verdad, cercano auna ecuanimidad gallarda, al útil diccionariocivilmente respetuoso. Por elhonor de los De Tomatis.272 27304. Ficciones críticas.indd 272-273 13/11/06 21:41:08

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