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Las Armas y las letras.pdf - Federación Libertaria Argentina

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LA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Trazos malditosTrazos malditosLA BIBLIOTECAN° 4-5 | Verano 2006Victoria Ocampogénero). Aunque con frecuencia aludea diversas circunstancias que podríanresumirse bajo el denominador comúnde factores sociales, éstas no aportandatos concluyentes ni son primordialespara su lectura. Victoria no encuentraen la matriz histórica y socialsu clave de interpretación; no es queignore o desconozca <strong>las</strong> consecuenciasque tienen, por ejemplo, <strong>las</strong> restriccionesque impone el medio social en <strong>las</strong>condiciones de posibilidad de la literatura(ella misma, en tanto mujer, <strong>las</strong>ha padecido), sino que el norte de lalectura se orienta hacia la experienciay la subjetividad, en una dirección quela lleva a creer en una fuerza natural, ala que llamaremos destino, en relacióncon la cual, para Ocampo, se define losingular de la vida y de la obra.El destino es la fuerza que gobierna losacontecimientos de la vida y, además,el que influye en la configuración delmodo específico de reaccionar, queidentifica el carácter de una persona.Ambos conceptos, carácter y destino,son piezas claves para comprender enqué consiste la relación que estableceOcampo entre la literatura y la vida; apartir de ellos se hace evidente que estableceruna correlación entre la biografíay la obra no es el objetivo primordial desus comentarios, sino que dicha correlaciónestá al servicio de aportar pistasque permitan localizar, en el bosque designos, cuáles son los que encierran <strong>las</strong>cifras del destino y cuáles los que insinúanel carácter del escritor.El destino, como el carácter (advierteBenjamin), puede ser observado sólo através de signos, no en sí mismo –pesea que este o aquel rasgo de carácter, esteo aquel encadenamiento del destino,puedan ser inmediatamente visibles–,porque la conexión indicada por estosconceptos no está nunca presente másque en los signos, debido a que se hallapor encima de lo inmediatamente visible(Benjamin,1999: 131).Así es como la lectura de Victoria –porfocalizar en los conceptos de destino yde carácter– “queda ligada a una prácticahermenéutica no ajena por completoa <strong>las</strong> artes adivinatorias” (Benjamin,1999: 135). En el ensayo que lededica a la autora de Cumbres borrascosas,“Terra incógnita (Emily Brontë)” 1 ,pareciera que la escritora inglesa letiende la obra y la biografía, como <strong>las</strong>palmas de la mano, para que Victoriadescifre los signos del destino a travésde un arte quiromántico algo paradójico,ya que en lugar de predecir lo quevendrá, adivina retrospectivamente eldestino ya cumplido: “Cuando Emilya los nueve años elige para reino suyouna isla que es pura roca soberbia azotadapor <strong>las</strong> o<strong>las</strong> y los vientos, ya ensayala escena, el drama, para los cualesha venido al mundo” (pág. 116). Si laelección infantil de esta isla imaginaria“pura roca soberbia azotada por <strong>las</strong>o<strong>las</strong> y los vientos” encierra, para Victoria,la cifra de la vida futura de Emily,es porque ella puede ver, del mismomodo que Benjamin, la tensión dialécticaentre el presente y el futuro queestá implícita en los signos del destino,en tanto es imposible que éstos no“estén ya en su lugar” antes de que elfuturo acontezca: “quien pretende predecira los hombres su destino, sobre labase de determinados signos, sostienela tesis de que ese destino, para quiensepa ver (para quien tenga ya en sí unanoción inmediata del destino en general),está ya de alguna forma presente,o dicho con más cautela, está ya en sulugar” (Benjamin, 1999: 131).La idea de destino, para Victoria (nopara Benjamin), connota fatalidad enel sentido del cumplimiento de una leyinexorable que rige el curso de la vida;el destino como la ley, sabemos, se fundaen el principio de regularidad: “Cadaser lleva dentro de sí la misma escena, elmismo drama desde que nace a la concienciay por todo el resto de su vida; yrepresenta su escena, su drama, cualesquieraque sean los acontecimientos olos personajes que le salgan al paso hastadar con su acontecimiento, su personaje”(Ocampo, 115). Pensar en la repeticiónde una única escena a lo largo dela vida lleva a hacer coincidir caráctery destino, y en este sentido, podríamosdecir que para Victoria, igual que paraNietzsche, “quien tiene carácter tienetambién una experiencia que siemprevuelve”. En el caso de Emily Brontë,“la experiencia que siempre vuelve” serelaciona con la naturaleza, más precisamente,consiste en la experiencia vitalde una geografía peculiar, como es elpáramo, que posee todos los atributosdel paisaje sublime. Sin duda Victoriasiente una particular fascinación por lospaisajes sublimes y en todos los casos,desde su perspectiva, éstos forman partede una experiencia vital vinculada aldestino y al carácter de quienes lo experimentan.Pensemos, por ejemplo,en el desierto para Lawrence de Arabia,o en la pampa para la propia Ocampo.Por otra parte, es la experiencia de lapampa como un paisaje sublime, enorme,vacío, infinitamente repetido en sumonotonía, lo que le permite establecervasos comunicantes entre su subjetividadcomo lectora y la subjetividad delautor. Esta suerte de diálogo entre dossubjetividades mancomunadas por laexperiencia de una geografía común,tan sublime como inhóspita, garantiza,a su juicio, una verdadera comprensiónbasada en <strong>las</strong> afinidades electivas: “noshemos encontrado (se refiere a Lawrencede Arabia) en los libros, en la músicaque prefería, pero sobre todo en la llanura,en esa llanura donde él se perdíay se buscaba y que pronto se convirtiópara él en desierto” (Ocampo 1944:15). En idéntico sentido, hay que leerla escena repetida con la que se abre yse cierra, dibujando un círculo, el ensayo“Terra incógnita (Emily Brontë)”(en la primera escena aparece Victoria“inclinada sobre un mapa de Inglaterra”buscando <strong>las</strong> referencias de <strong>las</strong> pequeñasaldeas donde nació y murió la autorade Cumbres borrascosas; en la última236 23703. Trazos malditos.indd 236-237 13/11/06 21:39:38

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